'Mysterion' y 'Sacramentum'. Evolución en Oriente y Occidente. José Manuel Fernández Rodríguez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Manuel Fernández Rodríguez
Издательство: Bookwire
Серия: Cuadernos Phase
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788491653257
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oculto que no se ve.

      Así lo expresaba el Crisóstomo:

      «Se le llama misterio, no por considerar lo que vemos directamente, sino porque vemos una cosa y creemos en otra. Esta es la fe de nuestros misterios».52

      Destaca de entre todos los mystêria, la Eucaristía, pues es el mystêrion por excelencia, en el que todos los demás están como envueltos, y donde mejor se representa y manifiesta, por la acción del Espíritu, el descenso y la presencia de lo divino (como en la encarnación y entrega a la muerte de Cristo = katábasis), y el ascenso o elevación de lo humano (como el retorno de Cristo al Padre = anábasis).53

      f. (Pseudo) Dionisio el Areopagita

      Hacia finales del siglo v, en Oriente, el Pseudo-Dionisio Areopagita, tuvo la audacia de encuadrar los mystêria en una concepción «mística-platónica», uniendo lo contemplativo estético a la concepción neoplatónica.54 Parte de que Dios es todo en todos, es la causa de todo.

      «Toda emanación esencial tiene su arquetipo en el despliegue de la causa original divina en las hipóstasis trinitarias: toda paternidad y filiación de los espíritus semejantes a Dios, así como toda paternidad y filiación humanas provienen de la paternidad y filiación originales».55

      Dionisio hace derivar de aquí toda una jerarquía cósmica, donde la jerarquía eclesiástica terrena se une a la celestial representando una imagen de la misma.

      De este modo, clasifica los mystêria en una jerarquía de valores (Jerarquía eclesiástica) en cuya cumbre está la Eucaristía,56 mostrando un proceso gradual de ascensión a través de cada uno de los símbolos, para ir superando la distancia infranqueable que se da entre la realidad sensible y la realidad invisible, hasta llegar a la comunión con Dios o «deificación».57 Este movimiento de abajo-arriba, se produce por el impulso mismo de los símbolos que tienden a reflejar la realidad trascendente.

      Dentro de la estructuración jerárquica que establece, aplica el término mystêria referido a determinados simbolismos sagrados, por tanto, dicha jerarquía quedaría del siguiente modo: 1) Los consagrantes, (mystes). Su rango consta de tres grados: a) Jerarca (obispo); b) Hiereus (sacerdote); y c) Liturgo (diácono). 2) Los consagrados son: a) los inferiores (penitentes y catecúmenos), que están bajo el liturgo, y solo son purificados no participando aún de los mystêria; b) los laicos cristianos, que guiados por los hiereus, son iluminados; y c) los terapeutas, los monjes, que son conducidos a la perfección por la jerarquía. 3) Las santas consagraciones, por las que se santifica y se realiza el proceso de ascensión, en tres actos: a) purificación, que se hace por la conversión y el catecumenado; b) iluminación, es el bautismo, símbolo de la regeneración, que se realiza en aquellos que están preparados a dejarse conducir por la jerarquía a la semejanza de Dios; c) comunión (synaxis) símbolo por el que nos unimos a Dios, pues el bautismo, conduce a la unción; d) perfección, por la unción que como la comunión plenifica, el μύρον (mŷron) significa el Espíritu Santo; y e) Crecimiento, debe darse por la tendencia permanente hacia la unión definitiva, o «theōsis». Hemos aludido, en esta última enumeración, a los tres santos mystêria que inician la deificación e incorporación a la «plena» vida cristiana.

      A pesar de que la teología sacramental mística que desarrolló el Areopagita, ejerció un fuerte y duradero influjo en las Iglesias de Oriente, primero entre los griegos y después entre los eslavos, actuando incluso hasta los tiempos más modernos,58 tanto que ni siquiera Occidente quedó inmune de su ideología;59 sin embargo, como veremos más adelante, Oriente no llegó a tener una sistematización sacramental hasta finales de la Edad Media y por influjo de Occidente.

      2. El concepto «Sacramentum» en los autores occidentales del siglo ii al xvi60

      Debemos comenzar teniendo en cuenta que el término mystêrion no fue admitido por los Padres latinos occidentales ni por la Iglesia católica romana de los cuatro primeros siglos, para significar los sacramentos; aunque su rechazo fue indirecto, puesto que aquello que se rechazó fue más bien el plural mystêria, por su vinculación al culto mistérico pagano. En cuanto al singular mysterium, después de cierto tiempo fue admitido en el lenguaje corriente de los padres latinos, no en sentido cultual sino más bien intelectual, ya que en relación con la significación del Nuevo Testamento sirvió para la formulación de las verdades de la fe.61

      Sin embargo, la palabra sacramentum no procede del ámbito de la cultura bíblica. Fue modestamente asumida de la cultura latina por las comunidades cristianas del Norte de África durante el siglo iii, cuando empezó a traducirse lingüísticamente la palabra griega mystêrion por la latina sacramentum, asumiendo en un principio todo el contenido conceptual de la noción bíblica mystêrion. Las dos palabras mystêrion y sacramentum aplicadas como sinónimas en un principio, entraron en la traducción latina de la Biblia,62 así como también en la liturgia.

      La palabra sacramentum está formada por la raíz latina sacr- y por la desinencia -mentum. Sacr- (del verbo sacrum-sacrare), significa santificar o consagrar, que equivale a dedicar a la divinidad. El sufijo -mentum, designa medio o instrumento mediante el cual algo o alguien se hace sagrado. De ahí que la palabra signifique que una persona o un objeto son elevados al ámbito de lo sacrum, de lo divino, por medio del rito de la consagración. En el concepto sacramentum se distinguen tres sentidos: 1. activo: el agente activo de consagración; 2. pasivo: lo consagrado; y 3. la acción consecratoria.63

      Fijadas estas nociones conceptuales vamos a exponer, a continuación, el proceso histórico en virtud del cual se fue operando en la teología occidental la traducción de mystêrion por sacramentum.

      a. Tertuliano

      La elaboración teológica de este cambio lingüístico va a venir de la mano del apologista Tertuliano († 225), que es el primer autor latino que utiliza el término sacramentum con este sentido, ya que, como hijo de un oficial del ejército, docto jurista, catequista y teólogo laico en Cartago, trató de favorecer la aceptación del cristianismo por el mundo cultural romano.64

      En la latinidad profana-romana, la noción sacramentum tenía a nivel jurídico, además del sentido semántico ya visto, un doble significado, o bien significaba «fianza» o «juramento» según el contexto en el que se utilizara.

      En cuanto a la fianza se refiere a que cuando un romano tenía que enfrentarse a un proceso judicial, las dos partes litigantes deponían una suma de dinero en el templo y el sacerdote invocando a los dioses averiguaba quien era el culpable. Aquel que perdía el juicio divino también perdía el dinero. Con respecto a la palabra juramento, hace referencia al juramento que hacía un soldado a la bandera (o entre dos partes que cerraban un trato). Este acto suponía una auto-consagración a la divinidad (así se le daba tributo al emperador como dios), y la forma de consagración llevaba aneja una conjuración de los poderes infernales en el caso de faltar a él. El juramento se ratificaba con un tatuaje en el brazo (signum, signaculum). Este tipo de fórmulas del juramento militar servían de réplica a las que se utilizaban en los ritos iniciáticos de los cultos mistéricos. Todo esto hacía que la traducción de mystêrion por sacramentum resultara plausible.

      A partir de todos estos usos precristianos de sacramentum, se comprende que Tertuliano lo aplicara con sentido teológico al bautismo,65 de tal modo que caracterizaba con dicho vocablo la entrada del cristiano adulto en la militia Christi (sacramento de la milicia cristiana), como un juramento que Dios sellaba por el bautismo, por el cual el cristiano se compromete a servir a Cristo. Pero este compromiso no suponía para Tertuliano algo arbitrario, un acto de fe ciega o una acción unilateral del hombre, sino que la decisión por Cristo se hacía por el conocimiento de la fe, que acoge y responde a la acción de Dios.

      Por otro lado, Tertuliano ampliará el campo de significación de sacramentum incluyendo también los mystêria de la historia de la salvación. Todas aquellas prefiguraciones cultuales de la salvación a la largo de la historia veterotestamentaria, así como las acciones cultuales de Jesucristo con las que plenifica esa historia, las califica de sacramenta.

      Observamos que en la doctrina tertuliana hay ya implícitamente lo que hoy (en la teología sacramentaria actual) denominamos una interacción sacramental: en el sacramento –así como