Lo que el presidente Felipe Calderón no dijo fue que desde las legislaturas del pri39 y durante las dos legislaturas del pan40 el narcotráfico ha desarrollado prerrogativas correspondientes al Estado en cuanto a creación de infraestructuras, empleos y escuelas. No mencionó una sola palabra sobre la lógica inexorable con la que se han venido justificando los corruptos (burócratas, gobierno, policías) que se basa en igualar y servir, mientras detenten el poder, a los que ganan dinero, sean empresarios, delincuentes o ambos. Sabemos que decidir corromperse no es una decisión difícil cuando el panorama que se avizora es sólo pérdida, rezago económico. Lo que resulta difícil en estos casos es resistirse a la tentación consumista.
La guerra contra el narcotráfico que está emprendiendo el Estado mexicano, nos dice:
[Quien sólo busca] soluciones basadas en el mayor despliegue policial y militar, delata una rotunda renuncia a la responsabilidad política por parte de su autor. Son obra de políticos desprovistos de imaginación que carecen de la visión o del interés necesario para abordar las enormes injusticias estructurales de la economía mundial de las que se alimentan el crimen y la inestabilidad.41
Lo que los discursos oficialistas no dicen es que en México los cárteles de droga no podrán ser erradicados eficazmente mientras no se erradiquen las desigualdades estructurales entre la población, mientras «la ausencia de trabajo [persista y nos ponga de frente con] la imposibilidad de encontrar otra salida que no sea la migración»,42 mientras no se deconstruyan los conceptos de modernidad y de progreso y dejen de utilizarse como directrices del discurso político y éste integre las posibilidades reales de una política geográficamente pertinente, mientras no se escape a la espectacularización de la violencia y la celebración del hiperconsumismo; mientras no se cuestione el discurso político basado en la supremacía masculina que necesita el despliegue de violencia como elemento de autoafirmación viril y, sobre todo, mientras no se cuente con una estabilidad económica sostenible que funcione a medio y largo plazo.
Narcotráfico y psiquis estadounidense
Como hemos observado en el apartado anterior, el Estado mexicano, dada la imbricación política con la economía criminal, ha sido sustituido por «la instauración de un sujeto a nivel nacional, un sujeto soberano y extrajurídico, violento y centrado en sí mismo; sus acciones constituyen la construcción de un sujeto que busca restaurar y mantener su dominio por medio de la destrucción sistemática …»43
La cita de Judith Butler expresa lo que esta filósofa entiende por psiquis del gobierno estadounidense (en las legislaturas de George W. Bush). No es casual que pueda trazarse un paralelismo entre esta psiquis y la estructura mafiosa del narcotráfico en México, puesto que estos mundos, aparentemente antagónicos, se equiparan en algunos puntos.
Por un lado, la gestión de la violencia extrema (en el caso de los Estados Unidos reflejada en sus constantes guerras, siendo su muestra más reciente la guerra contra Iraq; y en el caso de los cárteles de drogas sus luchas tanto intestinas como contra la policía y los departamentos antidrogas) como principal vía para la ocupación/conservación de un territorio, y la libre circulación y obtención de un producto (el petróleo y las drogas respectivamente) para hacerse con un mercado que les otorga y garantiza un crecimiento exponencial de sus ganancias, reportando así mayor poder económico y legitimando, de este modo, su pertinencia y supremacía en las lógicas del mercado, el patriarcado 44 y el capitalismo internacional. Por otro lado, su apego al uso de estrategias que lindan con lo ilegal como forma directa para el ejercicio del poder sin restricciones y con reporte de beneficios individuales. «Lo ilegal trabaja fuera de la ley pero al servicio del poder, del poder de la ley, del poder y la ley de la economía, reelaborando el esquema del poder y reproduciéndolo.»45
Existe una relación estrecha entre las exigencias de los mercados legales y la creación y florecimiento de los mercados ilegales. Es decir, las distintas estructuras de la ilegalidad funcionan por demanda de la legalidad, muchos tipos de acciones ilegales nacen y están protegidas bajo los marcos de lo legal. Citaremos aquí un ejemplo: Misha Glenny afirma en su libro McMafia, que los Estados Unidos ofrecieron un generosísimo respaldo financiero y político a los países de Europa oriental tras la caída del comunismo, «apoyo orientado a la creación y sustento de organizaciones ilegales quienes derivaron en la creación de industrias que se dedicarían a la producción de drogas, armas y tecnología de punta, productos con los cuales después traficarían por todo el mundo.» 46 Este ejemplo deja claro que las fronteras entre economía lícita e ilícita son difusas. También, nos informa que «el mundo delictivo está más cerca de lo que creemos de las actividades bancarias y del comercio de productos.»47
Por eso, no es de extrañar que con las demandas económicas del Nuevo Orden Mundial el crimen organizado haya globalizado sus propias actividades y ahora exista un entramado de conexiones casi indiscernibles entre la economía legal y la ilegal. Puesto que:
Las organizaciones de crimen organizado de los cinco continentes se han apropiado del espíritu de cooperación mundial y participan como socios en la conquista de nuevos mercados. Invirtiendo en negocios legales, no sólo para blanquear dinero sino para adquirir el capital necesario para invertir en negocios ilegales. Sus sectores preferidos para estas inversiones: el Estado altamente rentable, el ocio, los medios de comunicación y… la banca. 48
Como es bien sabido, existen muchos tipos de ilegalidad económica y política reconocidos y aceptados por el Estado. Por ello, el crimen organizado ha penetrado profundamente en la política y la economía de los Estados-nación. El crimen organizado se ha encumbrado como una forma de economía moderna. «Lo ilegal y lo legal son un espejo, un reflejo que se duplica. ¿En qué lado del espejo está el criminal?, ¿en qué lado aquel que le persigue?»49
Por tanto, es teóricamente comprensible que las lógicas de lo ilegal (los cárteles de droga, la mafia) se equiparen con las lógicas del Estado neoconservador estadounidense, ya que las estructuras de la mafia reproducen las estructuras del poder.
Dicho Estado hace uso y demanda constante (y oculta) de «la distribución de productos y servicios ilegales»50 y, bajo el mandato de cumplir con las lógicas que los adscriban a la carrera capitalista, estos sujetos transforman en mercancías un sinfín de elementos que antes no podrían tomarse bajo ese título: drogas, armas, personas, sicarios, etc. El resultado es:
[Una descarnada] operación de mercadotecnia encaminada a presentar con un nuevo envoltorio [y amparados por las leyes de la oferta y la demanda] un conjunto de relaciones que, marcadas por la impronta del capitalismo en sus versiones más radicales, tenían hasta hace muy poco, por lógica, una imagen negativa a los ojos de la mayoría de los habitantes del planeta. 51
Esto nos lleva a preguntarnos por las estrategias a trazar cuando la violencia se convierte en la ley de los mercados, invirtiendo el parangón, pues el mercado era quien hasta el momento determinaba las leyes para la gestión de la violencia. Con el advenimiento, aceptación y normalización del capitalismo gore, ¿seguirán siendo válidas las categorías de legitimidad e ilegitimidad para describir la aplicación de la violencia? ¿Qué convertirá la violencia en algo legitimo?, ¿el precio que se nos cobre por ejercerla? El monopolio de la violencia ya no es propiedad exclusiva del Estado-nación. El monopolio de la violencia se ha puesto a subasta y la puja más alta la está haciendo el crimen organizado.
Emprendedores económicos, emprendedores políticos y especialistas de la violencia
Dado que «los delincuentes organizados y desorganizados … son buenos capitalistas y empresarios emprendedores, ansiosos por obedecer la ley de la oferta y la demanda»,52 52 hemos decidido indagar en el concepto de emprendedor puesto que es vertebrador en la construcción y el triunfo de las lógicas capitalistas.
Según páginas especializadas en gestión empresarial, se denomina emprendedor «a aquella persona que identifica una oportunidad y organiza los recursos necesarios para ponerla en marcha.»53 53 Es habitual emplear este término para designar a alguien que crea una empresa o que encuentra una oportunidad de negocio o que empieza