Jóvenes, cultura y religión. Jorge Manzi. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jorge Manzi
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561425699
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en católicos nominales. Las condiciones de los participantes evangélicos son bastante similares a las de los católicos, aunque se muestra un aumento de la presencia de al menos un padre agnóstico/ateo, y de participantes que no declaran la religión de al menos uno de sus padres. Por otro lado, los participantes creyentes no adherentes muestran un perfil bastante particular respecto del resto de los grupos. Entre estos jóvenes hay una importante representación de familias donde al menos uno de los padres es no adherente, lo que da cuenta de una forma de relacionarse con la religión más distante a nivel familiar. En esa misma línea se inscribe lo que ocurre en los grupos de increencia, en donde, a pesar de que una gran parte de los jóvenes viene de familias creyentes, cerca de un tercio de estos señala que al menos uno de sus padres es no creyente.

      En sintonía con estos resultados, otras investigaciones han encontrado que la posibilidad de un niño de adquirir la misma religiosidad de los padres es cercana al 50% en el caso de que ambos sean creyentes, mientras que cuando solo uno de los padres es creyente, esta posibilidad disminuye a menos del 25% (Crockett & Voas, 2006). Por su parte, Pearce & Denton (2011), al analizar la religiosidad juvenil en Estados Unidos, observan que la tradición religiosa de los padres se relaciona directamente con el tipo de religiosidad de los jóvenes. Así, por ejemplo, entre aquellos jóvenes que provienen de familias protestantes conservadores, existe un mayor porcentaje de jóvenes catalogados como “cumplidores” o “comprometidos” (“abiders”) (64% frente a 43% del promedio nacional). Como contraparte, en aquellos jóvenes que provienen de familias no afiliadas religiosamente, el porcentaje de jóvenes ateos o “evasivos” (“avoiders”) de la religión es cuatro o tres veces el nivel nacional, respectivamente.

      Es posible constatar, como un primer resultado relevante de este capítulo, la distribución de las identidades religiosas entre los participantes: cerca de la mitad de los jóvenes encuestados se autodenominan católicos, aunque la frecuencia de esta autodenominación disminuye progresivamente a través de las tres mediciones del estudio. Como contraparte a esta tendencia, una proporción relevante de los jóvenes se definen como creyentes que no adhieren a una religión (entre un 17% en T1 y 22% en T3), o bien como agnósticos (entre 10% en T1 y 12% en T3) o como ateos (entre un 7% en T1 y un 12% en T3), siendo todos estos grupos los que aumentan su importancia relativa durante los años de estudios universitarios. De ellos, el de creyentes no adherentes aparece como la segunda identidad religiosa en términos de su frecuencia, a la vez la que experimenta un aumento mayor en el tiempo. Finalmente, valga evidenciar la baja presencia de estudiantes que se declaran evangélicos, probablemente por las características socioeconómicas de la muestra, grupo que, por lo demás, se mantiene relativamente estable en el tiempo.

      Estos resultados destacan por la similitud que tienen con la distribución de las identidades religiosas a nivel nacional, en la que el catolicismo sigue siendo la religión mayoritaria, pese a la disminución progresiva que ha tenido como lo han revelado diversas encuestas nacionales (por ejemplo, Encuestas Nacionales Bicentenario). Al mismo tiempo, se ha observado un aumento constante de personas que en Chile se declaran sin religión, viéndose reflejados en nuestro estudio en aquellos que declararon creencia sin adhesión a una religión, o posturas de increencia como el agnosticismo y el ateísmo propiamente tal. En ese sentido, pareciera que en el presente estudio no habría un sesgo particularmente marcado en la religiosidad de los jóvenes; de hecho, no hay mayor presencia de personas creyentes y, particularmente, de católicos al interior de esta universidad por el solo hecho de ser católica. Tal como se analizará en otro volumen, los estudiantes de la Universidad Católica la eligen principalmente por el prestigio institucional, calidad del cuerpo académico, entre otros factores, y en mucho menor medida por su identidad católica. Más aún, se ha visto que la muestra incluye una diversidad religiosa bastante representativa de las identidades a nivel nacional, con la sola excepción de los evangélicos. Nos parece que este primer hallazgo valida la pertinencia y legitimidad de estudiar el fenómeno religioso en una institución como esta, en la cual existe una muestra suficiente de diversos grupos religiosos, ya sean adherentes, no adherentes o derechamente no creyentes.

      Junto a lo anterior, el presente estudio tiene otro valor metodológico digno de ser rescatado: tal como se ha visto en los resultados de este primer capítulo, la investigación realizada incluyó la diferenciación de grupos al interior del catolicismo, al distinguirlos por niveles de prácticas; además, permitió la identificación clara de aquel grupo de jóvenes que se autodefine como creyente, pero que no adhiere a una religión, grupo que en otros estudios –como en las Encuestas Nacionales Bicentenario o de la Juventud– son integrados dentro de la gran categoría de personas no creyentes o sin religión. Nos parece que ambas distinciones al interior de grupos religiosos han permitido, tal como se comentará a continuación, algunos primeros hallazgos en torno a la diversidad, por ejemplo, al interior del grupo de católicos, así como la similitud que un grupo de católicos –los nominales– presenta respecto del grupo de creyentes no adherentes. Creemos que ello permite evidenciar con mayor claridad la complejidad que implica el fenómeno de la religiosidad en los tiempos contemporáneos, no solo, pero también, a nivel de identidades religiosas.

      Entrando un poco más en detalle en este punto, el presente capítulo ha mostrado, al menos en una primera etapa del análisis, la heterogeneidad de quienes se declaran católicos, cuya variabilidad está asociada, en parte, a los distintos niveles de prácticas que tienen los jóvenes de este grupo, distinguiéndose entonces entre católicos practicantes, observantes y nominales. Asimismo, y más interesante aún, se pudo constatar que estos distintos grupos tienen también importantes diferencias con respecto a los niveles de religiosidad y de identificación con su religión. En ese sentido, los jóvenes católicos que tienen mayor nivel de práctica también sienten una mayor identificación con el catolicismo y se perciben a sí mismos como más religiosos, lo que disminuye progresivamente junto con la disminución en las prácticas. Dicho hallazgo solo ha sido posible de lograr dada la distinción metodológica antes comentada, la cual logra esclarecer de manera más precisa las diferencias dentro de un grupo que comúnmente se considera homogéneo, pero que, como se observa en los resultados de este estudio, en la práctica no lo es y no únicamente en relación con la práctica cultual.

      Lo anterior ha permitido constatar la similitud que creyentes no adherentes manifiestan, en los diversos ítems referidos a la identidad religiosa, con los denominados acá como “católicos nominales”. Nuevamente, dicho hallazgo ha sido posible al diferenciar a los creyentes no adherentes de los jóvenes agnósticos o ateos, con quienes son agrupados usualmente en otros estudios.

      Se analizó en detalle la evolución de las afiliaciones religiosas de los jóvenes de la muestra a lo largo del estudio, de manera de conocer el nivel de dinamismo o estabilidad que presentan en uno de los períodos de transición más importante del ciclo vital de las personas. En términos globales constatamos una relativa estabilidad, en el sentido de que al menos el 55% de los jóvenes que declaraba una cierta identidad religiosa al comenzar el estudio, declaraba la misma en la tercera medición. Sin embargo, se observaron variaciones relevantes según la identidad religiosa inicial.

      Entre los jóvenes que adhieren a religiones institucionalizadas (católicos o evangélicos), se observa claramente una mayor estabilidad en los segundos. Por su parte, entre los católicos se constata que cuando se observa un cambio, este se traduce, en general, en un aumento de los creyentes no adherentes.

      La diferenciación metodológica entre creyentes no adherentes y agnósticos, ateos ha permitido constatar, además, que, al menos para una proporción de los jóvenes, la creencia sin adherencia y el agnosticismo se comportan como afiliaciones “de paso”, en tanto son las identidades religiosas que presentan los mayores niveles de movilidad. Dentro de los grupos creyentes, es más probable que los participantes sin adherencia se hagan no creyentes. A su vez, dentro de los grupos de no creencia, es más probable que un participante agnóstico experimente un cambio de identidad hacia la creencia, pero, en general, sin adhesión institucional. Por su parte, quienes se denominaron agnósticos o ateos en la primera medición tuvieron patrones de movilidad algo desiguales, aunque con una tendencia a desplazarse a alguna de las opciones más cercanas, ya sea hacia la creencia sin adhesión o hacia otra forma de increencia.

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