Publicado en el diario La Tercera el 10 de julio de 2011.
La calidad, prioridad de la educación superior
La necesidad de mejorar la calidad de las instituciones de educación superior debe ser el punto central del proceso de reformas que se lleva a cabo en nuestro país. El aseguramiento de esta calidad tiene al menos tres ejes fundamentales: acreditación, fiscalización e información. Existe un cuarto eje correspondiente al aporte que las universidades realizan en la educación escolar para que los estudiantes que ingresen a la educación superior lo hagan mejor preparados.
Para lograr esos propósitos, es imperioso modificar ciertos aspectos, considerando el funcionamiento que ha tenido el sistema de Aseguramiento de la Calidad desde su implementación legal en el año 2006. Se debe transitar hacia una nueva etapa que permita distinguir la calidad de las instituciones según su complejidad y que entregue información relevante para la toma de decisiones a los estudiantes y sus familias. El nuevo sistema de acreditación podría apoyarse en una evaluación internacional que incorpore otros parámetros.
Es necesario reconocer la diversidad de instituciones que componen el sistema de educación superior. Estas se pueden diferenciar entre universidades complejas (con docencia e investigación avanzada) y otras de predominio docente. El fortalecimiento y obligatoriedad del sistema de acreditación debe hacer más exigente el proceso de evaluación, cuyo foco está puesto en los procesos de operación y funcionamiento. A estos habría que incorporar otros indicadores –lo que contribuiría a una mayor transparencia–, para evaluar la calidad a través de resultados y competencias de profesores y estudiantes, así como los conocimientos y capacidades de sus egresados.
El aseguramiento de esta calidad tiene al menos tres ejes fundamentales: acreditación, fiscalización e información.
Por otra parte, se requiere avanzar hacia una mayor participación de grupos relevantes, lo que implica visibilizar las necesidades y demandas de empleadores, siguiendo las buenas prácticas a nivel internacional. Además, sería conveniente reestructurar las atribuciones de la CNA, el CNED y las agencias acreditadoras, regulando los conflictos de interés y fortaleciendo la fiscalización de todos los procesos de acreditación. La Superintendencia de Educación Superior deberá jugar un papel central, fiscalizando no solo el ámbito financiero, sino también supervisando diversos temas asociados a la calidad, como la creación de sedes y de nuevas carreras por parte de las instituciones y la recepción y análisis de los reclamos de los estudiantes y sus familias.
Resulta imprescindible contar con información adecuada sobre los programas que dictan las instituciones, unificando los distintos sistemas de información hoy existentes. Para ello, es ilustrativo, por ejemplo, publicar el perfil de los estudiantes que ingresan a un programa; los puntajes de corte; la formación y grado de los profesores; el tipo de infraestructura (laboratorios, bibliotecas); las áreas y años de acreditación de la institución y sus programas; los convenios académicos –nacionales e internacionales–; la productividad científica; la innovación curricular, y las tasas de deserción y de empleabilidad, entre otros. Cada institución de educación superior debe aportar estos datos para permitir decisiones informadas y responsables.
Con el propósito de aumentar la calidad del sistema en su conjunto, es vital el aporte de la educación superior al mejoramiento de la calidad de la educación escolar, en la que hay que avanzar en la formación de profesores y en atraer a los mejores alumnos a estudiar pedagogía. Las universidades juegan un papel fundamental mediante el fortalecimiento de sus facultades de Educación. Junto con una sólida preparación teórica, es vital la temprana y adecuada práctica de la pedagogía por parte de los estudiantes en redes de escuelas y liceos. Además, es necesario contribuir a la formación de liderazgos en educación, con programas académicos que formen directores fuertemente comprometidos con la educación. Las universidades complejas deben aportar, además, investigación avanzada en materias de educación escolar, para fortalecer el desarrollo de políticas públicas en este tema.
Si bien el término calidad no es fácil de definir en educación, es evidente que incluye la necesidad de apoyar de manera decidida el proceso de transformación de una persona que se prepara a dar un salto mayor en su formación humana, valórica, ciudadana, intelectual e integral. Este camino requiere estándares exigentes, contrastados con el mejor nivel internacional. Nuestro país lo merece, y en especial los niños y jóvenes de nuestra patria lo anhelan.
Publicado en el diario El Mercurio el 11 de febrero de 2012.
Extensión de las carreras universitarias
En la última sesión del Consejo de Rectores, el ministro de Educación solicitó un análisis de la duración de las carreras universitarias. La educación superior es un período vital en la vida de los jóvenes, donde se adquieren elementos de formación integral y profesional.
Un aspecto crítico es la duración de las carreras y el tiempo que toma a los estudiantes completar sus estudios e incorporarse al mundo laboral. Previo al análisis de las causas de la mayor duración de los programas, hay que establecer que existen diferencias y variaciones entre universidades y carreras, por lo que el diagnóstico incluye variadas realidades. Revisemos algunos de los factores involucrados.
En primer lugar, previo a modificar la duración teórica de las carreras, las instituciones universitarias deben identificar los factores que explican el retraso en la titulación. Entre ellos figuran la alta tasa de deserción, el fracaso académico y la falta de un sistema de acompañamiento cercano para los estudiantes con dificultades de aprendizaje. Especial mención requiere la nivelación de los estudiantes en los primeros semestres, reflejo de la diferente calidad del sistema escolar. Un segundo aspecto está relacionado con temas curriculares que exigen un proceso de cambio en la cultura académica. En este sentido, la modificación del tiempo de dictación de los cursos, de semestres a trimestres, por ejemplo, es una estrategia que puede colaborar con una mejor utilización del tiempo. Es necesario identificar los conocimientos fundamentales del currículo de pregrado respecto de aquellos que se deben abordar en el posgrado. El desafío supone articular de manera apropiada estas dos etapas de la formación universitaria.
La experiencia internacional revela que es posible formar profesionales en un tiempo menor; sin embargo, esto debe estar acompañado de varios factores: una oferta curricular articulada en el tiempo, instrumentos que permitan la educación continua, sistemas de certificación de competencias, y un mercado laboral flexible que esté dispuesto a validar y emplear a los profesionales en sus diferentes etapas de formación.
Un tercer aspecto lo constituyen las actividades de graduación. Es positivo que la mayoría de los programas hayan eliminado las tesis de pregrado e incorporado los exámenes profesionales o actividades de graduación en el posgrado. Por otra parte, la exigencia de 10 semestres cursados para el contrato en la administración pública debe suprimirse a la brevedad. Un cuarto factor es que en nuestro país el diploma universitario habilita para ejercer la profesión, lo que no es así en la mayoría de los países desarrollados en los que, además del primer grado universitario, se requiere de un magíster u otros estudios.
La experiencia internacional revela que es posible formar profesionales en un tiempo menor; sin embargo, esto debe estar acompañado de varios factores: una oferta curricular articulada en el tiempo, instrumentos que permitan la educación continua, sistemas de certificación de competencias, y un mercado laboral flexible que esté dispuesto a validar y emplear a los profesionales en sus diferentes etapas de formación. Los cambios curriculares suponen monitorear el entorno con estudios de seguimiento de los egresados y empleadores de una manera sistemática.
La duración de las carreras universitarias es un tema que requiere una mirada global para poder identificar los factores que aseguren la calidad y utilizar el tiempo de educación universitaria de la mejor forma. El