Es la persona y su dignidad lo que queremos promover, favoreciendo su desarrollo pleno, a partir de la propuesta educativa que brota de la identidad de una universidad católica.
La inclusión va más allá del crecimiento económico, la inversión social y el acceso a bienes públicos. La sustentabilidad de la inclusión social depende de las posibilidades de los ciudadanos de influir en las políticas públicas. La educación es el principal factor para producir los cambios y la equidad anhelada. En la universidad, entendemos la inclusión como una verdadera acogida de todos los estudiantes. Es la persona y su dignidad lo que queremos promover, favoreciendo su desarrollo pleno, a partir de la propuesta educativa que brota de la identidad de una universidad católica.
Debido a la segregación socioeconómica actual, apoyamos los nuevos instrumentos de selección universitaria que aumentan la equidad. El recientemente aprobado ranking de notas identifica a quienes tienen hábitos de estudio, sentido de la responsabilidad y motivación, independiente de sus respectivos entornos socioeconómicos. Así, en la UC hemos demostrado que el seguimiento de los estudiantes es predictivo de un muy buen rendimiento académico en la educación superior.
Algunos avances concretos en esta senda incluyen el intercambio estudiantil (más de 2.000 alumnos) con una variedad de universidades extranjeras. En el aspecto socioeconómico, la admisión 2012 amplió el beneficio de gratuidad de los alumnos a los dos primeros quintiles (arancel de referencia y contraparte de la universidad). Además, hemos iniciado novedosos programas de fortalecimiento de las competencias académicas para alumnos vulnerables. Por otra parte, se ha potenciado el programa de difusión del proyecto de la UC en establecimientos municipales y subvencionados.
Exitosos ejemplos de inclusión, existentes desde hace una década, contiene el programa de detección de talentos Penta UC (con más de 850 escolares), al que se ha sumado el programa Talento e Inclusión, orientado a estudiantes de colegios municipales y subvencionados que se extenderá a toda la universidad. La beca Cardenal Silva Henríquez es otra iniciativa de la comunidad UC, y la colaboración de privados en la Fundación Juan Pablo II ha permitido por 25 años entregar becas a estudiantes con necesidades económicas.
En relación con los alumnos con necesidades especiales, en Chile solo el 6% logra ingresar a la educación superior. En nuestro programa Piane UC hay más de 45 estudiantes con discapacidad motora y sensorial en 22 carreras, situación que también se observa en el posgrado. Así, realizamos asesoría a los docentes en temas metodológicos y de enseñanza, con nuevos recursos tecnológicos para el aprendizaje. Además, hemos implementado un programa de tutoría de pares que ofrece oportunidades de desarrollo personal y académico.
Sin duda, aún nos queda mucho por mejorar; sin embargo, hemos asumido esta tarea con gran responsabilidad. Estos procesos son lentos y las soluciones aún parciales, pero el desafío busca nuevas posibilidades de acogida e inclusión para los estudiantes. De esta forma, su riqueza humana e intelectual se verá reflejada en una sociedad más integrada, en el desarrollo del país y en el proyecto global de la UC. Nuestro compromiso es trabajar por una educación universitaria con identidad, inspiración y sentido cristiano, de calidad y equidad para los jóvenes, que sea un real aporte a la cultura de nuestro país.
Publicado en el diario El Mercurio el 16 de junio de 2012.
Familia, educación y sociedad
En épocas de reflexión sobre la educación, como en la que vivimos, es siempre bueno volver a poner énfasis en la importancia que reviste la familia en los procesos de formación de los hijos. La familia es la célula social más pequeña e importante, una institución fundamental para la vida de toda sociedad y, como tal, tiene un rol clave en la educación.
Es en familia donde se aprende a compartir, a respetar y a construir los valores para una convivencia constructiva y pacífica. Es en ella donde se recibe y cultiva la fe, se aprende la solidaridad entre las generaciones, el respeto, el perdón y la acogida del otro. La familia es la primera escuela donde se recibe la educación para la justicia y la paz. También es en ella donde se adquieren los primeros hábitos en relación al conocimiento que marcarán posteriormente toda la ruta de aprendizaje.
La familia está llamada a ser la primera en procurar que las leyes y las instituciones del Estado defiendan positivamente sus derechos. La familia debe crecer en la conciencia de ser protagonista de la construcción de la llamada “política familiar” y asumir la responsabilidad de transformar la sociedad.
Así, los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos, y comparten su misión educativa con otras personas e instituciones. Debido a que los padres no son capaces de satisfacer por sí solos las exigencias de todo el proceso educativo, el principio de subsidiariedad completa con los procesos educativos formales al amor paterno y materno, ratificando su carácter fundamental. Todo colaborador en el proceso educativo actúa en nombre de los padres, con su consentimiento y, en cierto modo, por encargo suyo. De este modo, la familia, en virtud de su naturaleza y vocación, se abre al aporte educativo de la sociedad.
Tanto en los rasgos cognitivos como en los no cognitivos las brechas de habilidad entre familias, individuos y su relación con el ingreso socioeconómico y demás recursos familiares aparecen en los primeros años y se mantienen durante gran parte de la vida. Juegan un rol crucial en el momento en que se desarrollan las capacidades de aprendizaje. Su falencia determina pobreza en edad temprana de la familia. Es la pobreza más crucial, aquella que tiene el efecto más duradero y que se va a traspasar a la siguiente generación. De aquí se desprende la importancia de la educación inicial en la familia y lo significativo que es poder fortalecer la educación preescolar o inicial.
La pobreza familiar en la infancia no solo tiene que ver con menores bienes materiales o con la ingesta de menos nutrientes, sino que afecta otras áreas, en especial al desarrollo de la cultura y al interés por aprender. En este sentido, es una buena noticia que los nuevos recursos de la reciente reforma tributaria vayan a considerar esta etapa de la formación de los niños.
La familia está llamada a ser la primera en procurar que las leyes y las instituciones del Estado defiendan positivamente sus derechos. La familia debe crecer en la conciencia de ser protagonista de la construcción de la llamada “política familiar” y asumir la responsabilidad de transformar la sociedad. Junto con ella, la sociedad, que aporta a través de diferentes proyectos educativos (de la Iglesia, fundaciones y privados), y el Estado –a través de una educación pública de calidad al alcance de todos– conforman los tres pilares esenciales en la formación de los niños y jóvenes.
La familia y la sociedad, con la protección del Estado, tienen una función complementaria en la defensa y en la promoción del bien de todos los hombres y de cada hombre. Entenderlo así es una gran oportunidad para cada una de nuestras familias.
Publicado en el diario La Tercera el 20 de septiembre de 2012.
Educación superior 2013: Desafíos y oportunidades
La educación representa una aventura apasionante; es más que incorporar contenidos y conocimientos. Es un proceso de crecimiento y transformación personal, en el cual entender, acompañar, querer y entregar forman parte de la labor docente. Así, la misión e identidad de cada institución es clave en el desarrollo de este proceso. El año académico que se inicia presenta grandes desafíos y oportunidades para la Educación Superior, que quisiera detallar en estas líneas, siendo prioritarios los primeros tres descritos.
1) Acceso: El informe internacional Pearson y el debate de los últimos años hacen imprescindible la incorporación de cambios al proceso de admisión universitaria, lo que requiere que el Consejo de Rectores implemente una nueva institucionalidad. Las modificaciones a la actual PSU, la