La Defensa de la vida es un elemento clave en nuestra concepción del ser humano. Aquí se expone claramente que la vida comienza en el momento de la concepción y que ella es sagrada, por cuanto en ese segundo aparece un alguien que antes no existía, una persona que será la misma hasta su muerte natural. Este tema, de la mayor relevancia para el país, se aborda en una monografía que analiza el proyecto de despenalización del aborto en tres circunstancias y se asume una posición de respeto a la existencia del niño que está por nacer.
Por último, Personas contiene reconocimientos a personalidades de la UC y del ámbito público. Recordamos al rector Fernando Castillo Velasco, resaltando sus cualidades como persona y como rector; percibimos la creación de cardenal de monseñor Ricardo Ezzati como un motivo de alegría y un signo de esperanza de una Iglesia viva, y nos congratulamos por los 50 años de sacerdocio del cardenal Zenon Grocholewski.
Por otro lado, los documentos que se incluyen en este libro representan un análisis en profundidad de aquellos temas que consideramos claves para el desarrollo de la educación superior: los desafíos para los próximos años, la calidad y la libertad de enseñanza, el avance en inclusión a través de diferentes instrumentos y el aporte de la Iglesia en la formación de los jóvenes y en la creación de nuevo conocimiento.
La selección de correos electrónicos a los miembros de la Universidad refleja el modo de mantener informada a la comunidad UC en temas relevantes para la institución, buscando siempre la mayor transparencia. El grueso de los escritos y columnas ha sido pensado y redactado en el marco de una situación contingente que atañe a nuestro quehacer. Varios de ellos, en medio de situaciones complejas, en un escenario de incertidumbre respecto del futuro inmediato.
Este libro también podría haberse titulado “Desde la madrugada a la sociedad”, pues gran parte de los textos fueron escritos antes de asomar el sol. La tranquilidad y el descanso proporcionados por el sueño nocturno y el despertar de madrugada me permitieron percibir con una mayor lucidez la realidad y las posibilidades de entregar propuestas. Escribir sobre el sentido de lo que hacemos, poner de relevancia la calidad y equidad en Educación Superior, destacar el rol de los profesores, el aporte de los estudiantes, es una labor apasionante. Así también, destacar el valor de la vida, informar sobre decisiones importantes y difíciles para el desarrollo de la Universidad, requieren de una fe que se debe construir día a día, del apoyo familiar y de un gran equipo de trabajo de la Dirección Superior de la Universidad, que siempre me respaldó para realizar una tarea al servicio de la Universidad, de la Iglesia y del país.
Agradezco de manera especial a mi familia por el apoyo permanente en mi diario trabajo. A los presentadores del libro, el rector emérito de la UC, profesor Juan de Dios Vial Correa, y el rector de la Universidad de Santiago y ex vicepresidente del Consejo de Rectores, Juan Manuel Zolezzi, por el tiempo empleado en revisar y comentar el contenido de estas páginas. Agradezco a Carlos Jorquera por su labor editorial de excelencia y a Andrea Pinochet por colaborar durante estos cinco años en la generación de este material. Gracias a M. Angélica Zegers y a Ediciones UC por apoyar la edición de este libro, que busca ser un aporte real a la discusión del presente y futuro de la Educación Superior del país en un período muy importante de su desarrollo.
Santiago, mayo 2015
PRIMERA PARTE
Columnas, cartas, artículos de prensa
El sentido de la educación superior
Educar significa conducir al individuo fuera de sí mismo, para llevarlo a otra realidad, hacia un crecimiento que se orienta a la plenitud de la persona.
Nuevos desafíos de la UC
Nuestra universidad debe cultivar y compartir con la sociedad un saber iluminado por la fe, para ponerlo al servicio de las personas y contribuir a la evangelización de la cultura. La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva a la contemplación de la verdad (Fides et ratio, 1998). Debemos aportar al progreso espiritual y material del país, educar a nuestros estudiantes para que sean ejemplos de vida intelectual y cristiana, emprendedores, íntegros y solidarios; generar conocimientos que permitan el progreso, y aportar soluciones para los problemas que aquejan a la sociedad chilena.
Los elementos prioritarios de la misión universitaria son la docencia y la investigación, por lo que lograr una articulación armónica debiera ser un objetivo prioritario. Nuestra universidad tiene un importante desarrollo en investigación, que permea a la enseñanza, por lo que podemos afirmar que en variadas áreas se enseña lo que se investiga y que nuestra docencia está en la frontera del nuevo conocimiento. La mejor manera de abordar este gran proyecto es fortaleciendo al cuerpo de profesores, preocupándose por sus condiciones de trabajo y desarrollo profesional. Además, debemos ser más eficaces aún en la captación de recursos externos, ya sea de fondos públicos o privados, capaces de producir un real impacto y que aborden los problemas más acuciantes.
Debemos ser una universidad de calidad internacional, con una identidad católica clara y expuesta a la comunidad, que tenga un definido liderazgo latinoamericano y que se destaque en áreas que –junto a las ciencias, humanidades y tecnologías– reflejen sus carismas.
Junto a estas tareas fundacionales, la vinculación con la sociedad y sus necesidades en áreas diferentes –tales como la educación, la salud, el cuidado del medio ambiente, la vivienda popular, la gestión municipal y otros– ha permitido dar un aporte de real impacto en bien de la comunidad. En momentos como los que afectan hoy a nuestro país, el compromiso de profesores, alumnos y administrativos ha quedado de manifiesto en las áreas más golpeadas por el terremoto. Es de esta forma como la universidad puede entregar su conocimiento, experiencia y apoyo en bien de la comunidad.
Debemos ser una universidad de calidad internacional, con una identidad católica clara y expuesta a la comunidad, que tenga un definido liderazgo latinoamericano y que se destaque en áreas que –junto a las ciencias, humanidades y tecnologías– reflejen sus carismas. Nuestra universidad debe realizar un gran esfuerzo para considerar nuestra cultura actual, la que nos va influyendo y modelando como comunidad y como individuos. Se trata de cumplir la misión y el mensaje de la buena nueva a que estamos llamados como Universidad Católica. Nuestra identidad se manifiesta en cientos de jóvenes que dan testimonio de una propuesta valórica y de formación, que se transforman en agentes de cambio al egresar. Debemos trabajar para ser fieles a nuestra misión y a nuestros fundadores. El desarrollo de las artes y las humanidades requiere de un esfuerzo y dedicación especial. Sus importantes aportes permiten que nuestra universidad sea completa, un lugar del cultivo del saber amplio y profundo, con la presencia de las diferentes sensibilidades que conforman el conocimiento.
Siguiendo las directrices de Ex corde Ecclesiae (Constitución Apostólica, 1990), quiero ser un rector al servicio de la universidad, en una universidad al servicio de Chile. Quiero poder prestar el mejor servicio a sus profesores, alumnos, administrativos y auxiliares. Quiero prestar el mejor servicio anunciando el inestimable valor de la vida humana, desde el momento de la fecundación hasta su muerte natural. Quiero prestar el mejor servicio para aspirar a tener un espacio de humanización y poder generar una auténtica comunidad de personas. Y asumir este apasionante desafío con entusiasmo y confianza, consciente de que somos modestos albañiles y que es el Señor quien construye esta casa.
Publicado en el diario El Mercurio el 16 de marzo de 2010.
Las universidades al servicio del país
Potenciar la educación superior es clave para que Chile alcance el desarrollo que requiere en los próximos años. Por este motivo, se impone como una necesidad la sinergia entre las dos principales universidades del país. Estamos planificando reforzar