Biblioteca Studio Ghibli: La princesa Mononoke. Laura Montero Plata. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Laura Montero Plata
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788417649524
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      Si se eliminan los aspectos complejos y se mira todo simplemente como bueno o malo, no creo que se pueda captar la verdadera naturaleza de las cosas.

      Hayao Miyazaki (Turning Point: 1997-2008, 2014)

      Entre las declaraciones recogidas en una entrevista con Hayao Miyazaki en la edición de 2003 del DVD de La princesa Mononoke, el cineasta japonés asegura que «Lo más importante de una película son los recuerdos que deja». Su cine se construye en torno a esta premisa haciendo que su obra deje un rastro de momentos inolvidables para todo aquel que, fortuita o conscientemente, acceda al universo animado de Miyazaki.

      La memoria se convierte en un factor clave de su filmografía, no solo por esta intencionalidad de construir recuerdos en el espectador, de ofrecer un legado, sino por el afán didáctico y revisionista que se oculta detrás de ésta. Si bien Hayao Miyazaki asevera que no es importante investigar todos los detalles contenidos en una obra, y que es mejor invertir ese tiempo en algo más útil, un análisis en profundidad de este largometraje permite tener una visión más clara de la complejidad y riqueza de su relato, de su intención como autor y de un vastísimo bagaje que, bajo la forma de un jidaigeki –una película de época japonesa–, le permite poner en conexión el discurso de diferentes teóricos e intelectuales que plantean la lectura de los acontecimientos históricos de Japón de una forma que se aleja del discurso clásico y oficial.

      Sin duda, para quien estas palabras escribe, La princesa Mononoke está llena de recuerdos. La maraña de sensaciones, de asombro y de influjo que esta obra ejerció sobre mí se puede rastrear hasta el año 2001, hasta esa sala de los cines Cartago de Madrid donde los padres se vieron obligados a sacar a sus hijos, llorando a lágrima viva, de una película animada que venía a demostrar que el cine de animación no se limita exclusivamente a un público infantil. El visionado de este largometraje cambiaría literalmente mi trayectoria profesional y haría que me decantara por el anime como el eje que ha vertebrado mi carrera como investigadora desde entonces.

      Si bien coincido con Hayao Miyazaki en la importancia de los recuerdos que una obra cinematográfica imprime en nuestra memoria, convirtiéndola en una experiencia y una emoción que se pueden revisitar sin restricciones ni limitaciones espacio-temporales, el conjunto de su filmografía, y más concretamente La princesa Mononoke, merece en un estudio pormenorizado para sacar a la luz las influencias, los temas y las inquietudes que encierra. A lo largo de este monográfico nos propondremos hacer un recorrido por los diferentes aspectos que han hecho de La princesa Mononoke una película clave de la historia del cine japonés.

       VISLUMBRANDO NUEVOS PROYECTOS

      La gestación de este proyecto, como la de casi toda la obra del autor, ha sido la de un desarrollo de largo recorrido que se puede rastrear hasta el año 1980, pero que empezó a tomar una forma más concreta a principios de los años noventa. En una entrevista publicada en la revista Animage, en octubre de 1993, Miyazaki explicaba al director Mamoru Oshii que quería hacer una historia de amor sin dobleces, franca, pero que, dirigirla o no, dependería de las circunstancias. El punto de partida, así, sería un amor que permanecería contra viento y marea, a pesar de que el mundo perdiera su dogma. La idea empezó a tomar cuerpo en la mente de Hayao Miyazaki mientras trabajaba en otros proyectos para Studio Ghibli.

Illustration

      Portada de Hayao Miyazaki Image Board (1983).

      Tras escuchar ambas propuestas, Suzuki le ofreció tres razonamientos para ayudarle a decidirse. En primer lugar, Miyazaki empezaba a hacerse mayor; ya estaba en la cincuentena y si quería hacer una película de acción tenía que ser en ese momento o nunca sería capaz de volver a asumir un proyecto de esas características. En segundo, los empleados de Studio Ghibli, que ellos mismos se habían encargado de formar, ya habían pulido su técnica y esto permitiría que el largometraje contara con una gran calidad. Y en último término, las finanzas de la compañía se encontraban en su mejor momento. Si querían hacer un filme de gran presupuesto, era el momento adecuado para buscar una inversión económica fuerte en la nueva aventura cinematográfica de Ghibli.

      A todas estas argumentaciones Toshio Suzuki añadió que: «Si pones todo tu empeño en realizar la película, me dejaré la piel para venderla» (Miyazaki, 2014a: 44). Ante lo que Miyazaki consideró como una genuina amenaza, el animador confesó entre risas que no tuvo más remedio que ponerse manos a la obra y hacer La princesa Mononoke.

       EL ORIGEN DE LA IDEA

      La primera referencia clara a la creación de un jidaigeki ambientado en la era Muromachi (1338-1573) la encontramos en una larga entrevista entre Hayao Miyazaki y el cineasta Akira Kurosawa. Conocedor de la admiración que el primero profesaba por el segundo, la cadena japonesa Nippon TV propició un encuentro entre ambos que se emitió el 6 de mayo de 1993 con el nombre de Miyazaki Meets Kurosawa. En un momento dado de la conversación, Miyazaki confesó que llevaba mucho tiempo queriendo hacer un jidaigeki pero que le parecía extremadamente difícil. Kurosawa le propuso que centrara sus energías en una adaptación japonesa de William Shakespeare bajo la forma de un jidaigeki –método que el veterano director había usado en películas como Trono de sangre (Kumonosu-jō, 1957) o Ran (1985)–. Después de unos momentos de reflexión, el animador le preguntó a Kurosawa: «¿Qué le parece Muromachi?». En un artículo escrito por Sayuri Harada se afirma que el germen de la película surgió precisamente en esta conversación (Harada, 1999: 171). Si bien es cierto que la adscripción de La princesa Mononoke a este periodo medieval de la historia japonesa pudo tomar su último impulso gracias a este frente a frente televisivo entre los dos titanes del cine, la idea de situar un relato en este contexto histórico llevaba mucho tiempo gestándose en la mente de Hayao Miyazaki.

      La historia de Mononoke hime se retrotrae al año 1980. En esta época, el dibujante estaba contratado por la compañía Telecom Animation; el estudio tenía pocos proyectos en ese momento, lo que dejó a Miyazaki con mucho tiempo libre para dejar volar su imaginación. Este periodo de tiempo, corto pero intenso, le permitiría dar forma a multitud de temas, diseños y motivos que iría retomando, moldeando o rediseñando para sus proyectos venideros (Miyazaki, 2014b: 98). Una de las ideas que le tuvo más embebido en aquel entonces fue precisamente la de Mononoke hime, una historia que intentó vender a una cadena de televisión, sin éxito, al ser considerada demasiado oscura, y que terminó apareciendo junto a otros bocetos e ideas en Hayao Miyazaki Image Board.

      Cuando Miyazaki, con la ayuda de su productor Toshio Suzuki, decidió desempolvar el proyecto, Studio Ghibli lanzó una primera y tempranísima estrategia promocional, a finales de diciembre de 1993, para vender al público japonés la nueva película en desarrollo de la compañía: reeditar la historieta a todo color en una edición de lujo y gran tamaño. Con todo, a pesar de la cuidada planificación de Ghibli, el desarrollo de la idea original