Macabros. César Biernay. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: César Biernay
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9789563247862
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el mismo Nicolás gestionó el camión para mudar a su esposa a Valparaíso.

      Nicolás y Adriana se separan tras cuatro años de convivencia, con el antecedente de haberse separado tres veces en ese tiempo. Acordó pagarle 30.000 pesos mensuales, pero este compromiso lo cumplió solo los dos primeros meses, en octubre y en noviembre de 1960, faltando a su palabra llegado diciembre. Ante ello, Adriana recurrió a la Dirección Escolar y después al Juzgado de Menores, logrando que al profesor se le descontara mensualmente el 50% de su sueldo, monto que alcanzó inicialmente la suma de 60.000 pesos y luego 75.000. Arancibia alegó que se separó por infidelidad comprobada de su esposa, y que a la fecha ella realizaba “labores del sexo”, asegurando estipendios mensuales para el cuidado de sus hijas. Lo cierto es que el descuento fue inapelable, asumiendo así su nueva y complicada situación económica. Se mudó con la joven Aurora a una pensión más barata para luego volver donde sus padres, solicitando su traslado a una escuela en Valparaíso.

      Aurora del Tránsito Vicencio Schiappacasse nació el 4 de septiembre de 1943. Es hija de Aida Schiappacasse Córdova, prostituta de Valparaíso, domiciliada en calle Urrutia de Cerro Polanco, y de Horacio Vicencio. El padre no la reconoció, pero la madre insistió en que se consignara el apellido del papá. Ello le generó confusión en cuanto a su nombre real, pues desde pequeña fue llamada con ambos apellidos por separado2.

      La joven Aurora quedó a cargo de su abuela materna Aurora Córdova Cabrera, quién vivía en Lo Gamboa, en Limache. Desde pequeña colaboró en las tareas de la pensión y en la atención de los pensionistas.

      A pesar de ello Aurora tuvo poco roce social y al conocer a Nicolás se sintió poderosamente atraída por él, jurándole amor eterno, dispuesta a hacer juntos una vida marital. Cuando su madre Aida supo de la amistad entre su hija Aurora y Nicolás, le negó esa relación, porque sabía que él era casado. Pero la niña encaprichada siguió a escondidas con el clandestino amor. Cuando la abuela Aurora se enteró del romance lo mandó a llamar para aclarar la situación. Nicolás le aseguró que pretendía casarse con Aurora, si Adriana le daba la nulidad, y las cosas quedaron así.

      Cuando Aurora quedó embarazada, Nicolás quiso llevársela, pero no la dejaban salir con él. Argumentó que la quería sacar para alimentarla mejor, ya que estaba débil, pero la familia llegó al extremo de hablar con un juez, quién ordenó que “por ningún motivo saliera de la casa, ya que Nicolás se la podía llevar”. Un día, mientras la abuela no estaba, Nicolás y Aurora huyeron a Illapel y nunca más volvió a ver a su madre, ni Adriana pudo conocer a su nieto (declaración policial de la madre).

      Así, se mudaron a una pieza en el Camino Troncal que va a Olmué, lugar en que ocurrió el nacimiento del pequeño Percy Rosendo, el 10 de octubre de 1961. Pasaron dos meses antes de inscribirlo en el Registro Civil, ya que Aurora, como se ha dicho, no sabía cómo se apellidaba realmente. Firmaba como Aurora Schiappacasse, pero en el certificado de nacimiento había una nota aclaratoria que, a pedido de la madre, consignaba el apellido Vicencio como paterno.

      Al mes de nacido el pequeño Percy, a Nicolás le llegó su destinación a una escuela de Illapel, lugar al que se fue junto a Aurora y su hijo en marzo del año siguiente, previo al inicio del año escolar. El profesor Arancibia empeoró sus problemas económicos, junto a sus problemas de alcoholismo y comportamiento violento. Si bien intentó cursar una vida nueva junto a Aurora y su pequeño hijo, nunca supo enmendar su destino.

      Solo estuvo dos meses en Illapel, lugar donde además de los serios problemas económicos tuvo divergencias con la directora Armelinda Soto, una profesional estricta que lo reprendió por su habitual afición a las bebidas alcohólicas y por su aspecto desaseado. Así, en mayo volvió a Val-paraíso, junto a Aurora y su pequeño hijo de cinco meses, argumentando un aparente error en el documento de traslado y apelando al apoyo de su madre para salir adelante. Sus padres, con evidente reticencia a su relación con la joven Aurora, no los recibieron en la misma casa, sino que les ofrecieron ocupar la pieza del fondo, junto a las otras piezas arrendadas, para, aparentemente, otorgarles mayor autonomía.

      Sin empleo fijo, Nicolás asumió trabajos esporádicos en el puerto, cumpliendo diversas tareas y oficios, entre las que destaca fabricar juguetes. Tras gestionar una nueva destinación en la Dirección Escolar, y tras la negativa de la directora Soto de volver a recibirlo en Illapel, consiguió su orden momentánea de traslado al puerto, para cumplir funciones en la Escuela N° 34 de avenida O’Higgins. Pese a ello, sus necesidades eran demasiadas y su situación económica era cada vez peor.

      En octubre se normalizó la documentación relativa a su traslado a Illapel, pero ante la pobre situación económica no pudo materializar su viaje al norte del país. Le envió una carta a su exesposa pidiéndole la nulidad del matrimonio, pues manifestó estar “enamorado de una niña”. Ante la negativa de Adriana, pidió dos meses sin goce de sueldo, privándola así de las mensualidades que religiosamente recibía. Durante ese tiempo mantuvo a Aurora y Percy con trabajos particulares, entre ellos la fabricación de juguetes. Estos los confeccionaba con apoyo del Garaje Uruguay, en calle Uruguay 367, donde obtenía moldes didácticos y luego remataba los diseños con ayuda de un alicate y apresto de piroxilina.

      Su hermana menor Leontina sintió la misma vocación por la pedagogía y cursó la misma profesión que su hermano. En junio del año 1962, Leontina vivía junto a sus padres en la modesta casa del puerto donde recuerda cuando vio regresar a Nicolás pidiendo ayuda. Las carencias económicas y afectivas de Nicolás y Aurora detonaban frecuentes peleas, evidentemente notorias desde el otro lado del patio, donde se escuchaban los gritos y los golpes. A juicio de Leontina “las peleas menudiaron y en algunas oportunidades hubimos de intervenir (sic), ya que estas habían llegado a terreno peligroso” (PDI, 2009: 5). Se hizo evidente la falta de unión en la pareja. Nicolás manifestaba que Aurora demostraba poco interés para las labores de casa, y él, en tanto, sin ocupación ni estabilidad laboral, y frecuentemente bebido, no aportaba ingresos al hogar.

      En enero de 1963 dejaron de remitirle la mensualidad a Adriana. Con un segundo fracaso de convivencia a cuestas, Nicolás buscaba una nueva salida. Proyectó viajar a fin de año a Illapel, libre de presiones externas, ya que “pensaba deshacerme de Aurora y del niño, cuya presencia se me estaba haciendo insoportable (…) en varias oportunidades traté de separarme de ellos, pero Aurora me lo impedía con ruegos y exigencias de las que finalmente me sentí hastiado” (PDI, 2009: 5). En esta determinación “influyó también, y en gran forma, la precaria situación económica por la que atravesaba y de la que no podía sobreponerme, por sentirme prácticamente atado por Aurora y su hijo (…) en forma preponderante influyó en esta actitud mía, mi propia madre que no soportaba a Aurora en su casa y le hacía la vida imposible” (PDI, 2009: 5).

      Considerando la lentitud de los procedimientos administrativos a mediados del siglo pasado, tras autorizar los dos meses sin goce de sueldo, sus remuneraciones no se vieron afectadas a fines de 1962, pero en la escuela de Illapel se recibió la orden de descontárselo de su sueldo en enero y febrero. De esta manera, marzo lo recibió sin dinero y con dos bocas desamparadas. Ello reafirmó su decisión de deshacerse de Aurora y del pequeño Percy.

      Optó por trasladarse a Illapel junto a su mujer y su hijo, lugar donde sería más fácil librarse de ellos y ejercer su cargo como docente libre de apuros económicos. Pocas veces se le vio regresar, salvo en pequeñas ocasiones donde iba en busca de algunas pertenencias en compañía de Aurora. Nadie sabía lo que hacía al interior de la pieza y al retirarse siempre tenía la precaución de dejarla con llave.

      Aurora, de amor limpio e incondicional, siempre acompañaba a Nicolás, a todos lados. Él trataba de darle su espacio para así también tomar el propio, pero ella siempre lo seguía. En repetidas ocasiones Aurora le manifestó que no se separaría jamás de él y eso lo ahogaba.

      Con esta idea