Macabros. César Biernay. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: César Biernay
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9789563247862
Скачать книгу

      En el episodio “81 lutos para el Bicentenario”, mediante un pormenorizado trabajo documental, se sitúa al lector en las festividades que engalanaron las fiestas bicentenarias de la nación el 2010, revelándole uno de los sucesos que terminaron ensombreciéndolas, sin duda el más violento. Contrario a cualquier pronóstico, ese año decantó una inusual espiral de tragedias, convirtiéndolo en uno de los más adversos que recuerda la historia de nuestro país. La tragedia de los mineros atrapados a cientos de metros de profundidad, el accidente automovilístico de la autopista interregional y el terremoto del 27-F, constituyeron la antesala del hecho más cruento que recuerde la historia carcelaria chilena, cuando el 8 de diciembre de ese año 81 internos fallecieron calcinados en la cárcel de San Miguel. Al margen de la crónica roja y del relato testimonial, la obra ofrece un análisis forense al trabajo pericial de identificación humana.

      Por último, en “La muerte espera en el andén”, se describen detalles de la balacera y muerte de pasajeros inocentes en un vagón del Metro de Santiago, pormenorizando un hecho sin precedentes en la historia del crimen en Chile.

      Ante la obligada pregunta sobre los criterios para la selección de estos siete casos policiales, lo primero es reconocer que la tarea de revisión, análisis y selección de casos fue tan extensa como extenuante, ya que la historia policial registra un sinfín de sucesos fatídicos que merecen volver a escribirse para su estudio y análisis. Se privilegió la clasificación temática de los casos revisados, sus móviles y antecedentes particulares, identificando tres hilos conductores en la selección.

      El primero es la intuición policial, presente en las siete entregas de este tomo, reconociéndola como la habilidad detectivesca que no se enseña en los laboratorios de criminalística, en los polígonos de tiro policial ni en las salas de clases. Es una corazonada que nace y madura en el detective, que aprende a observar cuando mira y a escuchar cuando oye. Los ciudadanos comunes transitamos diariamente con cientos de personas sin reconocer en otros al criminal en potencia. El detective lo intuye, lo huele. Ese es su trabajo: identificarlos para esclarecer el delito.

      Un segundo hilo conductor es el enigma, la incógnita, el acertijo. Los siete problemas a resolver se confunden entre la escasez de pistas y la presión de los medios de comunicación y de las víctimas que claman información y justicia. Cada caso revela la duda inicial, hacia dónde dar el primer paso de la investigación, complejidad que apela al procedimiento policial, al conocimiento forense y a la intuición del detective.

      Y el tercer hilo conductor es la soledad. Esa soledad que frecuentemente gatilla homicidios, presente en los siete casos seleccionados, constituyendo su punto de encuentro. El solitario degollador, falto de cariño, buscó las caricias de una amante furtiva para sentirse amado. La esposa temerosa de quedar sola, ante una supuesta infidelidad de su esposo, optó por solucionar el problema atacando a sus propios hijos. El profesor provinciano que buscó la soledad ante las constantes demandas económicas de su conviviente y su pequeño hijo. El amante de las mascotas encontró en el canino la compañía difícil de encontrar en sus semejantes. El empresario malloíno no tenía carencias económicas, pero siguió el señuelo que le ofrecía el requerido afecto. La pelea carcelaria cristaliza la soledad de los reclusos, en tanto el asesino del tren subterráneo perdió su cordura tras la partida de su madre.

      No lo vamos a descubrir ahora, pero lo cierto es que la tecnología actual ha derrumbado las relaciones interpersonales. Las desmorona. Si bien toda comunidad ofrece a sus individuos la sensación vitalmente necesaria de la pertenencia, ante el despiadado consumo de redes sociales digitales pareciera engendrarse soledad. Adolescentes solitarios, matrimonios enfermos, padres y madres que viven solos, ancianos despreciados y empleados con excesivas jornadas laborales sufren aislamiento social, que afecta su percepción de la realidad. Hoy los hijos estamos demasiado ocupados como para visitar o incluso telefonear a nuestros padres.

      Empujadas a la locura por el ensordecedor vacío de sus hogares, muchas amas de casa de clase media y alta han entrado en la dinámica del trabajo asalariado para conservar su integridad mental y mantenerse ocupadas. En muchas casas se adquieren mascotas y sus consiguientes bolsas de comida especial, baños y vacunas, solo para romper el silencio de un hogar vacío. La soledad sustenta gran parte de los proyectos de viajes y diversión. La soledad contribuye al consumo de drogas, a generar depresión y en algunos casos a incurrir en homicidios.

      Se afirma que con mayor educación, cultura y seguridad se minimizará la criminalidad. Pero son solo apuestas a largo plazo que jamás adormecerán al criminal, ya que portaría en su ADN aquel impulso visceral, escondido. Sirva esta afirmación de justificación en cuanto a la importancia de escribir estas historias, posibilitando el análisis de la conducta humana para anticipar dantescas tragedias. Ante el público de lectores aficionados a los hechos auténticos, invoco a mi favor el valor del conocimiento adquirido en el sitio del suceso por mis alumnos, profesores y peritos. Usted hará la seña de distinción literaria que apelo con esta obra que a continuación comienza.

      Este libro se terminó de escribir en febrero de 2019, a setenta años de la creación de la Brigada de Homicidios de la PDI.

      C. B.

      CRIMEN EN CUSTODIA

      * * *

      El asesinado es también responsable de su propia muerte. Y el robado es también culpable de ser robado. El justo no es inocente de los hechos del malvado. Os hablo con verdad, aunque las palabras pesen duramente sobre vuestros corazones.

      Khalil Gibran, El profeta.

      En la esquina de calle Yungay con Uruguay se emplaza uno de los monumentos arquitectónicos más bellos de la región de Valparaíso. Diseñado y construido en 1911 por Carlos Federico Claussen, el edificio fue la sede porteña del Banco de Chile hasta 1946, fecha en que el fisco lo adquiere y entrega en comodato a la Prefectura de Valparaíso de la Policía de Investigaciones de Chile.

      Esta iniciativa constituyó una de las medidas del gobierno regional por minimizar la proliferación de hechos delictuales, que en esos años asolaban el naciente comercio y turismo en el sector del Mercado Cardonal. Bandidos, cuenteros y criminales sembraron el temor en los cerros de Valparaíso y protagonizaron rojos titulares de la prensa local. Muchas publicaciones actuales redescubren al puerto principal como escenario de homicidios mediáticos, que fueron resueltos bajo la investigación científica y medios de prueba irrefutables, propios de una policía de alto rendimiento.

      La publicación Crímenes con historia, de la Universidad de Viña del Mar, por ejemplo, compila sucesos de connotación social que acaecieron en esa región y que alcanzaron impacto nacional (UVM, 2007). En su decena de casos, donde se encuentran “El chino de la moto”, “El loco Mariano”y “El constructor Víctor Moenen”, pena el femicidio del sector de Playa Ancha, que el tiempo no ha sabido borrar de la memoria visual ni olfativa de sus habitantes.

      Atardece en el viejo cuartel policial de avenida Uruguay. El oficial de guardia Ociel Castro Labarca sintoniza una radio junto al negro teléfono ubicado en el mesón de atención. La guardia nocturna de los viernes siempre ofrece diligencias complejas, pero esa noche se proyecta distinta ante el esperado espectáculo del IV Festival de Viña del Mar 1963. En el escritorio del fondo de la sala, el joven detective Juan Seoane Miranda1 teclea sin compás en su máquina de escribir. Redacta el décimo documento del día, esta vez por una investigación de muerte sospechosa sin culpables por el momento.

      “Pareciera ser más importante un show internacional que la seguridad ciudadana. ¿No le parece, inspector Cárdenas?”, le inquirió Seoane al viejo policía, esperando una respuesta optimista. “Espero estar vivo para la creación de la Brigada de Homicidios aquí en Valparaíso”. Las palabras del inspector Hernán Cárdenas Zúñiga resuenan en el alto techo de la sala, evocando las infructíferas gestiones por replicar en