El Alfabeto del Silencio. R. M. Carús. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: R. M. Carús
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789874935298
Скачать книгу

      …

      Ahora, mientras sigues inmersa en ese fragor mental, coloca la lengua en una de las cuatro posiciones descritas al principio. Permanece así otro minuto.

      …

      ¿Qué has notado?

      …

      Esta es una sencillísima herramienta que puedes utilizar cuando te sientas abrumado por el estruendo, te des cuenta y quieras salir de él. Simplemente bloquea la lengua y reposa, vuelve, descansa.

      Notarás que al hacerlo el ritmo respiratorio se ralentiza. Quizá quieras acentuar esa relajación. Si es así, respira profundamente mientras bloqueas la lengua.

      Prueba hacer esto tres o cuatro veces al día: justo después de despertarte, a media mañana, por la tarde, antes de dormir… Estas paradas ayudan a atenuar la inercia intelectual descontrolada. Con algo de práctica acaso notes cómo su intensidad media durante el día disminuye mientras tu Paz aumenta. No es posible recalcar suficientemente los beneficios asociados.

      También es aconsejable realizar esta práctica al comenzar un periodo de meditación o al inicio de cada ejercicio propuesto en este libro.

      …

      Percepción frente a conocimiento

      El proceso de percepción se realiza de afuera hacia adentro. Consiste en captar con los sentidos y luego procesar la información que ofrecen utilizando una porción mínima de la mente llamada pensamiento. El proceso del conocimiento es el inverso: consiste en primero mirar dentro certeramente y luego dirigirse hacia lo que llamamos exterior.

      La comprensión —la vivencia producida al trascender las barreras perceptivas e intelectuales— se produce cuando se accede al interior sin alterarlo, sin realizar modificación alguna, presenciándolo, dejándolo Ser; así se extiende por sí solo con dicha y sin esfuerzo encontrando evidente la unión con todo lo demás. Por el contrario, la percepción —la distorsión de lo que Es— se origina al dar por válida la fragmentación percibida por la criba del raciocinio y de los sentidos.

      Uno de los pasatiempos predilectos de la razón cuando está ofuscada es concebir cualquier experiencia a partir de ideas preconcebidas por ella misma. La realidad no necesita explicación para ser como Es. Aun así, la manipulamos a menudo aviniéndola a nuestra propia horma. Al tratarse este de un rodar continuo, las ideas barajadas por el intelecto son desintegradas, revueltas, desvirtuadas y luego recompuestas. Este es el mecanismo utilizado por el ego para aislarse, reafirmarse, y sustituirte12.

      Un proceso semejante transforma el mundo en función de lo que se piensa: así es como se empieza a ver todo a través del opaco cristal del intelecto exagerado. Cualquier razonamiento urdido por el pensamiento incontenido se inclina a interpretar el entorno en función de falsas convicciones. De esta manera, el mundo externo comienza a percibirse como un reflejo del revolver interno.

      La creación se manifiesta exactamente al contrario: cuando se advierte que lo externo es causa de lo interno, que no hay nada fuera de ti. Tu entorno, tus amistades, tus actividades, tus actitudes y todo lo demás aparecen en tu propio escenario tal y como lo concibes. Fíjate: cuando tu estado de partida es calmo, acogedor y consciente, lo que percibes alrededor comparte esa misma naturaleza. Si por el contrario es tenso, conflictivo y complicado, todo lo demás será exactamente igual para ti. Quien concibe miedo experimenta miedo. Quien concibe Amor experimenta Amor. Mas solo en este segundo caso reconoce su propio rostro en todas las cosas, y en ellas a su semejante.

      Cuando el pensamiento se desliga de la voluntad de pensar se experimenta un entorno dominado por el miedo. Cuando está ligado a ella se conoce un entorno regido por el Amor. Solo uno de los dos es cierto. Una vez te percatas de ello, es decisión tuya abrazar uno u otro.

      Esta es una proposición contraria al dictado de la percepción y al reino de los sentidos. Afirmar que todo aquello percibido con la tensión o el temor que generalmente produce el ruido mental es falso, y que solo lo captado con la seguridad y el sosiego de la gran mente es real puede ser difícil de aceptar. Aunque quizá sea algo que ya reconoces en tu propia experiencia. Si es así, no hace falta más. Si no es tu caso y quieres, te invito a que no rechaces esta posibilidad hasta darte la oportunidad de comprobar o rechazar su veracidad por ti misma a través de las meditaciones que siguen.

      Extender o proyectar

      Cierra los ojos, bloquea la lengua nuevamente y centra la atención en tu interior. En esta práctica, como en todas, es importante alcanzar un buen grado de interiorización.

      Permanece así tres o cuatro minutos.

      Luego ábrelos y mira con detenimiento a tu alrededor.

      …

      Es posible que dentro de ti, a ojos cerrados, hayas encontrado un gran espacio calmo lleno de algo inmediatamente reconocible llamado Paz. En caso de que hayas reconocido esa Paz como algo propio y unido indisolublemente a ti, estarás de acuerdo en que has alcanzado tu núcleo.

      Quizá al abrirlos has observado cómo lo que te rodea se encuentra penetrado por lo que acabas de experimentar.

      Si ha sucedido así es porque has reconocido alrededor tu realidad interior.

      …

      Es también probable que no hayas encontrado ese espacio. Hay tres posibles motivos para ello. Uno es que en esta ocasión el diálogo interno indeseado no haya remitido, que hayas permanecido atrapado en su malla y que su fragor te haya embarcado en un viaje vertiginoso. En ese viaje habrás creído encontrar desde inseguridad, hasta culpa, rabia, preocupación, rencor, extravío o cualquier otro derivado del miedo. Al abrir los ojos hacia el aparente exterior se habrá proyectado un escenario idéntico al recién percibido internamente.

      Si ha sido así, prueba diferentes posiciones de la lengua, cambios sutiles en su colocación dentro de las cuatro posiciones sugeridas más arriba. A la vez respira profundamente. Mira si ahora distingues un seno interior común a ti y a mí.

      Otro motivo probable es que efectivamente te hayas aproximado a la serenidad sin permanecer en ella lo suficiente como para detener totalmente la inercia del pensamiento.

      En este caso, lo único que has de hacer la próxima vez es perseverar, reforzar tu voluntad de permanecer en la calma, reposar un poco más.

      También puede que no hayas notado nada, tal vez porque el hastío provocado por el diálogo interno te haya hecho insensible a la calma y al interiorizar no la hayas reconocido. Entonces este te habrá parecido un ejercicio vano.

      …

      La captación del mundo derivada de estos dos últimos estados surge de una confusión esencial sobre nuestra propia naturaleza.

      La diferencia entre extender realidad y proyectar ilusión radica en el estado de la mente al mirar. La mente es capaz de acceder al interior cuando no está velada. Entonces el interior se extiende alrededor a través de ella. Cuando se interpone el razonar bullicioso, desgobernado, este obstruye el acceso a la mente, el interior no es visible y el raciocinio ve una proyección de sí mismo.

      Recuerda el cristal quebrado. En el primer caso estamos viendo a través de un vidrio intacto, cristalino, prístino. En el segundo estamos anteponiendo un prisma desfigurado, turbio, rayado.

      …

      Corrobora o rebate si en tu experiencia sucede esto mismo: el mundo aparece ante ti según tu estado interior. Podemos crear realidad o fabricar ilusión: cuando en nuestro interior hallamos miedo, resentimiento o culpa, nos estamos percibiendo erróneamente.

      ¿Cómo saber que esto es cierto? Porque si lo que quieres es bienestar, algún pensamiento te está separando de aquello que añoras, o dicho de otra manera, te está alejando de ti mismo.

      Al