Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Eduardo Vargas Cariola
Издательство: Bookwire
Серия: Historia de la República de Chile
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561424562
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Diego Barros Arana, Santiago, 2005, pp. 118-119; Marcello Carmagnani, Los mecanismos de la vida económica en una sociedad colonial. Chile 1680-1830, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos y Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Santiago, 2001, pp. 116-117.

      797 Benavente, op. cit., pp. 13-14.

      798 Villalobos y Sagredo, op. cit., p. 35 y ss.

      799 Manuel Rengifo, Memoria que el ministro en el departamento de Hacienda presenta al Congreso nacional. Año de 1834, en Documentos Parlamentarios. Discursos de apertura en las Sesiones del Congreso y Memorias Ministeriales correspondientes a la administración Prieto 1831-1841, I, Imprenta del Ferrocarril, Santiago, 1858, p. 242.

      800 Ibídem, p. 243.

      801 Barros Arana, Historia General de Chile, XVI, Santiago, 2001, pp. 173-174.

      802 Ricardo Couyoumdjian, “Portales y las transformaciones económicas de su época: una aproximación”, en Bernardino Bravo, editor, Portales. El hombre y su obra. La consolidación del gobierno civil, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1989, pp. 269-270.

      803 Claudio Véliz, Historia de la Marina Mercante de Chile, Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago, 1961, pp. 49-52.

      804 Manuel Rengifo, Memoria que el ministro en el departamento de Hacienda presenta al Congreso nacional. Año de 1835, en op. cit., p. 252. También, Rafael Sagredo, “La organización de la Hacienda Pública en Chile”, en Opúsculo sobre la Hacienda Pública en Chile de Diego José Benavente, op. cit., p. xlvii.

      805 SCL, XXIV, sesión de 22 de julio de 1835, anexo 108, p. 92.

      806 SCL, XXIV, sesión de 27 de julio de 1835, anexo 114, p. 98.

      807 Will, op. cit., p. 192; Jorge Pinto Rodríguez, “Proyecto de la elite chilena del siglo XIX”, ALPHA, 27, diciembre 2008, pp. 123-145.

      808 Luis Ortega, Chile en ruta al capitalismo: cambio, euforia y depresión 1850-1880, LOM Editores, Centro de Investigaciones Barros Arana. Santiago, 2005, p. 357.

      809 Juan Braun Ll., Matías Braun Ll., Ignacio Briones, José Díaz B., Rolf Lüders S., Gert Wagner H., Economía Chilena 1810-1995: Estadísticas Históricas, Documento de Trabajo No 187, Instituto de Economía, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 2000, p. 76.

      810 Diego Barros Arana, Un decenio de la Historia de Chile. 1841-1851, Imprenta y Encuadernación Universitaria, Santiago, 1905, I, pp. 237-242.

      811 Will, op. cit., p. 195. Cabe hacer notar que Cristóbal Valdés era yerno de Andrés Bello, el cual, siendo rector de la Universidad, volvió a insistir sobre el tema en un artículo que publicó en El Araucano el 17 de octubre de 1853.

      812 Diego Barros Arana, Necrolojía de don Juan Gustavo Courcelle Seneuil, Imprenta Cervantes, Santiago, 1892, p. 7.

      813 Ibídem., pp. 5-7.

      814 Ibídem., p. 8 y 11.

      815 René Millar Carvacho, Políticas y teorías monetarias en Chile, p. 92.

      816 Marcelo Carmagnani, Desarrollo industrial y subdesarrollo económico. El caso chileno (1860-1920), Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana y Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago, 1998, p. 188.

      817 Millar Carvacho, op. cit., pp. 93-94; Eduardo Cavieres, Comercio chileno y comerciantes ingleses 1820-1880: (Un ciclo de Historia Económica), Instituto de Historia, Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 1988, p. 122; también, del mismo, “Anverso y reverso del liberalismo en Chile, 1840-1930”, en Historia, 34, 2001, p. 47; Carmagnani, Desarrollo, pp. 113-114.

      818 Véliz, op. cit., pp. 79-87. Antes de 1850 buena parte de las tierras agrícolas de la zona centro-sur estaban aisladas de los mercados externos debido a los altos costos del transporte; cfr. Arnold J. Bauer, “Expansión económica en una sociedad tradicional: Chile central en el siglo XIX”, en Historia, 9, Santiago, 1970, p. 156.

      819 Millar Carvacho, op. cit., p. 101.

      820 Ibídem., p. 107.

      821 Villalobos y Sagredo, op. cit., p. 69.

      822 Eduardo Cavieres, “Anverso y reverso”, en op. cit., p. 61.

      823 Eduardo Cavieres y Jaime Vito, “Chile 1860-1930. Liberalismo y financiamiento del Estado: Un problema secular”, en Dimensión Histórica de Chile, No 11-12, 1995-1996., pp. 94-96. Debe tenerse presente la significación que tuvo el impuesto a las exportaciones de salitre.

      824 Cavieres, Comercio chileno, pp. 107-108.

      825 Millar Carvacho, op. cit., pp. 112-114.

      826 Ibídem., pp. 145-147.

      827 Carmagnani, Desarrollo, p. 114 y 115. Los industriales defendieron el alza de aranceles y la liberación de derechos para las materias primas al discutirse en 1878 la reforma de la ordenanza de aduanas; cfr. Juan Eduardo Vargas, “La Sociedad de Fomento Fabril, 1883-1928”, en Historia, 13, 1976, p. 8.

      828 Ibídem., pp. 40 y 52.

      POLÍTICA MONETARIA

      LA POLÍTICA MONETARIA EN LOS ORÍGENES DEL ORDEN PELUCÓN

      Tras la guerra civil de 1829-30 y la instauración del nuevo régimen, las autoridades encabezadas por el ministro de Hacienda Manuel Rengifo emprendieron la tarea de regular la acuñación de monedas. Los grandes objetivos que pueden desprenderse de esa medida fueron racionalizar y uniformar el sistema monetario, y tratar de paliar la escasez de circulante en el país.

      Una de las primeras disposiciones promulgadas en este sentido fue la de julio de 1830, que prohibió la admisión de moneda macuquina en las oficinas fiscales, y ordenó el resellado en la Tesorería General de las que existieran. En junio del año siguiente las autoridades dispusieron que las monedas denominadas cuartillos, provenientes del periodo monárquico, fueran reselladas. El 23 de agosto de 1832, una nueva ley fijó los precios de compra de los metales por parte de la Casa de Moneda. El gobierno incrementó notoriamente el precio del oro y, de manera algo más leve, el de la plata. De este modo, se pretendía estimular la venta de pastas metálicas a la Casa de Moneda para así reactivar la acuñación, que había experimentado un considerable descenso desde 1817 y sobre todo desde 1827, cuando prácticamente se había paralizado829.

      El 24 de octubre de 1834 se dictó una ley referente a las clases y tipos de monedas que tendría el país. En relación con las clases de monedas de oro y plata, no introdujo modificaciones a lo ya existente, manteniendo las cuatro de oro (doblón, medio doblón, cuarto de doblón y escudo) y las seis de plata (reales de a ocho, reales de a cuatro, reales de a dos, reales, medios reales y cuartillos). Se modificó el sello de cada una y también se introdujeron pequeñas alteraciones en la ley de las mismas. De esta manera, mientras la ley del oro se mantuvo en 21 quilates, la de la plata se subió en dos granos, con lo cual se modificó la relación entre ambos metales, que pasó de 16,39 a 16,52. El otro aspecto importante de la ley de 1834 se refiere al establecimiento de monedas divisionarias de cobre. Ellas fueron de dos clases y se denominaron centavos y medios centavos. Cien centavos o 200 medios centavos valdrían un peso de plata y se emitirían solo unas 15 mil unidades de cada una de ellas. El impulso definitivo a favor de la acuñación de monedas de cobre se había dado en 1833 al producirse un debate a través de la prensa, en el que no faltaron los contradictores que las veían innecesarias