Por otra parte, si bien en el Instituto Nacional se contemplaba la enseñanza de la Economía Política en los planes de estudio de Derecho, diversos testimonios indican que ella era muy deficiente. Al parecer, todo se limitaba a la repetición del Traité d’économie politique de Juan Bautista Say. En el mismo seno universitario hubo comentarios críticos en ese sentido. En 1848 nada menos que el rector de la Universidad de Chile mostraba su preocupación por la inexistencia de un manual de economía adaptado a la realidad nacional, y dos años después el abogado y parlamentario Cristóbal Valdés Ugalde escribió un artículo en la Revista de Santiago criticando la enseñanza de la asignatura811. Diego Barros Arana, que había estudiado el curso de Economía Política en el Instituto, expresaba que la utilización del texto de Say, en su momento, había significado un avance importante, “pero siempre estuvo muy lejos de ser siquiera medianamente satisfactorio”. Solo se estudiaban las páginas del libro en que estaban las respuestas a las preguntas del programa, sin relacionar las proposiciones aprendidas y menos formarse una idea de conjunto de la disciplina812.
DIFUSIÓN Y AUGE DEL LIBERALISMO
El panorama anterior experimentará un cambio significativo sobre todo a partir de mediados de la década de 1850. La preocupación de las autoridades de la Universidad por la enseñanza de la Economía Política las llevó finalmente a buscar un profesor en el extranjero que asumiera la tarea. Primero trataron de contratar a Andrés Cochut, conocido en el país por los artículos que publicaba en El Araucano. Él desistió por razones familiares, pero recomendó a Gustavo Courcelle Seneuil, quien, a pesar de su juventud, gozaba de gran prestigio por sus escritos periodísticos sobre temas económicos, jurídicos, políticos y literarios, y también por sus tres libros de economía, El Crédito y el banco, Tratado teórico y práctico de las operaciones de Banco y Tratado teórico y práctico de las operaciones industriales, comerciales y agrícolas, publicados en 1840, 1852 y 1854, respectivamente. El ofrecimiento que le hizo el gobierno chileno coincidió con una situación compleja que vivía en su país por haberse jugado políticamente por la república y contra los afanes dictatoriales de Luis Napoleón. Su contrato, por cinco años, era para desempeñarse como profesor de Economía Política en la universidad y como consultor del Ministerio de Hacienda813.
Gran impacto tuvo la presencia de esta figura en el mundo académico y en la elite gobernante. Como está dicho, Courcelle Seneuil no solo gozaba de prestigio en Francia, sino que su nombre había trascendido las fronteras y en Inglaterra su obra era muy bien valorada, sobre todo por haber traducido al francés los Principios de Economía Política de John Stuart Mill. Pero, además, poseía una personalidad muy atractiva, era de carácter afable y de grata conversación; poseía una gran inteligencia y cultura que se reflejaba en el manejo de las lenguas clásicas y en los conocimientos científicos y literarios que exhibía. Renovó de manera sustancial la enseñanza de la Economía Política, como lo subrayó Diego Barros Arana, quien pudo comprobar el cambio en ese aspecto por haber sido alumno durante el sistema antiguo y también haber asistido al segundo curso que Courcelle dictó en el país. Al respecto, dice que el nuevo profesor presentaba la asignatura como una disciplina científica, con las características de una “ciencia exacta” y que los cinco años de enseñanza que impartió “ejercieron una grande influencia en la juventud […], y todos [sus discípulos] adquirieron nociones correctas de esta ciencia y han contribuido a la propagación de los principios de libertad industrial”814.
Como asesor del Ministerio de Hacienda, tuvo activa participación en la labor legislativa que llevó adelante el gobierno de Manuel Montt. Colaboró con informes, redacción de proyectos y de proposiciones referentes a legislación en materia monetaria, de aduana y bancaria, así como a la modernización de la contabilidad en las oficinas fiscales y al perfeccionamiento del proyecto de Código de Comercio. Paralelamente, realizó una activa labor de difusión de sus ideas económicas a través de la prensa y en ocasiones dio muestras de sus cualidades de polemista, que ya habían quedado de manifiesto en su etapa europea. Su prestigio indiscutido llevó a que fuera incorporado por unanimidad como miembro de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad. Y sus escritos y opiniones gozaban de gran consideración, al punto de ser utilizados con frecuencia como argumentos de autoridad en los debates parlamentarios815. En suma, desde la llegada de Courcelle Seneuil, las ideas librecambistas experimentaron una amplia difusión y cada vez ganaron mayor adhesión en los sectores dirigentes del país. La legislación que se dictó a partir de esos años en los ámbitos mercantil y financiero se inspira, por lo general, en los principios del liberalismo clásico, en una muestra evidente del cambio que se había operado en la mentalidad de la clase gobernante, del que Courcelle Seneuil era en gran parte responsable.
Con todo, la labor que pudo desarrollar el economista francés no explica por sí sola la rápida penetración y amplia aceptación de los principios del liberalismo económico por parte de la mayoría de la elite intelectual, política y empresarial de la segunda mitad del siglo XIX. Hay razones que van más allá de lo doctrinario para explicar el abandono de las políticas proteccionistas y el abrazo del librecambio. El factor fundamental tiene que ver con los cambios experimentados en el desarrollo económico del país desde la Independencia y que se acentuaron al promediar la centuria. Como se ha indicado, se había heredado del periodo monárquico un sistema proteccionista que se mantuvo en las primeras décadas