Considera a las mujeres. Debbie Blue. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Debbie Blue
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9781951539276
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una escena interminable cerca del final de la historia de Abraham, él trata de comprar un terreno para enterrar a su esposa Sarah. Mientras está regateando con los dueños de la tierra, dice: “Solo soy un extranjero y un peregrino entre ustedes” (¡Todavía un peregrino! ¡Tiene como 175 años!). Él no se asienta hasta que es enterrado en esta pequeña porción de tierra que adquiere de un extranjero: el único pedacito de Tierra Prometida que realmente llega a poseer.

      Pero el texto dice que Abraham murió viejo y contento, a una edad avanzada. ¿Cómo se llega a ser así, totalmente maduro y tierno, lleno de complejidad y dulzura? Tal vez vagando por algún tiempo en el espacio de desperdicio entre claridades, tal vez haciéndolo mucho. Las ramas de la familia de Abraham

      —judíos, cristianos, musulmanes (y en realidad también los baha’is, drusos y rastafaris)— han seguido caminos que, en su mayoría, han sido establecidos por hombres, pero ciertamente estaría en el espíritu de la fe abrahámica el dejar caminos bien delimitados, el peregrinar más allá de lo familiar, el pasar el tiempo deambulando entre las mujeres.

      2

      Monoteísmo alborotador

      El rostro femenino de Dios

      Pienso que vale la pena atender a esto: el mono en monoteísmo puede tener al menos dos sentidos. Uno de ellos es el restrictivo, celosamente higiénico, digamos, porque Dios está en rivalidad con otros dioses y necesita que todo se reduzca y sea más exacto, ya que el peligro de idolatría está en todos lados. El otro no involucra rivalidad con nada en absoluto, y está seriamente preocupado en que no tengamos suficiente gozo, libertad y felicidad a menos que seamos liberados de nuestro miedo a la muerte y seamos capaces de atrevernos a participar en la vida del Creador. Y mientras más signos recibamos de ser amados, alentados y capacitados para pertenecer, mejor. Es este aspecto bullicioso de Dios, cuyo monoteísmo es decididamente anti-higiénico, cuya unicidad no se parece en nada a nuestros monismos, tratando de comunicarnos que somos amados.

      —Jameson Alison

      “Living the Magnificat with Rossini and Mary” [“Viviendo el Magnificat con Rossini y Maria”]

      Todos los días, cuando vengo a trabajar a mi oficina, que está arriba del garaje, miro el póster sobre mi escritorio. Dice: “El Monoteísmo sin contemplación es peligroso”. Es una advertencia para una serie de charlas que James Alison, el sacerdote y teólogo católico, nos dio en House of Mercy. Hicimos que un artista realice un retrato de Alison donde se parece a James Bond. Incluimos un sitio web en la parte inferior, peligrosidad.com, que no existe (no al menos la última vez que chequeé). No puedo recordar en qué estábamos pensando. Fue hace tanto. Pero el póster tuvo un impacto duradero en mí. No porque Alison luciera tan apuesto, sino porque el monoteísmo sin contemplación es peligroso.

      No es difícil tener en cuenta la violencia que ha provocado el monoteísmo. Los medios de comunicación están llenos de referencias al “extremismo islámico”. La historia está plagada de terribles momentos de “extremismo cristiano”. Incluso la Biblia está llena de esta violencia: la conquista de Canaán, la destrucción provocada por los reyes; Josías “quitó” los templos de Baal y Asherah, y quemó los huesos de sus sacerdotes. Usualmente la violencia en la Biblia versa en purgar la tierra de la idolatría. Pero uno podría preguntarse si la idolatría está siendo destruida o está avanzando con toda esa pasión vengativa.

      El género y el número fueron relativamente poco importantes en la concepción de la fe de Israel. Un Dios masculino no estaba por encima de todos los otros. La Reina del Cielo, por ejemplo, probablemente era vista como la consorte de Yahveh. Oímos de ella en las objeciones de Jeremías. Probablemente era parte de lo que el pueblo de Israel había llegado a adorar. Puedes ver rastros del rostro femenino de Dios a lo largo del texto. Dios es imaginado como una madre oso, una madre águila, una mujer que da a luz, una madre lactante, una partera. El Shaddai, generalmente traducido como Dios Todopoderoso, puede también traducirse como El de los Pechos.

      La amada madre, la compañía de mujeres dando a luz —algunas veces conocida como Asherah, la consorte de El, o la madre de todo lo viviente— fue popular entre las personas. Los arqueólogos no han encontrado evidencia del Éxodo, de la conquista de Josué ni de muchos otros eventos recordados en las Escrituras hebreas, pero han encontrado miles de pequeñas figuras de Asherah enterradas en la tierra —entre los escombros de cocinas, dormitorios, patios de juego y santuarios— en toda la Tierra Santa.

      Las personas que escribieron y editaron los relatos acerca de la historia de Israel estaban esperando fortalecer un monoteísmo emergente. En parte, lo intentaron al deshacerse de la madre. Sigo imaginando (y admito que mi imaginación puede no ser precisa históricamente) al pueblo de Israel: ganaderos de ovejas rurales, pastores de cabras y madres con sus bebés que viven en el campo. Son preliterarios. Trabajan en sus granjas, atienden a sus ovejas y, a veces, oran al dios lluvia para que llueva. Cuando las mujeres están de parto, agarran sus figuritas femeninas. Tal vez tengan algunos santuarios pequeños en sus patios traseros donde efectúan una especie de piedad que siempre han practicado: queman incienso a “ídolos” —una especie de religión que casi todas las personas en todos lados practicaban—; están cómodas con varios dioses, dioses mixtos. Pero los reyes en Reyes son juzgados como buenos o malos de acuerdo con un criterio: ¿Apartaron a las personas de quemar incienso a los ídolos?

      Una vez que Israel fue derrotado y exiliado a Babilonia —el enorme imperio de la época— los editores revisaron la historia para mostrar que la mala suerte de la nación se debía a que el pueblo le había sido infiel a Yahveh. Fue porque la gente adoraba a otros dioses.

      Claro que lo hicieron. El monoteísmo apenas se había establecido —a duras penas se había arraigado— antes del exilio. Estos editores pueden haber estado haciendo algo importante para ayudar a construir la fe de la comunidad en el exilio. Y es verdad, creo, que sufrimos cuando fallamos en confiar en Dios. La Biblia hebrea retrata esta batalla existencial con belleza y gracia, pero también me parece justo decir, parada aquí en el siglo XXI, que podríamos habernos beneficiado más de algunos destellos del Dios que trabaja, el Dios partera, el Dios madre, el de los pechos.

      No tomó mucho tiempo una vez que mi hija, Olivia, comenzó a escoger sus propios libros para nuestros estantes: los llenó con cada novela de ficción juvenil que incluyera mitología griega, nórdica o egipcia. Cuando se acostaba conmigo por la noche, era todo “Artemisa esto, Atenea lo otro”. “¿Conocía yo a la Valquiria? ¿Ella, la Elefanta? ¿Isis?”. A ella le gustaban las diosas, pero yo deseaba que hubiera más historias de nuestra tradición que pudieran satisfacer su anhelo por el rostro femenino de lo divino. Sé que están ahí en la Biblia. No creemos que Dios es macho, después de todo. Solo lleva un poco de trabajo destapar estas imágenes en el monoteísmo abrahámico, pues han sido cubiertas.

      La cita en el poster de Alison (“El monoteísmo sin contemplación es peligroso”) viene de un ensayo que escribió para un festival en celebración de Juliana de Norwich, en el que también dice: “El monoteísmo es una terrible idea, pero un descubrimiento maravilloso”. Como idea, parece enfrentarnos con otras ideas, definiéndonos a nosotros y a nuestra gente como mejores por sobre otros.

      Los libros 1 y 2 de Reyes describen a una reina malvada que debe ser vencida para que el pueblo de Dios sobreviva: Jezabel. Aunque los dioses que adora Jezabel (los dioses de las plantas y los árboles, como lo expresa la serie infantil de los Libros del Arca) parecen ser menos destructivos que nuestros dioses de capital e ideología, ella está envilecida intensamente y se encuentra con una muerte representada violenta y vívidamente. Es pisoteada por caballos y su cuerpo es devorado por perros, excepto (dice el texto) por “su cráneo, los pies, y las palmas de sus manos”. En la brutal y escalofriante escena, la reina femenina con el poder del castillo que adora a deidades femeninas con poder en el templo se convierte en comida de perro.

      No es de sorprender que haya tomado siglos empezar a recuperar algún imaginario femenino.

      Aprendiendo a confiar en Dios

      “El monoteísmo es una terrible idea, pero un descubrimiento maravilloso”. La búsqueda de la pureza monoteísta