Nuestro grupo podría ser tu vida. Michael Azerrad. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Michael Azerrad
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Зарубежная прикладная и научно-популярная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418282102
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un concierto con muy poco público en Atlanta la misma noche que R.E.M. había agotado las entradas en un gran teatro universitario. R.E.M. se había convertido rápidamente en un grupo muy querido en ambientes universitarios, mientras que Burma, que había empezado antes que ellos, todavía no había conseguido salir del anonimato. Conley afirma que pudo haber sido un sueño, pero cree que esa misma noche, horas después de que acabara el concierto, las furgonetas de ambos grupos se cruzaron en el aparcamiento. Vio cómo Mike Mills, el bajista de R.E.M., miraba por la ventana.

      —Estaba mirando fuera, mirándonos desde otro mundo —explica Conley, todavía con un punto de nostalgia después de tantos años—, un mundo de privilegios, locales abarrotados, ascensos sociales… y furgonetas bonitas.

      También había buenas ciudades —Washington, San Francisco, Lawrence y Ann Arbor—, pero a la larga el aburrimiento de la carretera hizo mella incluso en este grupo de intelectuales. Durante las paradas y en los backstage se obsesionaron con un juego que consistía en lanzarse una botella grande de plástico como si fuera una pelota de ropa.

      —Era alucinante —confiesa Conley—. Podía ser un deporte de verdad—. Una noche oscura en algún punto de Oklahoma, aparcaron en medio de la carretera y empezaron a lanzar fuegos artificiales, un espectáculo pequeño pero memorable que solo disfrutaron unos pocos afortunados.

      Cuando se unió a Mission of Burma, Miller sabía que seguramente solo era cuestión de tiempo que tuviera que dejarlo. Ignoró su tinnitus hasta después de las ensordecedoras sesiones de Vs., cuando su estado se volvió demasiado grave como para continuar ignorándolo.

      Sobre el escenario, Miller empezó a llevar tapones para los oídos y una protección parecida a unos auriculares diseñada para gente que disparaba armas de fuego y, con todo, no podía evitar oír los pitidos. Resulta que el sonido no solo entra a través del canal del oído, sino que también lo hace a través de los huesos de la cara y del cráneo. De gira, por la noche, cuando todo estaba muy tranquilo, podía oír lo que ocurría.

      —Los tonos llegaban con un «bip» hasta que se estabilizaban —explica Miller—. Y luego oía otro tono. Y al final de la gira, oía constantemente ese «bip». Durante el resto de mi vida. Y eso me aterrorizó.

      Miller sacó el tema al grupo por primera vez en otoño de 1982 tras un concierto en Washington D. C.

      —Era una tema bastante espinoso —explica—. Estaba jodiendo las vidas de cuatro o cinco personas. Y así que solo me salió: «c’est la vie».

      A principios de enero de 1983, Miller anunció que dejaba Mission of Burma porque su tinnitus no dejaba de empeorar. En una entrevista con Boston Rock, Miller, maestro de la composición, identificó específicamente los tonos de su tinnitus. «En septiembre me surgió en el oído izquierdo un mi», dijo. «Y en diciembre apareció un do sostenido bajo el mi. En mi oído derecho, empecé a oír un mi ligeramente sostenido en octubre. Forman unos acordes bastante interesantes que no cesan. Por la noche, cuando todo está en silencio, las notas gritan.»

      Sorprendentemente, ni Conley ni Prescott ni Swope, ni siquiera Harte, estaban especialmente abatidos. De hecho, Harte comenta que todos experimentaron «una sensación retorcida de alivio». El grupo había hecho discos alucinantes, gozaba de amplio apoyo por parte de la radio universitaria y de la prensa, y sin embargo nadie iba a sus conciertos ni compraba sus discos.

      —Simplemente, parecía que la cosa no estaba funcionando —explica Harte.

      A pesar de todo, Prescott al principio pensaba de forma diferente.

      —Seguramente, para mí fue un golpe mucho más duro porque creía que era un buen trabajo —explica—. Me gustaba trabajar con ellos, me encantaban sus letras, pensaba que podíamos hacer algo más. Pero, entonces, poco tiempo después, me alegré. Sabía que era algo que Roger debía hacer por el bien de su oído, y, para Clint, era un buen momento para alejarse de la música.

      El tinnitus no fue el único peligro de la vida rocanrolera que afectó a Burma. La ansiedad de los directos, los horarios intempestivos, los largos períodos de aburrimiento y la sensación de tener que estar disponible permanentemente, todo ello contribuyó a hacer del alcohol una droga atractiva que casi acaba con Conley.

      —Las cosas iban genial y disfrutábamos como locos y no había ningún motivo para dejarlo —explica Conley—. Pero al cabo de un tiempo, me di cuenta de que se estaba convirtiendo en un problema.

      Conley no era, tal y como dicen en las charlas de rehabilitación, un «bebedor a lo grande», proclive a grandes y problemáticas borracheras que causan estragos.

      —Era más bien un agotamiento controlado, de baja intensidad, de mis energías y productividad —confiesa—. Notaba cómo cada vez escribía menos canciones y me costaba cada vez más acabar las cosas. Me quedaba totalmente bloqueado.

      Durante el proceso de mezcla de Vs., Conley «tuvo que tomarse unas pequeñas vacaciones» y pasó una breve estancia en un centro de rehabilitación. La claustrofóbica canción «Mica» parece hablar de esa experiencia.

      Conley pasó el último año de existencia del grupo limpio y sobrio.

      —Y muy contento por ello —añade animadamente—. No fue ninguna experiencia terrible ni penosa para mí a pesar de frecuentar clubs, lo que es una forma extraña de permanecer sobrio. Me sentía completamente libre y eufórico por el hecho de que no estaba enganchado. Fue un año muy feliz, en realidad. Fue un reto. Me siento muy afortunado.

      Así pues, cuando Miller anunció que el grupo tendría que disolverse, Conley no estaba tan dolido como uno podría pensar.

      —En muchos sentidos, noté como mi vida cambiaba —afirma—. No estaba atado a Burma para siempre. Estaba sufriendo enormes cambios en mi propia vida, de modo que pensé: «Bien, quizá ha llegado el momento de hacer algo nuevo». En ese momento, estaba convencido de que se trataría de más música. Resulta que no salió así. Pero salió muy bien.

      —Recuerdo a Roger diciendo que iba a dejarlo y pensando, «bien, hasta aquí hemos llegado» —dice Conley—. El grupo había conseguido lo que quería y me sentía muy bien con respecto a lo que habíamos hecho, de modo que no tenía esa sensación de dejar algo inacabado ni ningún resquemor por eso. Pensé: «Eh, lo hemos hecho bastante bien».

      Sin embargo, todo podría haber salido mejor si Ace Of Hearts y Coffman hubiesen formado mejor equipo.

      —No siempre íbamos sincronizados —admite Coffman—. Él hacía lo que creía que tenía que hacer, y nosotros también. Confiábamos en que todo saldría bien, pero no había coordinación. Nos faltaba experiencia.

      En enero de 1983 Harte contrató a Mark Kates, un chaval de veintidós años, para ejercer de enlace con la prensa y con Ace of Hearts. Coffman asegura que «fumaban demasiada hierba para que se hiciera algo», pero Harte se muestra completamente en desacuerdo. Harte afirma que Kates fue un regalo caído del cielo.

      —Tenía un don para que las cosas ocurrieran —explica Harte—. Había noticias en el periódico y gente en los conciertos. Sí, tenía ese don, conseguía que pasaran cosas.

      Sin embargo, Burma era una batalla perdida.

      —Aunque Mission of Burma y alguno de los otros grandes grupos de Boston del momento eran realmente de talla mundial, la escena indie rock bostoniana era muy pequeña y generalmente desconocida para la gran mayoría —explica Kates—. En una ciudad en que el dinero, la educación, los seguros y cosas así dominan la población activa, el ciudadano de a pie no entendía lo que hacíamos.

      El 13 de marzo, el grupo anunció dos conciertos de despedida en el antiguo salón de baile del Bradford Hotel de Boston. Kates llamó a todos los medios que se le ocurrieron y les comunicó la intrigante noticia de que el guitarrista de Mission of Burma corría el peligro de quedarse sordo, con lo que consiguió un poco de cobertura de la televisión local. Un informativo de Boston cerró con un perfil rápido del grupo y unas imágenes de un concierto cacofónico tras el cual