Los inicios de la automatización de bibliotecas en México. Juan Voutssás Márquez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Voutssás Márquez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786073018326
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      2.- Automatización con computadoras: los antecedentes internacionales

      En la actualidad, la computadora ENIAC tiene dieciocho mil bulbos y pesa treinta toneladas; en un futuro, las computadoras tendrán solo mil bulbos y pesarán una y media toneladas.

       Popular Mechanics, marzo 1949

      Los inicios de la computación electrónica se dan simultáneamente en Estados Unidos de América y en Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial. En la unión americana, la Universidad de Pensilvania aprovechó sus investigaciones previas y desarrolló la computadora electrónica Electronic Numerical Integrator And Computer (ENIAC) o Computadora e Integradora Numérica Electrónica, la cual fue utilizada para apoyo al esfuerzo bélico en diversas tareas de cálculo masivo como tablas de trayectorias balísticas (Weik 1961). Esta máquina ocupaba más de cien metros cuadrados, tenía 17,468 bulbos, pesaba más de 29 toneladas y consumía 160,000 Watts de potencia.

      Por su parte, el Servicio de Inteligencia del Reino Unido desarrolló las computadoras Bombe y Colossus principalmente para descifrar los códigos utilizados por el ejército alemán para el envío de sus mensajes durante el conflicto (Miret 2013). A partir de entonces, la principal ventaja de las computadoras consistió en su capacidad de realizar rápidamente numerosos cálculos aritméticos de forma secuencial, así como en poder entregar grandes cantidades de información en lapsos cortos, lo que reducía considerablemente el tiempo requerido hasta entonces para realizar esas tareas.

      Los diseñadores de la ENIAC, John Mauchly y John Eckert, fundaron después de la guerra una pequeña empresa dedicada al desarrollo de este nuevo tipo de máquinas, la Eckley-Mauchly Computer Corporation, la cual fue vendida poco tiempo después a la empresa Remington-Rand, especializada en máquinas de escribir, calculadoras y otros equipos electromecánicos de oficina.

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Computadora ENIAC I (Electronic Numerical Integrator and Computer) en Philadelphia, Pennsylvania. Glen Beck (al fondo) y Betty Snyder (al frente) programan la ENIAC en el edificio 328 del Laboratorio de Investigación Balística, ca. 1947. Dominio Público vía Wikimedia Commons.
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Computadora “Bombe” del Servicio de Inteligencia Británico, usada durante la Segunda Guerra para descifrar los códigos militares del ejército alemán. Ca. 1945. Dominio Público.
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Computadora “Colossus” del Servicio de Inteligencia Británico, usada durante la Segunda Guerra para romper el código de cifrado de las máquinas “Enigma” del ejercito alemán. Ca. 1945. Dominio Público vía Wikicommons.

      En 1951, esa empresa aprovechó sus avances y fabricó por encargo de la Oficina del Censo de Estados Unidos la Universal Automatic Computer I (UNIVAC I). Nuevamente, la oficina del censo de la unión americana deseaba un mejor proceso para contar los datos del censo de 1950 en curso. Debido a ello, y estando consciente del poder de cálculo de los nuevos equipos computacionales, encargó a la empresa Remington-Rand un equipo para acelerar ese tipo de trabajos (US Census Bureau 2017). La UNIVAC I es considerada desde entonces la primera computadora adquirida comercialmente y, en consecuencia, el año 1951 como el del inicio de la computación comercial. Esta máquina “más moderna” solo tenía 5,200 bulbos y solo pesaba 13 toneladas. La Oficina del Censo terminó la tarea en menos de tres años, con lo cual quedó demostrada la utilidad de este tipo de equipos para estas actividades. Esa misma empresa produjo en 1953 la primera impresora de alta velocidad. En pocos años, vendió 46 unidades de esa computadora a un millón de dólares por pieza, unos diez millones de dólares actuales. Iniciaba una nueva era.

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      En poco tiempo, grandes organizaciones con problemas semejantes de cálculo o impresión masiva comenzaron a adquirir estos equipos: otras oficinas censales, compañías de luz, teléfono, aseguradoras, financieras, petroleras y grandes bancos los utilizaron para calcular intereses, primas de seguros, cuentas de consumo de luz, gas, y generar la impresión masiva y rápida de decenas de miles de recibos, facturas, pólizas, nóminas, etcétera.

      La empresa IBM, también dedicada entonces a la fabricación de equipos electromecánicos de oficina, desarrolló y puso a la venta en 1954 su primera computadora comercial, la IBM 650, la cual fabricó durante ocho años con gran éxito comercial, lo que le valió un nuevo prestigio como empresa de cómputo, pues fabricaron y vendieron dos mil equipos en ese lapso, algo inusitado e inesperado para la época. En abril de 1964, lanzó su segundo modelo exitoso, la IBM 360, la cual llevaría a las universidades, y poco después a las bibliotecas en la unión americana, a “la gran corriente” de la computación en forma definitiva, y se empezó a darle otros usos más allá de la física o la ingeniería.

      Durante la segunda mitad de los cincuenta, las universidades comenzaron a darse cuenta del potencial de estos equipos en apoyo a sus tareas científicas, que requerían cálculo numérico, en especial las matemáticas, la física y la astronomía, además de los campos de las ingenierías y la administración. Las universidades con cierto poder económico comenzaron a adquirir estos equipos para estos propósitos. No cualquiera podía comprar una máquina de este tipo: dado su complejo desarrollo y construcción y su todavía baja producción, eran sumamente caras. Como ya se ha mencionado, comprar una UNIVAC I costaba en ese entonces alrededor de un millón de dólares, equivalentes actualmente a diez millones de dólares. Si se rentaba, su costo era de dieciséis mil dólares mensuales —ciento sesenta mil dólares actuales—. En un comunicado de prensa de la Compañía IBM de 1959, se anunciaba que la consola de su mejorado modelo 4 de la IBM 650 se vendía por ciento cincuenta mil dólares —millón y medio actual— o se podía rentar por tres mil doscientos cincuenta dólares mensuales —veintisiete mil quinientos dólares de hoy—. Los accesorios (lectores de tarjetas, impresoras, memoria, etcétera) se vendían o rentaban aparte (IBM Archives 1959). Como puede deducirse, sólo organizaciones con considerables recursos económicos podían adquirir en ese entonces esos equipos, cuyo rendimiento además era muy incipiente. No obstante, un buen número de universidades en el mundo hicieron el esfuerzo y empezaron a adquirir cada vez más ese tipo de máquinas ya que eran sumamente útiles para sus cálculos numéricos científicos.

      La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) inició sus estudios acerca de la conveniencia de adquirir uno de estos equipos en la temprana fecha de 1956. El ingeniero Sergio Beltrán, entusiasta promotor de la idea, consigna que antes de esos años

      […] el doctor Nabor Carrillo dirigía