El primer destacamento móvil fue el destacamento Sáenz Peña, esto queda en la provincia del Chaco. Los pobladores de Roque Sáenz Peña mandaron una carta al presidente de la Nación, que era el presidente Castillo […] Ordenó al director general que por entonces era Calderón a enviar personal de seguridad a Roque Sáenz Peña por el tema de que los pobladores justamente estaban viviendo lo que estamos viviendo nosotros ahora, la inseguridad, es decir que la historia se sigue repitiendo. Los pobladores de Roque Sáenz Peña estaban cansados de que les robaran, los campesinos también, su ganado, porque había muchos cuatreros, muchos delincuentes en la zona, que vivían en el monte. Y a veces les robaban a los poderosos o a la gente común, al poblador. Entonces el presidente envía esta carta al director general y el director general ordena la formación de un grupo de cincuenta efectivos que fueron trasladados por vía férrea hasta Chaco y ahí se instalaron. Y al año siguiente, estaban buscando al ladrón más conocido de la zona, el Mate Cosido, Segundo David Peralta. Mate Cosido era un delincuente de la época que con su grupo de seguidores robaban ganado, robaban la producción de los campesinos, alteraban la seguridad de los ciudadanos; era como una zona, entre comillas, liberada, no había nadie que los protegiera. Entonces necesitaban una fuerza de seguridad que podía contener estos ataques continuos. Entonces qué mejor forma que la presencia de Gendarmería. Y tal fue el éxito que los pobladores de Roque Sáenz Peña al año siguiente les regalan una bandera nacional que la tenemos acá en exhibición.
Además de la descripción de Javier de los delincuentes como “cuatreros […] que vivían en el monte”, nos interesa destacar nuevamente la noción de la GNA como una institución que llega a los márgenes del territorio, lejos de los núcleos del poder central, portando los beneficios de la “civilización”, en este caso ya no con caminos o pozos de agua sino mediante la “seguridad” que contiene los ataques de los “bandoleros”.
Lindante a la referencia de Mate Cosido se observa la de Faustino Burgos, alias Negro Correa, atrapado por el suboficial de GNA Carlos Ocampo en los límites de las provincias de Chaco, Formosa y Salta, acusado junto con otros tres cómplices de un triple homicidio. Sin embargo, al no ser tan popular, no obtuvimos referencias sobre él por parte de nuestro guía; cuando preguntamos solamente nos dijo que también era un “bandolero”.
En la sala II se expone, como ya comentamos, un sector dedicado a las actividades de montaña de la Gendarmería, donde se aprecia un maniquí vestido con un equipo completo de esquí. También se exponen raquetas para nieve, piquetas de escalada, entre otros materiales de montañismo. En una vitrina, rodeando una bandera argentina doblada y guardada en una caja con tapa de vidrio, se observan siete fotografías de gendarmes realizando actividades de montaña, rodeados de un escenario donde dominan los picos pedregosos, la nieve y la inmensidad de la cordillera.
Otra referencia a los territorios remotos y “salvajes” que el discurso institucional reconoce como característico del desempeño de los gendarmes aparece en la sala V, donde a un costado de los vehículos para la nieve se levanta un atril con una foto de tres gendarmes con equipos de esquí transitando por un paisaje andino nevado con montes de araucarias.
En la misma sala se exhiben, como ya mostramos, carretones cuyanos, una carreta aguatera y una silla de montar que usaban para instalarse en territorios en los que aún no existían caminos por donde pudieran transitar vehículos de motor. Como dijimos, el relato que nos cuenta el Museo Histórico de Gendarmería asigna una función característica entre todas las que realiza la GNA, y esta es la vigilancia y control fronterizo. Es esperable que se destaque esta actividad, ya que es su labor original, la que justificó su creación.
Así, la GNA se nos presenta no solo como una fuerza cuya principal labor es el control y la vigilancia de los límites fronterizos nacionales, sino que además se destaca, en el relato institucional del Museo Histórico, como una institución que lleva los “beneficios de la civilización” a territorios que son descriptos como inhóspitos, lejanos, “salvajes” y hostiles. Este “rol civilizador” de la GNA también se produce a través de la estrategia de identificación selectiva, ya que, si bien se da cuenta de acciones como la construcción de caminos, las perforaciones en busca de agua potable o el combate a los “bandoleros”, nada se dice de otras acciones de carácter represivo y hasta genocida, como la masacre de Rincón Bomba contra el pueblo pilagá, en Formosa, durante el primer gobierno peronista en octubre de 1947. En este sentido, bien vale reiterar la cita de Diego Escolar con la que iniciamos este trabajo y que afirma que el Museo Histórico de la Gendarmería Nacional “es un museo del olvido. Recorta la historia y deja solo aquellos aspectos que proporcionan una imagen deseada. Está orientado a mostrar lo que se quiere ser” (2017: 130).
Para cerrar este apartado, nos interesa mencionar brevemente la similitud del “papel civilizatorio” que el relato museístico destaca como parte de la labor histórica institucional con el “rol urbanizador” sobre cadetes y aspirantes que hemos identificado durante nuestro trabajo de campo en las escuelas de formación básica de la GNA (Melotto, 2017). En 2012, por ejemplo, un instructor nos decía que “los alumnos del interior del país por ahí desconocen algunas de las reglas de urbanidad y cortesía” y que por ello les enseñaban “cómo sentarse, cómo doblar la servilleta, cómo usar los cubiertos”, en fin, cómo comportarse durante las comidas. O bien en otra ocasión, Jesús, uno de los instructores de la Escuela de Gendarmería Nacional Martín Miguel de Güemes, mencionaba esta situación al referirse a la forma de vestir:
Les hablamos por ejemplo de aspectos personales, corte de cabello, de la barba, uso de alhajas y cosméticos para las femeninas o del peinado, el uso del uniforme. Aunque usted no lo crea, acá hay cadetes que al momento de ingresar nunca han utilizado una camisa dentro de un pantalón y mucho menos un cinto en el pantalón, entonces llegan acá donde la imagen debe ser la mejor y la camisa bien planchadita, el pantalón bien ajustado.
Si comparamos el relato del Museo con lo dicho por los instructores en las escuelas, podemos apreciar que, así como la GNA se presenta como una institución que lleva la “civilización” del centro a la periferia del territorio nacional, el mismo efecto se produciría pero en dirección contraria, cuando jóvenes mujeres y varones llegan de provincias como Salta, Formosa, Misiones, entre otras –que son las que más personal aportan a la institución–, a las escuelas de la GNA.
Consideraciones finales
En este trabajo dimos cuenta de la imagen deseada que el Museo Histórico de Gendarmería Nacional ofrece a quienes se acercan a visitarlo. Así, luego de una descripción general y focalizada del recorrido guiado por sus cinco salas, nos hemos centrado en el análisis de tres dimensiones que el relato institucional destaca como fundamentales para contar quiénes son.
Abordamos primero la cuestión del origen institucional y el linaje que ellos construyen con algunas milicias históricas que reconocen como antecedentes. Pasamos luego a ocuparnos de cómo, mediante la exhibición de los caídos en actos de servicio, se construye una imagen heroica del gendarme. Finalmente nos dedicamos a dar cuenta de la manera en que se construye un relato de las funciones del gendarme en el cual –sobre un trasfondo de múltiples y heterogéneas tareas– sobresale su rol histórico como fuerza fronteriza.
Hemos descripto asimismo un proceso de identificación selectiva transversal a todas estas dimensiones. Esta selectividad se manifiesta en la construcción y visibilización de determinados rasgos, funciones y filiaciones históricas que se exhiben como propios, así como también en el ocultamiento o, al menos, la minimización de otros