F. Bermejo ha escrito que «Si se considera el Evangelio de Mateo, resulta que de las 148 perícopas en que cabe dividir este evangelio, no menos de 60 (¡es decir, un 40 por ciento de la obra!) tratan del juicio escatológico o se refieren a él… Una de las pruebas más claras de la importancia de la idea del juicio escatológico en la predicación de Jesús es la multitud y viveza de las imágenes utilizadas: a) juicio forense (v. gr. Mt 12,41s.; Mt 5,25s.; prisión por deudas: Mt 18,23ss.); b) cosecha (Mt 9,37ss.; 13,30.41ss.); rendición de cuentas: (Mt 25,19-28); tortura (Mt 18,34-35); ser arrojado en el Sheol (Mt 11,23); exclusión del banquete (Mt 8,11-12; 25,1-13); catástrofes inesperadas (diluvio: Mt 24,37-39; riada: Mt 7,24-27), caída en una fosa (Mt 15,14)»7. Así pues, el cliché consiste en dibujar una parte de la predicación de Jesús y omitir otra igualmente importante.
7. Sobre la noción del reino de Dios presente argumentaría en síntesis que son muy claros los pasajes de los evangelios que hablan de un reino de Dios futuro. Y que a la luz de los pasajes claros, o clarísimos, hay que entender los que son más oscuros y no al revés, como suele hacerse.
7.1. Pasajes suficientemente claros de los evangelios al menos en su núcleo, aunque haya discusión sobre la forma, sobre un reino de Dios futuro son:
— Lc 10,8.12: «Hasta el polvo de este pueblo que se nos ha pegado a los pies nos lo limpiamos, ¡para vosotros! De todos modos, sabed que está cerca el reinado de Dios». 12Os digo que el día aquel le será más llevadero a Sodoma que a ese pueblo».
— Mc 11,9-10: «Bendito el Reino que viene, de nuestro padre David».
— Mc 15,43: «Vino José de Arimatea, un miembro destacado del Consejo, que también estaba esperando el reino de Dios. Armándose de valor, entró donde Pilato y solicitó el cuerpo de Jesús».
— Lc 24,21: «Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel».
— Hch 1,6: «Los que estaban reunidos le preguntaron: ‘Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el reino de Israel?’».
— Mc 9,1: «Algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el reino de Dios»; Mc 13,29-30: «Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que él está cerca, a las puertas. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda»; Mt 10,23: «No habréis acabado con las ciudades de Israel antes de que vuelva este Hombre»; texto también discutido; Mt 24,34: «Os aseguro que todo se cumplirá antes de que pase esta generación» = Lc 21,32.
— Lc 11,2: «Venga a nosotros tu reino». Jesús no enseñó a sus discípulos a rezar para que se completara el Reino, sino para que viniera. La plenitud o «consumación del Reino» no existe como frase en boca de Jesús. En Mateo aparece la «consumación de (este) tiempo» (griego syntelelia tou aionos). Las cinco veces que aparece en este evangelista (13,39.40.49; 24,3; 28,20) significa siempre el fin (la consumación) de este mundo presente, como opuesto al «mundo por venir». Se cumplen las profecías (Lc 4,18-20), o incluso se ha «cumplido el plazo» (Mc 1,15), pero Jesús nunca dice que el reino de Dios se ha «cumplido» o «cumplirá», como si hubiera venido ya y debiera llegar a su plenitud. Pero Jesús sí distingue entre este eón (que llegará a su «cumplimiento», es decir, final y que está dominado por Satanás), y el eón futuro, que será el escenario del reino de Dios.
— Mt 8,11-12/Lc 13,28-29: «Vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes».
— Lc 6,21: «Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis».
— Mc 13,23-26: «Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas. Y entonces verán al Hijo del Hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria».
— Mc 14,25/Lc 22,18: «Desde este momento no beberé del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios».
7.2. Textos dudosos son:
— Lc 16,16/Mt 11,12-13: «La Ley y los profetas llegan hasta Juan; desde ahí comienza a anunciarse la buena nueva del reino de Dios, y todos se esfuerzan con violencia por entrar en él».
— Mt 21,31: «Les dice Jesús: ‘En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegarán antes que vosotros al reino de Dios’».
— Lc 17,20-21: «El reino de Dios viene sin dejarse sentir… Está ya entre vosotros (traducción alternativa «a vuestra disposición»). Véase sin embargo, todo el contexto, referido a la venida del Hijo del Hombre descrita toda en futuro: «No se dirá» (v. 21a); «llegarán los días en los que…» (v. 22); «así será el Hijo del Hombre en su día» (v. 24), e igualmente en el v. 30 («así será en el día en el que el Hijo del Hombre se revele…»).
— Mt 12,28/Lc 11,20: «Si yo expulso los demonios con el dedo (Mt por el espíritu) de Dios, entonces es que el reino de Dios llegó (éphthasen) a vosotros»; pero otros traducen «se acercó».
— Las parábolas de la perla (Mt 13,46) y del tesoro hallado en el campo (Mt 13,44) se entienden mejor si implican un bien objetivo ya existente, pero cuyo disfrute pleno será en el futuro. Igualmente, las parábolas del sembrador (Mc 4,3ss.), de la red echada al mar (Mt 13,47-50), de la levadura (Mt 13,33), la mostaza (Mt 13,31) y la cizaña (Mt 13,24-30 + 36-43) se comprenden bien si el Reino está «de algún modo» presente. Ahora bien, nunca podemos estar seguros de que este sea el significado original de estas parábolas en boca de Jesús (si es que son originales, véase infra), a saber, un reino ya venido pero con una manifestación plena en el futuro.
Tras ponderar los pasajes dudosos, mi conclusión es que no existe ni una sola sentencia atribuible al Jesús histórico que obligue a pensar que él defendía la presencia actual del Reino. Cuando los expositores cristianos escriben sobre el reino de Dios según Jesús de Nazaret, suelen hacer hoy día una reinterpretación y transposición profunda de las ideas de ese Jesús acerca del Reino. Tal transformación, a veces antitética al pensamiento originario de Jesús, comienza inmediatamente después de su muerte, como se ha visto ya en el discurso de Pedro en Hch 2, con sus nuevas interpretaciones de Jesús a causa de su resurrección y su exaltación junto a Dios [p. 71]. La interpretación de Pablo de Tarso, que se inicia quizás unos tres o cinco años después de la muerte de Jesús, es mucho más radical y profunda. Y tras él siguen los evangelistas… y el resto de los escritores del Nuevo Testamento. Por ello la Iglesia de hoy tendría también todo su derecho histórico en predicar un concepto del reino de Dios acomodado al tiempo presente, pero con la consciencia de que es una nueva y constante reinterpretación. Sin embargo, no me parece correcto que la inmensa mayoría de los libros acerca de Jesús, de talante pretendida y expresamente científico e histórico como el libro de J. A. Pagola, presenten al público una concepción del reino de Dios según Jesús que no es la de Jesús. Debe decirse claramente: lo que se escribe es una reinterpretación del pensamiento de Jesús que podría ser conforme a derecho; la historia del cristianismo lo avala. Pero no deben presentarse las que son reinterpretaciones