En el dominio de los estudios literarios, las cuestiones que se plantean no son en principio semióticas: la coherencia, el punto de vista, la afectividad, la intertextualidad, las figuras de retórica, el género, el estilo, la percepción, por citar los temas de los diferentes capítulos de este libro, son todos nociones, cuestiones o problemáticas elaboradas en el campo literario, con frecuencia en interacción con otros diversos campos. Algunas de ellas, como la retórica, el estilo, la afectividad, calificadas con frecuencia por eufemismo de “preteóricas”, han sido incluso soberanamente menospreciadas durante largo tiempo y relegadas del campo semiótico.
Nuestro objetivo a ese respecto es muy claro: para cada una de esas nociones o de esas problemáticas, nos esforzaremos por plantear cuestiones de naturaleza semiótica, por proponer acercamientos inspirados en la semiótica, y por poner en marcha análisis concretos para mostrar su valor operativo. No se trata, pues, de proponer una teoría semiótica más del discurso literario (ya hay bastantes circulando en el mercado de las ideas), sino de hacer ver cuál puede ser el aporte, en términos de método, de un punto de vista semiótico a cada cuestión planteada.
Nuestras propuestas estarán siempre orientadas por la perspectiva del discurso en acto:
• La coherencia de las isotopías (isotopía: coherencia, cohesión, congruencia) será examinada en el movimiento que reúne y asocia entre sí las figuras de un texto poético.
• El punto de vista (punto de vista: percepción y significación) nos dará la ocasión de sorprender a un personaje observador en trance de inventar el sentido de lo que percibe y siente, y de hacer así inteligible una ciudad que podría pasar a primera vista por incoherente;
• Las pasiones (pasiones y emociones) serán las de cuerpos emocionados que se comunican sin encontrarse, gracias a la mediación de la instancia de discurso, y las de sujetos que organizan progresivamente el sentido de lo que experimentan;
• La intertextualidad (intertextualidad: René Char y los Presocráticos) será captada en su fase de esquematización bajo el control de la praxis enunciativa: cómo un discurso puede esquematizar otro discurso mencionándolo y releyéndolo; cómo puede, a la vez, resucitar y deformar la significación.
• Las figuras de retórica (enunciación, retórica y figuratividad) y el género (el género: tipos textuales y enunciación) serán colocados bajo el total control de la enunciación, y ella misma, bajo el control de la percepción y de la sensibilidad de la instancia de discurso.
• El estilo (el estilo: la identidad y las formas de vida) será tratado como la expresión de una identidad en construcción de la instancia de discurso en devenir en los actos de enunciación.
• Finalmente, el estudio de las condiciones de la percepción en el texto literario (fenomenología) se convertirá enseguida en el análisis del “cuerpo a cuerpo” entre la obra y su sujeto de enunciación.
Cada capítulo, en una perspectiva que pretende ser didáctica, planteará las cuestiones generales, propondrá algunas respuestas, formulará definiciones antes de abordar un fragmento de texto o una obra de la literatura francesa.8 El conjunto de la perspectiva metodológica debe mucho a mis discusiones con Jean-Claude Coquet,9 Jean-Marie Floch,10 Jacques Geninasca,11 Anne Hénault,12 Eric Landowski13 y Claude Zilberberg,14 así como a sus propios trabajos. Mi agradecimiento desde aquí.
El conjunto de las cuestiones que se refieren a la perspectiva del “discurso en acto”, que solo son abordadas aquí indirectamente y en cuanto que afectan a cuestiones específicamente literarias, se encuentran desarrolladas de manera sintética en mi libro titulado Semiótica del discurso.15
Isotopía: Coherencia, cohesión, congruencia
La garganta, de Maurice Scève
LA ISOTOPÍA
La cuestión de la coherencia y de la cohesión
La lectura y la interpretación de un texto se basan siempre en un postulado mínimo, según el cual todo texto ofrece una dimensión coherente y por lo menos una parte de sus constituyentes (palabras, frases o conjuntos de frases) pueden ser considerados como un todo portador de significación. Ese postulado es mínimo en el sentido en que no implica de ninguna manera la unicidad de sentido: cada interpretación construye su propia coherencia; pero es requerido por la mayor parte de las hermenéuticas literarias, con la excepción tal vez del método de la “deconstrucción” en algunas de sus aplicaciones, las cuales no quedan incluidas en las propuestas que siguen.
En cambio, la cohesión textual es generalmente considerada como un fenómeno más superficial, que depende de la gramática del texto. La cohesión estaría asegurada principalmente por las anáforas y por las catáforas con ayuda de las cuales, a partir de un punto cualquiera del texto, se puede hacer referencia, directa o indirectamente, con precisión o aproximadamente, a todos los demás puntos del mismo texto, hacia arriba (aná fora) o hacia abajo (catá fora). Las concordancias gramaticales, los conectores argumentativos, las diferentes formas de la “progresión temática” y la repetición de las mismas figuras concurren a lograr la cohesión textual. Por otro lado, la cohesión es también una guía de lectura, y sobre todo, un soporte para la memoria que la lectura exige; por consiguiente, no puede ser completamente ajena a la coherencia: la cohesión del texto ayuda a descubrir su coherencia. Como veremos más adelante, un texto que a primera vista parece hermético y difícil de interpretar no es un texto incoherente sino un texto cuya coherencia resulta difícilmente accesible porque han desaparecido los índices y las ayudas superficiales de las que depende su cohesión.
La semántica textual1 propone tratar esas dos nociones bajo un solo concepto, el concepto de isotopía. Pero la isotopía, definida como la redundancia de una categoría semántica en un discurso, a duras penas logra dar cuenta de fenómenos que escapan a la sola repetición, aunque sea implícita, de los contenidos. La isotopía es el contenido de la coherencia o de la cohesión, pero no indica de qué manera son producidos esos dos efectos. La isotopía, tal como es habitualmente abordada, es un factor de coherencia del discurso-enunciado; pero si uno se interesa además por el discurso en acto, bajo el control de una enunciación, es preciso preguntarse de qué modo el discurso pone en marcha esas isotopías, cómo las organiza, cómo las resalta o las disimula, las distingue o las entrelaza. Por esa razón, pretendemos proponer aquí una solución simple y homogénea para tratar el conjunto de esas cuestiones.
Texto y discurso
Necesitamos avanzar en primer lugar una distinción general, que será utilizada no solamente en el presente capítulo, sino también en todos los demás, a saber, la distinción entre texto y discurso.
El discurso es el proceso de significación, o, en otros términos, a la vez el acto y el producto de una enunciación particular y concretamente realizada.
El texto es la organización en una dimensión (texto lineal), en dos dimensiones (texto planar o tabular), o en más… de los elementos concretos que permiten expresar la significación del discurso.
Texto y discurso podrían ser considerados como dos puntos de vista diferentes sobre el mismo proceso de generación del sentido. En efecto, para una semiótica cuyos objetos de estudio no son los signos sino los conjuntos y las prácticas significantes, se abren dos perspectivas: (i) una