Un rayito de luz para cada día. Ninayette Galleguillos Triviño. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ninayette Galleguillos Triviño
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9789877984583
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historia que continúa es muy triste. David, en sus paseos, comenzó a mirar lo que no debía. En este caso, la esposa de su vecino Urías. Una cosa llevó a la otra... y, al tiempo, David no solo había tomado una esposa que no le pertenecía, sino que había mandado matar a su esposo, un fiel soldado que sí había estado todo el tiempo en su puesto del deber.

      Hay un dicho que ni siquiera quiero escribir completo, pero imagino que tú lo sabes: “Mente desocupada...” ¿Cómo continúa? No hay duda, cuando no estamos cumpliendo con nuestro deber, cuando no estamos haciendo lo que tenemos que hacer, las probabilidades de que el enemigo de lo bueno tome control de nuestros pensamientos y acciones ¡aumenta mucho!

      Quizá David pensó que necesitaba “un descansito”. Quizá tú puedas pensar, a veces, que tienes demasiadas obligaciones y que, en algunos momentos, no tienes que hacer todo lo que te piden tus padres o maestros. Cuando te sientas inclinado a pensar así, recuerda a David, su irresponsabilidad, y las consecuencias que esa falta de responsabilidad causaron. Honra a Dios donde estés. Cinthya

      Que puedan confiar en ti

      “Aun el muchacho es conocido por sus hechos, si su conducta fuere limpia y recta” (Proverbios 20:11).

      ¿Te has preguntado alguna vez qué pasaría si el chofer que maneja tu ómnibus pasase un semáforo en rojo? ¿O si tu médico pediatra se equivocara de medicamento y te recetara un antibiótico de adulto? Por supuesto, ¡esto no pasa! Estos son ejemplos de cosas cotidianas que damos por sentado que deben hacerse bien, pues las llevan a cabo personas responsables. ¿Cuándo aprendieron a serlo?

      A medida que crecemos vamos asumiendo pequeñas responsabilidades que nos preparan para otras mayores. ¿Recuerdas cuando hiciste la cama por primera vez? ¿Y cuando mami te pidió que lavaras los platos? Fuimos aprendiendo que esas tareas estaban relacionadas con los demás. Alexandra y Elizabeth tienen una perrita y cada viernes de tarde la bañan, peinan y secan su abundante pelito. Sebastián y Valeria baten huevos y los mezclan con harina para hacer la pastafrola de sábado. En familia, cuando trabajamos en equipo, todos hacen la parte que les toca, especialmente para recibir el día del Señor.

      El planeta también necesita habitantes responsables. Hace algún tiempo en Florida, Estados Unidos, todos los habitantes de un pueblo debieron abandonar sus casas, pues estas comenzaron a hundirse. Acudieron geólogos e ingenieros y descubrieron que durante mucho tiempo se había extraído agua de una napa subterránea hasta que se vació y ese espacio se hundió. Un acto irresponsable que afectó a todos.

      Pero también podemos tener actitudes responsables. Cepillarme los dientes antes de dormir sin que nadie tenga que recordármelo es una actitud responsable. Organizar mi tiempo para terminar mis tareas o dejar la ropa doblada son manera de colaborar responsablemente para hacer felices a los miembros de mi familia. Ellos pueden confiar en nosotros pues cumplimos nuestros deberes con responsabilidad.

      Una conducta responsable es premiada con el respeto de quienes nos rodean y con la propia satisfacción del deber cumplido. Las personas responsables no sienten que cumplir con sus obligaciones sea una carga, porque están convencidas de que es lo que les corresponde. ¡Seamos responsables! Mirta

      Difícil, pero sorprendente

      “Su señor le respondió: ¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” (Mateo 25:23, NVI).

      Tenía 17 años y a su corta edad le tocó vivir una de las experiencias más difíciles y sorprendentes de su vida. Su padre lo amaba mucho, y los regalos que le hacía despertaron envidia en sus hermanos, quienes lo vendieron. En un abrir y cerrar de ojos pasó de ser el hijo mimado a un esclavo cualquiera.

      Mientras viajaba al país de su destierro, José se acordó de las enseñanzas de sus padres y, en vez de amargarse la vida, tomó la decisión de ser fiel a Dios. Al llegar a Egipto fue vendido al jefe de la guardia real, quien, al ver cuán responsable era, lo puso a cargo de todas las cosas de su casa.

      Un día apareció una mujer que quiso tentarlo, pero José había asumido la responsabilidad de no traicionar la confianza de su amo y mucho menos la de su Dios. Su tentadora, al no lograr su objetivo, se vengó acusándolo de un crimen que no había cometido, y lo hizo encerrar en la cárcel. A pesar de eso, José se mantuvo fiel, y en la oscura celda se ganó la confianza del carcelero, quien le dio la responsabilidad del cuidado de todos los presos.

      José siempre hacía más de lo que le pedían. Un día vio tristes a dos de los presos y se acercó para ayudarlos. El copero y el panadero del rey le contaron los sueños que los perturbaban, y José les hizo saber que Dios podía interpretarlos. Todo sucedió tal como él predijo y el copero volvió a servir al rey.

      Dos años después, el rey tuvo un sueño extraño que nadie podía interpretar. ¿Quién crees que se acordó de José? ¡Así es! Por fin el copero se acordó de José y le contó su historia al rey, quien mandó que lo trajeran enseguida. Cuando el rey escuchó la interpretación del sueño y lo que debía hacer, no le quedó la menor duda de que José era el único que podría encargarse de cumplir esa gran responsabilidad. Entonces, ¡ocurrió lo sorprendente! En un abrir y cerrar de ojos pasó de ser un esclavo cualquiera a ser el gobernador del país más poderoso de ese tiempo.

      ¿Te das cuenta? Ser responsable en las pequeñas cosas hace que Dios puede usarte como lo hizo con José. Pero la prosperidad no es resultado de un milagro; debes esforzarte y ser responsable, porque no existe éxito sin responsabilidad. Magaly

      Se necesitan...

      “Y el jefe de la cárcel confió en mano de José a todos los presos que estaban en la cárcel, y de todo lo que allí se hacía él era responsable” (Génesis 39:22, LBLA).

      La vida de José es una de las más explícitas y detalladas de la Biblia. Varios capítulos de Génesis cuentan cómo este joven pasó por momentos difíciles y hasta incomprensibles, pero Dios tenía un bello plan para su vida. Uno de los momentos más llamativos es cuando aceptó hacerse responsable de una cárcel. En el libro Patriarcas y profetas se menciona que José “encontró una obra que hacer, aún en la prisión. Dios lo estaba preparando en la escuela de la aflicción [...]. En la cárcel, presenciando los resultados de la opresión y la tiranía, y los efectos del crimen, aprendió lecciones de justicia, simpatía y misericordia que lo prepararon para ejercer el poder con sabiduría y compasión. [...] Cada rayo de luz que derramamos sobre los demás se refleja sobre nosotros mismos. Toda palabra bondadosa y compasiva que se diga a los angustiados, todo acto que tienda a aliviar a los oprimidos [...] resultará en bendiciones para el dador” (p. 218).

      No siempre las tareas hechas con grandeza, sacrificio y responsabilidad son vistas y valoradas en esta vida. Pero para Dios, nada pasa desapercibido. La responsabilidad social es esperable en un buen cristiano. Los “demás” no son solo nuestra familia y amigos. Son las personas que nos rodean, y en ellas tenemos que pensar.

      Hoy en la escuela jugamos al básquet en uno de los recreos. El cuarto grado del cual soy maestra me llena de orgullo. Son niños buenos, con una excelente mezcla de estudiosos, amigables, alegres y solidarios. Hoy también demostraron responsabilidad social, pues compartimos el patio con los más pequeños, de tercer grado, ya que su maestra se había ausentado por motivos de salud. Ante la consigna de permitir jugar a los más chiquitos