5 de marzo
¡Terremoto!
“Por eso también ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen” (Mateo 24:44).
¿Has sentido alguna vez un temblor o terremoto? Cuando la tierra que crees firme comienza a moverse, la sensación no es nada agradable. Las cosas más livianas se sacuden, los vidrios vibran, los perros ladran. Si vives en una zona donde los temblores y terremotos son esperados, sabes que pueden ocurrir en cualquier momento.
Hace poco tuvimos un temblor bastante fuerte en Perú, donde vivimos. Era de madrugada. Todos en casa estábamos durmiendo, y la sacudida nos hizo despertar sobresaltados. Tuvimos que recordar en un instante nuestro plan para estas ocasiones. Como vivimos en una zona de terremotos, siempre tenemos lista nuestra mochila de emergencia con ropa extra, agua, galletas, y otras cosas útiles. Creíamos estar preparados...
Pero ¿sabes qué? A la hora de la verdad, cuando el piso temblaba, ni nos acordamos de la mochila. Buscamos a nuestra perrita y salimos disparados de la casa. La realidad es que la mochila ni siquiera estaba a mano, como debería haber estado. Creíamos estar preparados, pero, si hubiera sido un terremoto fuerte, una emergencia real, y no un simple temblor, nos hubiéramos quedado solo con la ropa puesta, sin comida ni agua, afuera de la casa. Creíamos haber sido responsables en nuestra preparación para esta emergencia, pero en verdad no lo fuimos.
Si leíste con atención el versículo de hoy, probablemente ya estás esperando lo que vas a leer a continuación. Claro que sabes que Jesús ya está viniendo. ¡Por supuesto que tienes tu “mochila” preparada! Seguramente vas a la iglesia los sábados, estudias tu lección, quizá hasta eres un Aventurero o Conquistador. Tal vez cantas en el coro de tu iglesia. Pero eso no lo es todo. Si tu “mochila” no está donde debe estar, no estarás preparado tampoco.
¿Y qué podría significar que tu “mochila” esté donde debe estar? Para mí quiere decir que todo lo que haces, lo hagas porque amas a Jesús de corazón. Ese amor solo puede existir cuando conoces a tu Salvador de verdad. Búscalo en oración cada día, lee sus palabras en las Escrituras. Sé responsable y acepta la salvación de Jesús.
Cristo viene, y puede llegar cuando menos lo esperas. Que tu “mochila” esté preparada, ¡y colocada en el lugar correcto! Cinthya
6 de marzo
Como una novia
“Y yo, Juan, vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, engalanada como una novia para su esposo” (Apocalipsis 21:2).
¡Qué hermosas son las bodas! Si hay un día en que una señorita está asombrosamente deslumbrante, es el día de su casamiento. Hoy vamos a ver que la novia es la iglesia de Dios, que espera al esposo, el Señor Jesucristo.
¿Sabías que las novias reciben muchos consejos? Y algunos de esos, los podemos aplicar a la iglesia. Todas las novias quieren lucir ese vestido tan especial de color blanco, que simboliza la pureza. La iglesia también se mantendrá pura guardando la Palabra de Dios. También lucirá sonriente, pues se unirá a quien ama por el resto de su vida. La iglesia espera feliz encontrarse con el esposo, Jesús, que viene a buscarla para pasar juntos la eternidad.
También se aconseja a la novia no desvelarse la noche anterior, para poder estar alerta y lucir su mejor apariencia. La Biblia dice que la novia debe velar y estar atenta para no ser engañada por el gran enemigo. Tampoco hay que dejar tareas pendientes hasta último momento. Por eso, los hijos de Dios cada día deben confesar sus pecados y tener las lámparas bien llenas, colmadas de su Santo Espíritu.
Se les aconseja a las novias alimentarse de manera saludable. En relación con la vida espiritual, aliméntate del pan nutritivo, la Santa Biblia, para estar de pie cuando Jesús venga a buscarte.
Antes de la boda no debes callar aquellas cosas que podrán dañar tu boda perfecta. Tal vez el sabor de la torta, los colores seleccionados y cómo te queda ese peinado. En la vida de la iglesia también podemos tener que arreglar asuntos, como por ejemplo, relaciones rotas que te afectan o incomodan. Jesús quiere una iglesia unida, que lo espera.
Se recomienda que una novia no haga cambios radicales, como cortarse el cabello o cambiar el color de su cabello, justo antes de la boda. Los cambios para bien deben ser paulatinos. Así mismo, la iglesia también debe realizar los cambios necesarios de manera paulatina, especialmente si se trata de cosas relacionadas con malos hábitos o rasgos nocivos de carácter.
Tú, amiguito, eres parte de la iglesia, la novia que espera al novio, el Señor Jesús. Ten en cuenta que falta poco para esa boda. ¿Estarás listo esperándolo? Mirta
7 de marzo
¡Hay equipo!
“Porque cada uno llevará su propia carga” (Gálatas 6:5).
Desde niña, me encantaban los proyectos de investigación, los trabajos prácticos, y todas las presentaciones escolares. Pero, a veces, había algo que arruinaba esas tareas para mí. ¡No me gustaba tener que trabajar en equipo! Parecía que siempre terminaba haciendo los trabajos sola, ¡qué aburrido, y qué injusto! Luego de la escuela primaria, llegó el secundario y seguía sin agradarme la idea de hacer todo el trabajo sin mucha ayuda.
Fue recién en la universidad, estudiando para ser maestra de escuela primaria, donde pude empezar a disfrutar de trabajar con otras personas que también tenían muchas ganas de aprender y colaborar en el equipo. ¡Qué alivio cuando cada uno hacía su parte! ¡Cuánto más se podía hacer y avanzar cuando cada uno cumplía con su responsabilidad!
¿Sabes? En la vida hay muchos “equipos”. Además de equipos de trabajos prácticos en la escuela, donde espero que puedas hacer tu parte para alegría y tranquilidad de tus compañeros, hay otros equipos. ¿Cuáles serán? Un equipo podría ser tu clase de Escuela Sabática. ¿Diría tu maestra que cumples tu parte con responsabilidad? ¿Llegas a tiempo y sabes tu versículo de memoria? ¿Cantas con alegría? ¿Oras cuando te lo piden? ¡Qué lindo es poder contar con un niño responsable como parte del equipo!
Hay otro equipo del que eres parte: eres parte del equipo de tu familia. Tu familia puede estar formada por diversas personas, pero estoy segura de que los miembros de tu familia cuentan con que tú llevarás tu parte de la carga. ¿Qué te toca hacer en la casa? Recuerdo que a mí me tocaba lavar la loza con mi hermana. No me encantaba hacerlo, pero mi mamá contaba con nosotras. Éramos parte del equipo. Y cumplíamos nuestra parte, porque todo el equipo esperaba que lo hiciéramos.
Además, como parte del equipo, puede haber otras cosas que sea necesario hacer. Quizá a veces tu deber dentro del equipo sea tener paciencia con tus hermanos. Nada fácil, ¿verdad? ¡Quizá hasta debas tener paciencia con tus propios padres! Pero un niño que comprende que es parte de un equipo, como tú, sabe que a veces hay que hacer cosas por el bien del equipo. Dios te ha puesto en tu familia. Hoy te invito a vivir con responsabilidad, como un miembro de ese equipo que Dios mismo creó. ¿Hay equipo? Sí, ¡hay equipo! Cinthya
8 de marzo