En septiembre, Poblador presenta los estatutos de la Peña Ibérica en el Gobierno Civil. En su artículo primero, dejan claro que su objetivo es «la exaltación de los prestigios patrios». Fieles a su visceral anticatalanismo, proclaman que la lengua de la Peña será el castellano y, nostálgicos del Imperio español, afirman que podrán ser miembros de esta los españoles o portugueses o los hijos de padres nacidos en España, Portugal, Cataluña o Vasconia francesa, Córcega, Cerdeña, Andorra, Gibraltar, Tánger, Filipinas, Islas Palaus, Marianas, Carolinas y repúblicas iberoamericanas. La Peña define su actitud como «patriotismo deportivo», no como política, y explica que «antes que deportivos somos españoles y por eso queremos y, si es preciso sabremos imponer, que todo lo que sobresalga en actividades en nuestro querido suelo ha de respirar el ambiente españolista».27 Ninguna mención se hace ya al RCD Español.
Pero esto no quiere decir que dejen de utilizar el fútbol políticamente. En mayo, en el banquete de homenaje que organizan al jugador Julio Kaiser, al que acuden más de doscientas personas, entre los que intervienen, además de dirigentes del club, hay viejos conocidos con un claro perfil político como Salvador Palau o José Baró.28 Lo mismo ocurre el 30 de septiembre de 1928, cuando organizan una velada literario-musical en el Teatro Partenón en honor del RCD Español. Se trata de celebrar el inicio de la temporada y presentar el himno de la Peña. En el acto, además de ibéricos, se dejan ver miembros de la Unión Patriótica. Inicia la velada Fernando Ors Martínez, periodista deportivo, además de destacado dirigente del Libre, que presenta a los autores de la música y letra del himno. Seguidamente actúa la banda de música del Regimiento de Infantería Badajoz, bajo dirección de Luis Palanca, padre de dos futuros falangistas. La última pieza es el citado himno, por lo que Palanca cede la batuta a Luís Badosa, su compositor. Sigue un discurso de Salvador Palau «el cual fue un canto de amor a España y relato de virtudes ibéricas en pos de la fortaleza espiritual y material por medio del deporte». Después subió al estrado el poeta Pedro Luis de Gálvez, un bohemio de ideas ácratas, autor de la letra del himno, que leyó su poema dedicado a la Peña. El acto finaliza con los acordes de la Marcha Real y los consiguientes vivas a España, la Peña Ibérica y el RCD Español.29
En noviembre de 1928 la Peña tiene ya 82 socios, que eligen como nuevo presidente a Domingo Batet, pasando Poblador a la vicepresidencia. También figuran en la nueva junta históricos como Enrique Ponz y Ramón López de Jorge.
En esos años el RCD Español está viviendo un gran momento deportivo. En noviembre de 1928 gana al eterno rival, con lo que se proclama matemáticamente campeón de Cataluña. Este derbi no estuvo exento de nuevo de incidentes, pero esta vez fuera del campo. La bronca entre culés y pericos se produjo en el music-hall Eden Concert de la calle Conde de Asalto. Parece ser que la orquesta, por sugerencia de algún cliente, tocó alguna canción favorable al Barça y ahí empezó el jaleo, pues en local había público de las dos aficiones. El ibérico Antonio Ors Martínez, hermano del dirigente del Libre, sacó su pistola de somatenista y amenazó a la orquesta. Se generó un tumulto. Se oyó algún Mori Espanya! Finalmente tuvieron que intervenir las fuerzas del orden, que se llevaron detenido a Ors y al autor del grito antiespañolista.30
En febrero de 1929 el RCD Español se planta en la final de la Copa del Rey tras eliminar en semifinales al Barça. El rival es el Real Madrid. La final se juega en el estadio de Mestalla de Valencia. Se desplazan unos 4.000 pericos. Unos van en barco, otros en tren, los de la Peña Ibérica se desplazan en dos coches. Antes del partido pasean por la ciudad del Turia. Uno de los automóviles luce un curioso letrero: «La Peña Ibérica del Español saluda a Valencia y a su bellísima Reina de la Belleza Española». Los pericos que no han podido desplazarse se reúnen en bares, que instalan altavoces para la ocasión. En un partido poco lucido, por lo embarrado del campo y la lluvia persistente, el Español se impone por 2 a 1 y se proclama por primera vez en su historia campeón de España. A pesar del frío y la lluvia, grupos de seguidores españolistas pasean por Barcelona celebrando el triunfo. La crónica de la final en ABC parece redactada por un ibérico, dice:
... si se tiene en cuenta que el Real Club Deportivo Español ha sostenido durante muchos años una lucha deportiva, pero envenenada por cuestiones políticas, de manera que no había que contender solamente con los equipos contrarios, sino en muchas ocasiones con una gran parte del público, esto hace que el actual triunfo provocara entre los entusiastas del equipo un verdadero delirio.31
El histórico título es celebrado por la Peña Ibérica con fiestas y bailes. La Verdad Deportiva publica un poema dedicado a tan crucial momento, el cual finaliza así:
Ya estamos satisfechos en España.
Un equipo español venció en la liza.
No valió al renegado su artimaña
y han cobrado paliza tras paliza.32
La Peña se expande y en mayo inaugura sede en Terrassa. Participa en la vida social barcelonesa; asisten al homenaje al marqués de Foronda, director de la Exposición Internacional de Barcelona, y participan en un festival benéfico en favor de los dispensarios Acción Social. No olvidan del todo su faceta deportiva y ese mismo año montan un equipo de fútbol que reta a otras peñas del Español como la Zamora, Trabal y Vantolrá.
Poblador sigue ligado al periodismo, ahora de forma profesional. En 1929 había entrado en la redacción de La Razón, órgano oficial de la Unión Patriótica barcelonesa, que tras la desaparición del partido único fue adquirido por el Sindicato Libre, que le dio un tono más obrerista. También era redactor de La Protesta, semanario nacido en mayo de 1930 impulsado por miembros de los Sindicatos Libres partidarios de la Dictadura y disidentes del carlismo oficial, y, además, colaboraba en esos años en La Hoja Oficial del Lunes, en la que se destacaban todos los actos organizados por la Peña Ibérica. Poblador ingresó ese año en el Sindicato Profesional de Periodistas.
Y será Poblador quien dirija una nueva publicación deportiva aparecida en octubre de 1929, Furia Española. A pesar de su título, tiene un carácter menos político que publicaciones anteriores y trata de mantener un tono equidistante entre todos los equipos catalanes. Se trata de un semanario gratuito, financiado por la publicidad, que se repartía los lunes en peluquerías, hoteles, sociedades recreativas y deportivas. Se confeccionaba los domingos, por lo que no recogía crónicas de partidos, sino entrevistas y artículos sobre fútbol y boxeo, los dos principales deportes de masas en esos momentos. No parece que tuviera mucha vida. El último número que hemos localizado es el tercero, de 20 de octubre de 1929.
En febrero de 1930, bajo presidencia de Francisco Palau y en presencia del delegado gubernativo, se celebra la reunión general ordinaria de la Peña Ibérica. Asisten unos ochenta socios. El secretario, Poblador, da lectura a la memoria del ejercicio anterior. El discurso no tiene desperdicio; es una condensación de los ideales de la Peña expresados en el lenguaje rimbombante habitual. Con fuerza, arrancaba con un «aquí nos tenéis presentes enarbolando con orgullo nuestra Santa bandera y la representación directora de esta entidad, conglomerado de hombres de limpio ideal y de sanas condiciones, para laborar por el bienestar y el progreso de nuestra querida patria». Elitismo y virilidad, un clásico de la Peña. Insiste en ello: «Peña Ibérica no recolecta adictos, no tiene nuestra entidad bases de riqueza que sirvan de espejuelo para cazar hombres alucinados por el resplandor del favor y del otorgamiento de cargos y recompensas» no, ellos son «la cuna del españolismo, donde ingresan los hombres que buscan dar al alma lo que le pertenece, desechando por completo la podredumbre material [...] somos hombres desinteresados y batalladores