Voces al margen: mujeres en la filosofía, la cultura y el arte. Diana Erika Ibarra Soto. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Diana Erika Ibarra Soto
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786079897666
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palabras de Shulamith Firestone:

      Quizá una de las principales afecciones del amor romántico es que en él se cifra una gran expectativa de felicidad. ¿Qué no hay otras? Esto puede generar la idea del amor como trampa. El amor duele, probablemente por las expectativas tan altas que se tienen de él; es un sentimiento sublime, pero el sentido de la vida no debe centrarse únicamente en él. Si el único indicador de validación personal es el amor, entonces, al no lograrlo, el sentimiento de fracaso resulta comprensible. Y que hay de las vidas que no poseen un amor romántico, pero sí de filia (hermandad), ágape (virtud) o storge (familia), ¿estos amores no sirven para una vida lograda? El error no subyace en vivir un amor romántico, sino sólo en resumir la vida cara a un amor romántico.

      Pero este no es el único mal, sino que frecuentemente, al crear un sentido de dependencia se ejerce una dinámica de poder. Al depender del amado, se cede el control de la propia vida. Nada más sano que un amor trasparente e incondicional. Te amo porque lo decido, no porque te necesite, de lo contrario la verticalidad se hace presente, y con ella los chantajes, las amenazas o celos. Amar porque me aman implica una lógica de mal entendida reciprocidad. El amor debe ser un regalo incondicional en donde sólo la persona es responsable de su sentimiento. Amo porque decido amar. El amor no me hace feliz, soy feliz cuando amo, cuando decido “yo” entregar mi amor, pues es en esa única forma que amar se vuelve protagónico en la vida, pero no dependiente.

      Sí, esto no niega la posibilidad del dolor, pero sí de la dependencia, pues aun en el desamor sería la persona amante quien se hace responsable de su propia vida. Una vez más la reflexión de Eva Illouz resulta clarificante:

      Quizá en los tiempos actuales somos diferentes a Psique; ella se hizo cargo sola de su dolor, quizá no de la mejor manera, pero al menos fue suyo. Ahora la culpa de las fracturas en el alma se las endilgamos siempre a alguien más.

      Al fallar el amor Psique vaga, y en su errar opta por la venganza. Engaña a sus dos hermanas, haciéndoles creer que Eros, ante la falla que ella ha cometido, las ha preferido a ellas, una a una se lanzan de la roca, de la que alguna vez Céfiro sustrajo a Psique, pero ellas sólo encuentran el suelo, muriendo desgarradas a causa de su envidia. Psique busca a Eros y huye de Venus tratando de evitar el original castigo, en su camino solicita la ayuda de Pan (Alpuleyo, V, 25), Juno (Alpuleyo, VI, 4) y Ceres (Alpuleyo, VI, 2), pero pese a sus simpatías nadie le presta ayuda porque temen hacer enojar a la gran diosa.

      No puedo hablar de nieto: la condición de los contrayentes es ilegal, además, un matrimonio verificado en el campo, sin testigos, sin consentimiento paterno, no puede considerarse legítimo, uy, por consiguiente el hijo que nazca será bastardo; eso suponiendo que llegara al término de la gestación (Alpuleyo, VI, 9).

      Si bien podríamos decir que el matrimonio no ha sido conscientemente aceptado por el padre de Psique, éste lo ha dado al momento de ofrecer a su hija en la roca.

      El empoderamiento de Psique

      Venus recurre a Mercurio para encontrar a Psique y castigarla, no sólo por la transgresión a su hijo, si no por existir, por la belleza que posee. Este es el momento en que Psique, decidida por lo que quiere, el amor de Eros, sorteará una serie de pruebas que le impone Venus, hasta llegar a las mismas puertas del infrahumundo. Psique abandona su posición de víctima y emprende camino: se atreve. No pide permiso, y aunque recibe ayuda, es ella la que toma la decisión de seguir. Se deja de presentar una Psique llorosa y suicida para soportar la inquietud y la tristeza (Alpuleyo, VI, 9). La lectura es compleja pues si bien Psique puede ser revestida de una cantidad notoria de adjetivos positivos: arrojada, inteligente, decidida, astuta, disciplinada, falla en el último momento. Aun desobediente, Psique abre una caja prohibida para agregar más belleza a su persona. Maldita vanidad que nunca es suficiente. En lugar de cumplir con su objetivo, cae en un sueño profundo, porque las bellezas divinas no son para las criaturas mortales. Casi lo tiene, pero no puede con la tentación, de nuevo un fruto prohibido. A las mujeres se nos representa como incontinentes, vanidosas, pero esa debilidad es enseñada:

      Disimular, usar de ardides, odiar y temer en silencio, especular con la vanidad y las flaquezas de un hombre, aprender a chasquearlo, a burlarlo, a maniobrar con él: he ahí una ciencia muy triste. La gran excusa de la mujer consiste en que le han impuesto que lo comprometa todo en el matrimonio: carece de oficio, de conocimientos, de relaciones personales; ni siquiera el nombre que lleva es suyo; no es más que “la mitad” de su marido. Si éste la abandona, lo más frecuente es que no halle ninguna ayuda ni en sí misma ni fuera de sí misma (Beauvoir: 252).

      Ese miedo a la pérdida de sí sin el otro es lo que causa la angustia de Psique. No puedo estar sin Eros. Según la opinión de Macabit Abramson (2016), Psique, como heroína, logra romper los lazos con la sociedad, para ganar su lugar en el mundo y una identidad femenina individual.

      La recompensa de Psique no es poca: la inmortalidad y un amor eterno. “Toma Psique, y sé inmortal; Cupido nunca romperá los lazos que a ti le ligan: el matrimonio que os une es indisoluble” (Alpuleyo, VI, 23). Y este, pienso que es el más fuerte error, no porque el matrimonio sea o no indisoluble, sino por la promesa del amor eterno, así garantizado, por la disposición de Júpiter o una varita mágica. No es que el amor no genere redención, al contrario. En mi opinión el amor exige esfuerzo diario, compromiso y donación.

      Pero no nos equivoquemos los errores no son de Psique, son de Apuleyo y la sociedad que formuló y postergó estas ideas, y que continuamos reproduciendo sin pensar en lo que provocan en nuestras vidas. Por ello, para frenar la cadena y ritualidad, toca inspeccionar hechos y narraciones y pensar de acuerdo con una cultura de paz e igualdad en qué es lo que queremos conservar. No hay nada malo en el amor, al contrario, el salvífico estado exige compromiso y para este compromiso, libertad, pero no hay libertad plena si no hay conciencia.

      Una relación amorosa no es fruto del destino ni regalo de los dioses, es un ejercicio de voluntad, prudencia, diálogo y respeto. El amor, al menos en el mundo contemporáneo, exige un ejercicio de horizontalidad donde no existan dioses ni princesas, sino iguales, compañeros de vida que se aceptan en la diversidad de sus dones y faltas, pero más aún, donde se ejerza en un buen conocimiento de la valía propia y como fruto de una consistente y reiterada decisión.

      Consultora, académica y empresaria. Doctora en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México, maestra en Historia del Pensamiento y licenciada en Filosofía, ambas por la Universidad Panamericana. Ha sido profesora de esta universidad por más de 15 años impartiendo los seminarios de Teoría de Género, Historia Política de la Sexualidad y Feminismos. Es integrante del Sistema Nacional de Investigadores nivel 1. Es autora del libro La identidad kinética de las mujeres: una visión a partir de la teoría de las capacidades de Martha Nussbaum.

      Estoy consciente que existen otras anteriores dentro