no hay ninguna ocupación entre las concernientes al gobierno del Estado que no sea de la mujer por ser mujer ni del hombre en tanto hombre, sino que las dotes naturales están similarmente distribuidas entre ambos seres vivos, por lo cual la mujer participa, por naturaleza, de todas las ocupaciones, lo mismo que el hombre (455d-e).
En tanto que más débil la una que el otro sirve sólo para asignar las tareas específicas de, por ejemplo, el uso de armas. Manejarán las armas más livianas, pero participarán igualmente en la guerra. Atendiendo al ethos la Grecia clásica el pensamiento arrojado en la República es tanto provocador como innovador. La mujer como otro ciudadano más en la configuración del Estado, que participará como el hombre en las mismas tareas que se requieren. Algo ridículo para un varón de la sociedad ateniense (Brisson, 2012).
El primer paso, señala Platón, es el de la educación. Debido a que hombres y mujeres son iguales por naturaleza, unos y otras deben formarse en la música y la gimnasia, como lo prescribió en el tercer libro de la República, como parte de la formación de los guardianes. Además, como quedará asentado en el libro VII de la República, que inicia con la alegoría de la caverna, el liberado deberá atravesar por una pedagogía basada en las matemáticas que le permitirá alcanzar la dialéctica, el entendimiento de los primeros principios. A tal persona, piensa Platón, le corresponde gobernar. No sin antes señalar que este gobierno puede estar en manos de un hombre o una mujer, si fuesen ellas quienes lograron alcanzar la máxima penetración en el conocimiento del bien. La república de Platón, por ende, tendrá a un rey o una reina filósofa (Cf. República, VII, 540c). La única condición es que haga filosofía correctamente.
Dialéctico es quien “alcanza la razón de la esencia”, en tanto quien no puede dar razón de su conocimiento, ni a sí mismo ni a los demás, “no tiene inteligencia de estas cosas” (534b). Alcanzar la razón de la esencia y poder dar razón de las cosas que sabe no está condicionado al accidente sexual o cromosomático, sino que todo aquel que tiene alma puede lograrlo.
Prometeo recargado
En Protágoras (320c-321d), Platón narra su versión del mito de Prometeo. Comparte mucha similitud con el de Hesíodo, salvo por el final. En el de Platón, Prometeo no es castigado por Zeus. Al contrario, cuando el dios se entera de la labor de Prometo se convierte en un consejero sobre lo que este nuevo animal requiere para ser capaz de vivir en ciudades.
Prometeo, al ver que su hermano Epimeteo había dotado de todas las cualidades a los animales excepto al humano, le robó el fuego a Hefesto y la sabiduría a Atenea. Gracias a estos obsequios, el animal con inteligencia tuvo participación en lo divino, pues compartía con los dioses algunas características. Por eso es el único animal que puede reconocer a los dioses y adorarlos. Con el fuego y con la sabiduría los hombres eran capaces de realizar muchas empresas, pero carecían de la ciencia política. Debido a ello, siempre que se reunían terminaban en disputas y pugnas los unos con los otros.
Para evitar esto, Zeus envió a Hermes a que compartiera con los hombres el sentido moral y la justicia “para que hubiera orden en las ciudades y ligaduras acordes de amistad” (321c). Además, Zeus exige que todos participen del sentido moral y de la justicia, no sólo unos cuantos. Hermes debe derramar moralidad y justicia sobre todos los ánthropos. Sólo así será posible que existan ciudades.
Las discrepancias entre la narración de Hesíodo y la de Platón son mínimas y, sin embargo, significativas. El inicio es idéntico, pero el final es nuevo en Protágoras. Mientras que en el relato original Zeus encadena a Prometeo por el hurto y obsequio a los mortales, enviando una plaga femenina, en el de Platón Zeus auxilia para que esta nueva raza pueda, incluso, aprender a vivir en comunidad. Sin moralidad ni justicia toda agrupación humana está destinada a la catástrofe, a la aniquilación. ¿De qué moralidad y de qué justicia se está hablando en el diálogo de Platón? De aquella moralidad basada en la virtud (areté), de las cualidades que le permiten al ser humano ser lo que tiene que ser ayudándolo en esta tarea. Tarea que concluye con la justicia en su sentido más natural, metafísico y antropológico.
Gracias a ello, Platón fue capaz de pensar más allá de los límites de su tiempo. La ilustración griega encontró en él a un pensador que se atrevió a reflexionar sobre el kósmos de una manera que no lo habían hecho filósofos ni políticos antes que él. Uno de los tantos beneficios que este nuevo pensamiento trajo fue la incorporación de la mujer a la esfera política. Platón aprovechó el fuego y la sabiduría dadas para iluminar con inteligencia y ciencia la ética de su Atenas. Fiel a la etimología de ánthropos que exploró en Cratilo fue y examinó lo que veía. Recordemos que los justos son luz que iluminan las tinieblas de cualquier caverna.
Doctor en Historia del Pensamiento por la Universidad Panamericana (UP), maestro en Filosofía por la unam y licenciado en Filosofía por la up. Actualmente es profesor investigador del Departamento de Humanidades de esta universidad. También colabora con sesiones para icami y, en Monterrey, para el cph.
Referencias
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Brisson, L. (2012), “Women in Plato’s Republic”, en Études platoniciennes, Vol. 9, Open Edition Journals, pp. 129-136.
Buchan, M. (1999), Women in Plato’s Political Theory, Londres, Macmillan.
Eggers Lan, C. (2012), Introducción, en Platón, Timeo, Buenos Aires, Colihue.
——— (1998), Introducción, traducción y notas, en Platón, La República, Madrid, Gredos.
García Gual, C., Traducción, introducción y notas, en Platón, Protágoras, Madrid, Gredos, 1997.
Harry, C. y Polansky, R. (2016), “Plato on Women’s Natural Ability: Revisiting Republic V and Timaeus 41e3-44d2 and 86b1-92c3”, en Apeiron, Vol. 49, núm. 3, Berlín, De Gruyter, pp. 261-280.
Nietzsche, F. (1999), Más allá del bien y del mal. Preludio de una filosofía futura, Madrid, Alianza Editorial.
Shehadeh, L. R. (1998), “Plato’s Paradoxical View of Women”, en Feminist Issues, Vol. 8, núm. 2, Springer, pp. 67-74.
Vallejo Campos, A. (2018), Adonde nos lleve el logos, Madrid, Trotta.
Los errores de Psique: bosquejos de
deconstrucción de la violencia de género en la idealización del amor romántico
Diana Ibarra Soto[1]
¿Cómo empezar a deconstruir una dinámica de sumisión que ha operado durante siglos? ¿Cómo obtener relaciones de horizontalidad entre mujeres y hombres en un mundo que ha sido vertical desde el inicio? ¿Cómo romper la inercia que valida la violencia, la subordinación, el desinterés o la ceguera, todo ello justificándolo con el amor?
La problemática que encierra la estructura patriarcal es múltiple y compleja. Las mujeres hemos servido y vivido bajo esquemas masculinos que nos ha posicionado en lugares de dependencia, una que no se ve, que se reproduce sin darse cuenta; una que se mete en nuestras labores diarias, pero sobre todo en nuestra mente. Desmantelarla será cuestión de décadas, sino es que de siglos, y no hay esfuerzo que sobre en esta causa. En particular me interesa reflexionar sobre las estructuras de dominación en el amor romántico. No es que no crea en el amor, al contrario, sostengo que es el acto más trascendente que una persona puede realizar, pero en muchas ocasiones los sistemas culturales en los que se ha develado provocan que se aleje de su objetivo y en vez de provocar experiencias eudaimónicas a quienes la profesan, su búsqueda o ejercicio acarrea desafortunados incidentes.
Como lo dice Ulrich Beck: “El amor se hace más necesario