“Mi tesis ha sido que un camino para construir una teoría no trivial de los sistemas complejos es a través de una teoría de la jerarquía” (Simon, 1962.e).
“Diseño es satisfacción, encontrando una solución aceptable” (Simon, 1995.b).
“La idea de que hay una única forma de organización –particularmente, la corporación privada– que tiene la capacidad única para la eficiencia en la acción es un fantasía que ignora tanto el comportamiento organizacional por la motivación en el trabajo como los límites de nuestras capacidades para medir consecuencias y convertirlas en valores de costos y demandas” (Simon, 1998.b).
01. Antes de 1947, Simon produjo una serie de trabajos que deben considerarse, de alguna manera, una antesala de la obra cuyas observaciones y notas estoy realizando. De ahí que, en este capítulo, se considere esencial conocer cómo Simon preparó su obra y cómo, después, siguió su evolución.
En 1938, escribió uno de sus primeros artículos de trascendencia en colaboración con Clarence Ridley acerca de algunos fundamentos de la disciplina y expresó su preocupación por el concepto de eficiencia en la administración pública y su medición. Manifestó en dicho trabajo: “La eficiencia de la administración se calcula como la relación entre los resultados realmente obtenidos, con los recursos disponibles, y el máximo resultado posible, con los mismos recursos disponibles” (Ridley & Simon, 1938.b).
En la década del cuarenta, consolidó su preparación. En 1941, Simon siguió preocupado por la verbosidad del concepto utilizado de las “buenas prácticas” administrativas y buscó sentar precedentes respecto de las técnicas cuantitativas en la investigación en la disciplina, lanzando sus primeras críticas: “El punto que quiero remarcar es que esas máximas de buena administración pueden ser un punto inicial, pero ciertamente no constituyen el punto de inflexión para el investigador en administración. Este no debe estar satisfecho con la adopción de las ‘mejores prácticas’ como afirman los teóricos o como lo emplean otras jurisdicciones. Su tarea no es aceptar las buenas prácticas, sino probarlas y mejorarlas. Las teorías deben estar sujetas a las pruebas de fuego de los hechos. El administrador práctico no está interesado en si está cumpliendo con determinada teoría abstracta, sino que desea saber si está operando efectivamente” (Simon, 1941). En 1944, comenzó a encarar lo que sería el tema de toda su vida, el proceso de toma de decisiones y la influencia en el proceso de los niveles inferiores con premisas de hecho y valor. Así lo afirmó en esta publicación: “La influencia de una organización y sus supervisores sobre las decisiones de los empleados operativos puede ser estudiada apuntando a cómo la organización determina, para sus empleados operativos, las premisas –fácticas y éticas– de sus decisiones. La influencia de la organización es una cuestión de grado. Así viajemos de la cúspide a la base de la jerarquía administrativa, notamos una progresiva particularización de la influencia. Hacia la cima, la discrecionalidad está limitada por la asignación de amplios objetivos y la especificación de métodos muy generales; más abajo en la jerarquía, son establecidos objetivos más específicos y procedimientos muy detallados” (Simon, 1944). En 1946, realizó su prueba de fuego y escribió lo que quizás sean los prolegómenos del Capítulo II que estamos comentando, realizando críticas a las formulaciones de Lyndall Urwick (25) y estableciendo la futilidad de los denominados principios de administración: “La primera tarea de la teoría administrativa es desarrollar un conjunto de conceptos que permita la descripción de los temas relevantes de la teoría de la administración de situaciones. Estos conceptos, para ser científicamente útiles, deben ser operacionales, es decir, sus significados deben corresponderse en hechos observables empíricamente o hechos [...]. ¿Cuál es la descripción más científicamente relevante de una organización? Es una descripción que, tanto como sea posible, diseña para cada persona en la organización qué decisiones toma y a quién influencia adoptando esas decisiones. Esta actual descripción de la organización administrativa cae muy lejos de este estándar. Para la mayoría, se limitan a sí mismos a la asignación de funciones y a la estructura formal de autoridad. Les dan muy poca atención a los otros tipos de influencia organizativa o al sistema de comunicaciones” (Simon, 1946.a). Llegó la publicación, en 1947, de El Comportamiento Administrativo y, durante un tiempo, sus publicaciones se concentraron en los temas del libro, aunque ya había comenzado sus investigaciones en solución de problemas e inteligencia artificial con Allan Newell.
A comienzos de la década del cincuenta, Simon escribió que la nueva teoría de la organización no puede soslayar a la teoría de los juegos, a la cibernética y a la teoría de los servomecanismos, a las computadoras veloces, a la teoría de la comunicación y a la programación lineal; y sus conclusiones fueron: “En la descripción de este desarrollo estamos contando con el esfuerzo de un muy considerable grupo de científicos en una docena de lugares. No quiero crear una ansiedad extrema en la mente de los ejecutivos ante esta perspectiva de obsolescencia. Antes que los ejecutivos de negocios y gerentes tomen su lugar con los mastodontes, (26) pasarán años, si no generaciones” (Simon, 1950.b). Dos años más tarde, retomó el tema con el impacto de los servomecanismos, ahora en la función de planeamiento y control de la producción (Simon, 1952.a), y formuló nuevos comentarios sobre la teoría de la organización, estableciendo claramente su razón de estudio: “Las instituciones humanas son sistemas de actividades interdependientes que comprenden al menos muchos grupos primarios y caracterizados, al nivel de participación consciente, por un alto grado de dirección racional del comportamiento a través de fines que son objetivos de expectación y conocimiento común. Ejemplos típicos de instituciones son las empresas, las agencias administrativas públicas, las asociaciones voluntarias, como los clubes” (Simon, 1952.c). Realizó ese mismo año comparaciones entre la Teoría de la firma y la Teoría de la organización, incorporando la novedosa terminología de incentivos y contribuciones de los participantes: “En la teoría de la organización, los participantes son generalmente tratados de una manera más simétrica. A cada participante le es ofrecido un incentivo para su participación en la organización. A través de su participación en la organización realiza contribuciones. Las contribuciones de los participantes pueden ser vistas como ‘factores’, y los incentivos ofrecidos, como ‘productos’” (Simon, 1952.d). En 1953, persistió en su creencia de que la teoría de la organización constituye “...una teoría de creación, estabilidad y supervivencia de instituciones...” y concluyó que prevalece una teoría del comportamiento interpersonal en el seno de las instituciones sociales, que comprende dos aspectos relevantes. Por un lado, “...el fenómeno relativo al conflicto de valores entre los miembros de la institución y la necesidad de incentivos para transformar los fines personales en fines institucionales consistentes...”, y por el otro, “...los problemas de cooperación, aun en la ausencia de conflicto...” (Simon, 1953.b). También en ese año recreó y describió los problemas de diseño de organización que tuvo que padecer en el nacimiento de la ECA (27) y expresó: “En este sentido, la estructura organizacional de la ECA puede ser percibida como una reflexión del modo en el cual la asistencia externa al problema fue estructurada por mentes humanas luchando cuerpo a cuerpo con su complejidad. Cada unidad organizacional puede ser comparada por aproximación con algún elemento identificable de algunas de las conceptualizaciones del problema que compiten entre sí” (Simon, 1953.c).
En 1954, año crucial en sus trabajos en inteligencia artificial (se recomienda ver la cita relacionada en las observaciones realizadas en el Capítulo VIII), Simon desarrolló e investigó los problemas del control en las grandes instituciones. Expresó en una parte de esa publicación: “El problema del control es serio en las organizaciones a gran escala por dos hechos relacionados: (1) los que legítimamente controlan, simplemente no pueden adaptarse a su dimensión –no tienen tiempo de averiguar en detalle qué está pasando o decidir qué podría pasar–; (2) los empleados, de una manera burocrática, utilizan