Está claro, en vista de esto, que diferente y desemejante poseen igualmente muchos sentidos. La diferencia es opuesta a la identidad; de forma que todo relativamente a todo es idéntico o diferente. Existe diferencia, si no hay unidad de materia y de forma: tú eres distinto de tu vecino. Existe una tercera especie de diferencia; la diferencia en los seres matemáticos.
Y así, todo relativamente a todo es diferente o idéntico, con tal, sin embargo, de que exista unidad o ser. No exista negación absoluta de la identidad; se emplea ciertamente la expresión no-idéntico, pero jamás cuando se habla de lo que no existe; sino que siempre cuando se trata de seres reales. Porque se dice también uno y no-uno de aquello que por su naturaleza puede ser uno y ser. Esta es la oposición entre la heterogeneidad y la identidad.
La heterogeneidad y la diferencia no son una misma cosa; en dos seres que no son heterogéneos entre sí, la heterogeneidad no recae sobre algún carácter común, porque todo lo que existe es heterogéneo o idéntico. Pero lo que es diferente de alguna cosa, es diferente de ella en algún punto; de forma que es necesario que aquello en que se diferencian necesariamente sea idéntico. Este algo idéntico es el género o la especie, porque todo lo que es diferente, es diferente de género o de especie: de género, si no existe diferencia común y producción recíproca, como los objetos que pertenecen a categorías diferentes. Las cosas que son diferentes de especie son las que son del mismo género. El género es aquello en lo que son idénticas dos cosas que difieren en cuanto a la esencia. Los contrarios son diferentes entre sí, y la contrariedad es una especie de diferencia. La inducción prueba la exactitud de este principio que nosotros habíamos anticipado. En todos los contrarios existe, en efecto, a mi parecer, la diferencia, y no solo heterogeneidad. Los hay que difieren de género; pero otros están comprendidos en la misma serie de atribución; de forma que son idénticos bajo la relación del género y de la especie. Hemos fijado en otro lugar qué cosas son idénticas y cuáles no lo son.
Parte IV
Es posible que las cosas que difieren entre sí difieran más o menos; existe, pues, una diferencia extrema, y esto es a lo que yo denomino contrariedad. Puede establecerse por inducción que la contrariedad es la diferencia extrema: en efecto, respecto de las cosas que difieren de género, no existe tránsito de la una a la otra; existe entre ellas la mayor distancia posible y no cabe entre las mismas combinación posible, mientras que respecto de las cosas que difieren de especie existe producción de los contrarios por los contrarios tenidos como extremos. Ahora bien, la distancia extrema es la mayor distancia; de suerte que la distancia de los contrarios es la mayor distancia posible. Por otra parte, lo más grande que hay en cada género es lo que hay de más perfecto, porque lo más grande es lo que no posee posibilidad de aumento, y lo perfecto aquello más allá de lo que no puede gestarse nada. La diferencia perfecta es un fin en el mismo concepto que se dice que es perfecto todo lo que tiene por carácter ser el fin de algo. Más allá del fin no existe nada; porque en todas las cosas el fin es el último término, es el límite. Por esto fuera del fin no existe cosa alguna, y lo que es perfecto no carece de nada en absoluto.
Está claro, desde luego, que la contrariedad constituye una diferencia perfecta; y teniendo la contrariedad numerosos sentidos, este carácter de diferencia perfecta lo poseerá en estos diferentes modos. Siendo así, una cosa única no puede tener muchos contrarios. Porque más allá de lo que es extremo no puede existir cosa que sea más extrema todavía, y una única distancia no puede tener más de dos extremidades. En una palabra: si la contrariedad es una diferencia, no consistiendo la diferencia más que en dos términos, tampoco se contarán más de dos en la diferencia perfecta.
La definición que acabamos de ofrecer de los contrarios debe aplicarse a todos los modos de la contrariedad, porque en todos los casos la diferencia perfecta es la diferencia más grande; en efecto, fuera de la diferencia de género y de la diferencia de especie, no es posible establecer otras diferencias; y queda demostrado que no existe contrariedad entre los seres que no pertenecen al mismo género. La diferencia de género es la mayor de todas las diferencias. Las cosas que difieren más en el mismo género son contrarias, porque su diferencia perfecta es la diferencia más grande. De igual manera, las cosas que en un mismo sujeto difieren más, son contrarias, porque en este caso la materia de los contrarios es la misma. Las cosas que, sometidas a un mismo poder, difieren más, son igualmente contrarias; en efecto, una sola y misma ciencia abraza todo un género, y en el género hay objetos separados por la diferencia perfecta, por la diferencia más grande.
La contrariedad primera es la que se da entre la posesión y la privación; no toda privación, porque la privación se entiende de muchas formas, sino la privación perfecta. Todos los demás contrarios se los llamará contrarios conforme a estos, o porque los poseen, o porque los producen o son producidos por ellos; en fin, porque admiten o rechazan estos contrarios u otros contrarios.
La oposición comprende la contradicción, la privación, la contrariedad, la relación; pero la oposición primera es la contradicción, y no puede existir intermedio entre la afirmación y la negación, mientras que los contrarios pueden tener intermedios; es, por lo tanto, evidente que no existe identidad entre la contradicción y la contrariedad. En cuanto a la privación, ella constituye con la posesión una especie de contradicción. Se afirma que existe privación para un ser cuando está en la imposibilidad absoluta de poseer, o no posee lo que se halla en su naturaleza poseer. La privación es, o absoluta, o de tal género determinado. Porque privación se toma en diversos sentidos, como hemos dicho en otro lugar. La privación es, por tanto, una especie de negación; es, o en general una impotencia determinada, o bien esta impotencia en un sujeto. Esto es lo que hace que entre la negación y la afirmación no exista intermedio, mientras que en ciertos casos sí lo hay entre la privación y la posesión. Todo es igual o no-igual; pero no es igual o desigual sino en las cosas capaces de igualdad.
Si las producciones en un sujeto material son el tránsito de lo contrario a lo contrario (y, en efecto, ellas provienen de la forma, de la realización de la forma, o bien de la privación de la forma o de la figura), es evidente en este caso que toda contrariedad será una privación; pero probablemente no toda privación es una contrariedad. La causa de esto es que lo que está privado puede estar privado de muchas maneras, mientras que no se da el nombre de contrarios más que a los términos extremos de donde proviene el cambio. Por lo demás, se puede probar por la inducción. En toda contrariedad hay la privación de uno de los contrarios; pero esta privación no es de la misma naturaleza en todos los casos: la desigualdad es la privación de la igualdad; la desemejanza privación de la semejanza; el vicio privación de la virtud. Pero hay, como hemos dicho, diversas clases de privaciones. Tan pronto la privación es una simple falta, tan pronto es relativa al tiempo, a una parte especial; por ejemplo, puede haber privación de cierta época, privación en una parte esencial, o privación absoluta. Por esta razón hay intermedios en ciertos casos (hay, por ejemplo, el hombre que no es ni bueno ni malo), y en otros no: es preciso de toda necesidad que todo número sea par o impar. En fin, hay privaciones que tienen un objeto determinado, otras que no lo tienen.
Es, por tanto, evidente que siempre es uno de los contrarios la privación del otro. Bastará, por lo demás, que esto sea verdadero para los primeros contrarios, los mismos que son como los géneros de los otros, como la unidad y la pluralidad, porque todos los demás se reducen a estos.
Parte V
Siendo la unidad opuesta a una unidad, podría suscitarse esta dificultad: ¿Cómo la unidad se opone a la pluralidad? (porque todos los contrarios se reducen a estos). ¿Cómo lo igual se opone a lo grande y a lo pequeño? En toda interrogación de dos términos oponemos siempre dos cosas; y decimos así: ¿es blanco o negro, es blanco o no blanco? Pero no decimos es hombre o blanco sino en una hipótesis particular, cuando preguntamos, por ejemplo: ¿cuál de los dos ha venido, Cleón o Sócrates? Cuando se trata de géneros diferentes, la interrogación no es de la misma naturaleza; no es necesariamente lo uno o lo otro: aquí mismo, si ha podido expresarse de esta manera, es porque había contrariedad en la hipótesis, porque los contrarios solos no pueden existir al mismo tiempo, y esta es la suposición que se hace cuando se pregunta: ¿cuál de los dos ha venido?