¿Pero qué es el ser y qué el no ser, qué lo verdadero y qué lo falso, en las cosas que no son compuestas? En este caso, sin duda alguna, el ser no es la composición; no es que las cosas sean cuando son compuestas, y que no sean cuando no son compuestas, como la madera es blanca, como la relación de la diagonal al lado del cuadrado es inconmensurable. ¿Lo verdadero y lo falso son entonces en estas cosas lo que son en las demás, o bien la verdad, y el ser como la verdad, no son aquí diferentes de lo que son en otra parte? He aquí lo que es verdadero y lo que es falso en estos objetos. Lo verdadero es percibir y decir lo que se percibe, y decir no es lo mismo que afirmar. Ignorar es no percibir, porque solo se puede estar en lo falso accidentalmente cuando se trata de esencias. Lo mismo sucede respecto a las sustancias simples, porque es imposible estar en lo falso respecto a ellas. Todas ellas existen en acto, no en potencia; de otro modo nacerían y perecerían, porque no hay para el ser en sí producción ni destrucción: sin esto procedería de otro ser. Luego no puede haber error respecto a seres que tienen una existencia determinada, que existen en acto; solamente hay o no pensamiento de estos seres. Sin embargo, se examinan cuáles son sus caracteres, si son o no tales o cuales.
El ser considerado como lo verdadero, y el no ser como lo falso, significan bajo un punto de vista lo verdadero cuando hay reunión, lo falso cuando no la hay. Bajo otro punto de vista el ser es la existencia determinada, y la existencia indeterminada es el no ser. En este caso, la verdad es el pensamiento que se tiene de estos seres, y entonces no hay falsedad ni error; no hay más que ignorancia, la cual no se parece al estado del ciego, porque el estado del ciego equivaldría a no tener absolutamente la facultad de concebir.
Es evidente, además, si se admiten seres inmóviles, que estos no pueden en ningún tiempo estar sujetos a error. Si el triángulo no está sujeto a cambio, no puede creerse que tan pronto la suma de sus ángulos vale como no vale dos ángulos rectos, pues en otro caso estaría sujeto a cambio. Pero puede creerse que este ser es inmóvil, y aquel otro no. Y así puede pensarse que no hay ningún número par que sea primo, o que entre los números pares hay unos que son primos, los otros no. Pero si se trata de seres que son unos numéricamente, esto no es ni siquiera posible. No se puede tampoco creer que en ciertos casos hay unidad, mientras que no la habría en los otros: entonces se estará en lo verdadero o en lo falso, porque hay siempre unidad.
Libro X
Parte I
Hemos expuesto anteriormente, en el libro de los diferentes significados, que la unidad se entiende de muchas maneras. Pero estos numerosos significados pueden reducirse en suma a cuatro principales que abarcan todo lo que es uno primitivamente y en sí y no accidentalmente. Existe en primer lugar la continuidad, continuidad pura y simple, o bien, y en especial, continuidad natural, que no es solo el resultado de un contacto o de un nexo de unión. Entre los seres continuos poseen más unidad, y una unidad anterior, aquellos cuyo movimiento es más indivisible y más simple. Existe también unidad, y más fuerte todavía en el conjunto, en lo que tiene una figura y una forma, en especial si el conjunto es un producto natural, y no, como en las cosas unidas por la cola, por un clavo, por una atadura, producto de la violencia. Semejante conjunto lleva en sí la causa de su continuidad; y esta causa es que su movimiento es uno, indivisible en el espacio y en el tiempo. Está, pues, claro que si existe alguna cosa que por su naturaleza tenga el primer principio del movimiento primero, y por movimiento primero entiendo el movimiento circular, esta cosa es la unidad primitiva de magnitud. La unidad a la que nos referimos es, por tanto, o la continuidad o el conjunto. Pero la unidad se adjudica también a aquello cuya noción es una, lo que tiene lugar cuando existe unidad de pensamiento, siendo el pensamiento indivisible. El pensamiento indivisible es el pensamiento de lo que es indivisible, ya bajo la relación de la forma, ya bajo la relación del número. El ser particular es indivisible numéricamente; lo indivisible bajo la relación de la forma es lo que es indivisible bajo la relación del conocimiento y de la ciencia, La unidad primitiva es, por tanto, la misma que es causa de unidad de las sustancias.
Cuatro son, pues, los modos de la unidad: continuidad natural, conjunto, individuo, universal. Lo que constituye la unidad en todos los casos es la indivisibilidad del movimiento en ciertos seres; y respecto de los demás la indivisibilidad del pensamiento y de la noción.
Veamos que no se debe confundir todo lo que tiene la denominación de unidad con la esencia misma y la noción de la unidad. La unidad posee todas las acepciones que acabamos de mencionar, y es uno todo ser que tiene en sí uno de estos caracteres de la unidad. Pero la unidad esencial puede existir ya en algunas de las cosas que acabamos de señalar, ya en otras cosas que se refieren todavía más a la unidad propiamente dicha; las primeras solo son unidades en potencia.
Cuando se trata del elemento y de la causa, es necesario establecer distinciones en los objetos y dar la definición del nombre. En efecto, el fuego, el infinito quizá, si el infinito existe en sí, y todas las cosas análogas son elementos desde un punto de vista, y desde otro no lo son. Fuego y elemento no son idénticos entre sí en la esencia; pero el fuego es un elemento porque es cierto objeto, cierta naturaleza. Por la palabra elemento se entiende que una cosa es la materia primitiva que constituye otra cosa. Esta distinción se refiere asimismo a la causa, a la unidad, a todos los principios análogos. Y así la esencia de la unidad es, de una parte, la indivisibilidad, es decir, la existencia determinada, inseparable, ya en el espacio, ya bajo la relación de la forma, ya por el pensamiento, ya en el conjunto y en la definición, mientras que, por otra parte, la unidad es sobre todo la medida primera de cada género de objetos, y por excelencia la medida primera de la cuantidad. De esta medida se originan todas las demás; porque la medida de la cuantidad es la que da a conocer la cantidad, y la cantidad, en tanto que cantidad, se conoce por la unidad o por el número. Ahora bien, todo número es conocido por medio de la unidad. Lo que da a conocer toda cantidad, en tanto que cantidad, es por tanto la unidad, y la medida primitiva por la cual se conoce es la unidad misma. De donde se infiere que la unidad es el principio del número en tanto que número.
Por analogía con esta medida se denomina en todo lo demás medida a una cosa primera, por cuyo medio se conoce, y la medida de los diversos géneros de ser es una unidad, unidad de longitud, de latitud, de profundidad, de peso, de velocidad. Es que el peso y la velocidad se encuentran a la vez en los contrarios, porque ambos son dobles: existe, por ejemplo, la pesantez de lo que tiene un peso cualquiera, y la pesantez de lo que tiene un peso considerable; existe la velocidad de lo que tiene un movimiento cualquiera, y la velocidad de lo que tiene un movimiento precipitado. En una palabra, lo que es lento posee su velocidad; lo que es ligero posee su pesantez. En todos los casos que ahora examinaremos, la medida, el principio, es algo uno e indivisible. En cuanto a la medida de las líneas, se llega a considerar el pie como una línea indivisible por la necesidad de encontrar en todos los casos una medida una e indivisible. Esta medida es simple, ya bajo la relación de la cualidad, ya bajo la de la cantidad. Una cosa a la que no se pueda quitar ni añadir nada, he aquí la medida exacta. La del número es pues la más exacta de las medidas, se define, en efecto, la mónada, diciendo que es indivisible en todos los sentidos. Las otras medidas no son más que imitaciones de la mónada. Si se añadiese o se quitase algo al estadio, al talento, y en general a una gran medida, esta adición o esta sustracción se haría sentir menos que si recayese sobre una cantidad más pequeña. Una cosa primera, a la que no puede quitarse cosa que sea apreciable por los sentidos, tal es el carácter general de la medida para los líquidos y para los sólidos, para la pesantez y para la magnitud, y creemos conocer la cantidad cuando se conoce por esta medida.
La medida del movimiento es el movimiento simple, el más rápido movimiento, porque este movimiento posee una corta duración. En la astronomía existe una unidad de este género que sirve de principio y de medida; se admite que el movimiento del firmamento, al que se refieren todos los demás, es un movimiento uniforme y el más rápido de los movimientos.