2) Poco más tarde, día y mes indeterminados, Elgueta se entera de esa nueva relación de Rosas. En octubre, ella le pide a Elgueta que deje de llamarla por teléfono. Lo hacía, según denunció, casi todas las noches. Agrega que la “hostigaba demasiado” y que no la dejaba tener una vida independiente.
3) A comienzos de diciembre de 2013, Elgueta se entera de que Rosas se casa. Le envía una pesada ráfaga de mensajes de texto cargados de despecho. No hay vulgaridades. Sí un tono catastrófico, hiperbólico. Tras saber por terceros de la boda de su expareja, se siente traicionado. Esos mensajes constan en el nuevo expediente administrativo contra el entonces ministro y fueron presentados como evidencia por Cristina Rosas ante la corte para sustentar su acusación.
Un puñado de mensajes de texto incluye información personal del novio de Rosas, que no se sabe cómo Elgueta obtuvo: nombre, profesión, universidad donde estudió. Por alguna razón maneja, además, detalles del costo de la boda y de la ceremonia religiosa. No se advierten amenazas explícitas, pero la novia teme que suceda algo.
Rosas: “Tengo susto, porque Emilio tiene amigos en Investigaciones que entraban al correo de Alejandra [Rebolledo], pero sin necesidad de cambiar la clave. Me causa temor que Emilio sepa que nos gastamos seis millones en el matrimonio, información que solo estaba disponible en mi correo, lo mismo, respecto de la fecha, hora y lugar donde nos casaríamos por la iglesia. Creo que sus mensajes son parte de una amenaza velada. Sabe todo de mi marido, esto no lo encuentro normal”.
4) 11 de enero de 2014. Novio espera a novia, Cristina Rosas, en la puerta de la iglesia en Santiago. Novia llega y divisa a una mujer con lentes oscuros y no presta demasiada importancia. Es Alejandra Rebolledo. Minutos más tarde se arma una trifulca frente a todos los invitados. ¿Qué sucedió? Según la novia, Rebolledo le habría dicho que venía a “cagarle” el matrimonio, “al igual que ella lo había hecho con el suyo”.
Tras el altercado en la iglesia, Cristina Rosas se querella contra Alejandra Rebolledo. En juicio oral, el tribunal no puede dar por acreditada la versión de la novia, quien acusó a Rebolledo de ingresar por el pasillo central de la iglesia hacia el púlpito para atacarla con una botella de ácido, en una mano, y un cortaplumas, en la otra. Alejandra Rebolledo es sobreseída. En proceso paralelo, se condena, en cambio, al hermano de la novia –que participó de la batahola–, por lesiones menos graves contra Rebolledo, quien también presentó querella acusando haber sido agredida por familiares de la novia en la iglesia.
5) Corte Suprema acoge denuncia de Cristina Rosas en contra de Elgueta por hostigamiento. Se instruye a la Corte de Apelaciones de Rancagua la designación de un ministro instructor que investigue. El abogado de Rosas pide a ese tribunal suspender a Elgueta.
6) 31 de enero de 2014: Rosas recibe dos llamados. El número que aparece en la pantalla de su móvil es el del teléfono fijo del Juzgado de Garantía de Rancagua. Rosas no atiende. Sí lo hace su abogado más tarde. Al otro lado de la línea: Marcelo Víctor Vásquez Fernández, el otro ministro expulsado del Poder Judicial junto a Elgueta y, por entonces, juez titular de ese tribunal.
Se dice que el llamado de Vásquez tenía como objetivo persuadir a Rosas para que retirara la denuncia que había dado pie a la apertura de este segundo proceso disciplinario contra Elgueta. Vásquez admite llamados, pero explica que solo quería felicitar a la mujer por su matrimonio, que conoce a Cristina Rosas por la larga relación de amistad que él tiene con Elgueta.
Emilio Elgueta no fue sancionado en este nuevo proceso sumarial. El ministro instructor que llevaba la investigación propuso el sobreseimiento de la causa, decisión ratificada luego por la Corte Suprema.
El miedo de aparecer nuevamente en titulares y ver expuesta su vida, ahora en Rancagua, volvió a rondarle. Poco antes de que se precipitara la trama que terminó por segunda vez con un sumario en su contra, Emilio Elgueta interpuso un recurso de amparo en la justicia para borrar de internet las notas de prensa que se referían a la primera sanción que recibió en 2010, tras la denuncia de Alejandra Rebolledo.
Dice el recurso: “Deduce acción de protección en contra de la empresa Google Chile por mantener –como empresa proveedora de servicios y de búsqueda de contenidos en Internet– información referida a una situación de orden judicial y privada que le aconteció, lo cual implica una afectación de su integridad y la de sus hijos, y de su derecho al respeto y protección de su vida privada y pública, y la honra de su persona y de su familia”.
En el escrito se aclara que Elgueta y Rebolledo tuvieron “dificultades” familiares el año 2010, pero que ya se encuentran “subsanadas”.
El 15 de enero de 2014, cuatro días después del altercado en la iglesia, ese recurso fue desestimado por los tribunales: “El recurrente tiene una confusión respecto de cómo funciona el motor de búsqueda Google. (...) Google no publica contenido, sino que muestra como resultado de búsqueda la página web donde dicho contenido estaría publicado (...) el recurrente ni siquiera identifica la fuente de publicación que reprocha”.
Para peor, la noticia de la apertura de este segundo sumario administrativo en su contra –incluidos los incidentes en la iglesia– reventaría poco después en la prensa. A contrapelo de sus propósitos, la presencia en la web de Elgueta aumentó. Aún así, sus tribulaciones no alcanzaban a ocupar la totalidad de la primera página de resultados del popular buscador.
Hoy su nombre está por todas partes.
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En ocasiones, Luis Evaristo Arenas Contreras atiende gratis a pacientes con problemas económicos en Rancagua. Personas que conocen al médico cirujano lo definen como un tipo sociable, entrador. Agregan que a veces también visita sin costo a personas mayores de edad en sus propios domicilios. Son varios los que lo saludan en la calle, cuando va o viene de su consulta ubicada en la céntrica Alameda de la ciudad, casi al frente del Hospital Regional de Rancagua. Luis Arenas, o “Luchín”, como le llaman algunos con cariño, es popular.
A las habilidades sociales del doctor, habría que agregar que Rancagua es un micromundo. Personajes como él se hacen notar. Las historias –desgracias ajenas más que buenaventuras– se desparraman rápido. Nada tan distinto a lo que sucede en otras ciudades de Chile. Pero Rancagua ha estado movida.
En la plaza de armas de la ciudad –Plaza de los Héroes– hay un puestito de café con mesas al aire libre. Es un punto estratégico donde se puede medir la temperatura de lo que pasa en la ciudad. Está ubicado de manera equidistante, entre la Municipalidad y la Intendencia; cerca de la Catedral; a un par de cuadras del Servicio de Impuestos Internos y del Conservador de Bienes Raíces, y a unas cuantas más de la Fiscalía Regional y de la Corte de Apelaciones, en calle Brasil 992.
En ese café, en el centro del poder rancagüino, se junta pasado el mediodía un grupo de hombres a discutir. Se toman su tiempo, pasan horas, varios días a la semana. Algunos cargan con aventuras políticas fallidas, otros son artesanos, escritores, columnistas esporádicos de medios locales. Hablan fuerte, se echan tallas, interpretan los acontecimientos. Tienen el pulso de lo que pasa, de lo que se sabe oficialmente y de lo que circula bajo cuerdas. Tema no les ha faltado, sobre todo desde que ese caluroso 5 de febrero de 2015 estallara el escándalo de especulación inmobiliaria en la vecina comuna de Machalí, con la nuera y el hijo de la expresidenta Michelle Bachelet como protagonistas.
Como una bola de nieve en descenso y con el bullado Caso coimas de 2002 como un lejano telón de fondo –oportunidad en que Bernardo Córdova, “El Hombre del Cartel”, le propinó un cartelazo en la cabeza al exsubsecretario Patricio Tombolini, imputado y luego absuelto en esa causa–, Rancagua ha vuelto a granjearse fama como epicentro de noticias nacionales.
Ellos pueden ofrecer versiones, con mayor o menor precisión, sobre la debacle en la Corte de Apelaciones de Rancagua y cómo esto conecta, en un punto específico pero clave, con el caso Caval; sobre cómo, casi inmediatamente después del derrumbe del tribunal de alzada rancagüino, se desplomó la Fiscalía de esa ciudad con la suspensión de los persecutores jefes de esa institución, Emiliano Arias y Sergio Moya; sobre el fraude con los fondos