La mosca. Luis García. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Luis García
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788412273199
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para quedar y me extrañé del hecho de que no me hubiesen dicho nada aún. Ferran contestó al momento, diciendo que sí, que podíamos quedar en su casa. En cambio, Marc no habló. Ni siquiera abrió el chat.

      9/12/2017 10:46 Sábado

      Ferran me dijo que quedásemos en media hora y, cuando fue la hora, me aparecí en el portal de detrás de su casa y al rato de avisarle de mi llegada me abrió la puerta verde que daba a su taller repleto de polvo y trastos para tirar.

      Cruzamos el taller y fuimos a “la sala”, como la llamamos nosotros. Nuestra pequeña guarida. Ordenada como queríamos nosotros, decorada a nuestro gusto, llena de nuestras frikadas. Eso es lo especial de la sala, que, aunque esté en casa de Ferrán, es “nuestra” y de nadie más.

      Me sorprendí al ver allí a Peter, sentado en el puf rojo, al lado de la chimenea.

      —Ey tío, ¿cómo va todo? —preguntó él al verme.

      —Pues no tengo ni idea, es todo muy raro, ¿qué haces despierto tan temprano? —le pregunté de broma.

      —Esto no me lo puedo perder.

      Ferran se sentó en el sofá azul del centro, y yo me estiré en el gris que hay a su lado.

      —¿Qué está pasando? —pregunta Ferran.

      Los miré a los dos y en ese momento les expliqué todo lo sucedido en los días anteriores. Mi despertar con la mosca tatuada, el descubrimiento de mis extraños poderes, mi encuentro con El la y su repentino deseo de venganza, mi encierro en el hacking y lo ocurrido durante la noche con Clara...

      Nadie decía nada al acabar mi historia, y no supe que pensar al ver sus caras de confusión.

      —¿Y qué pasa con El la? ¿Sabes dónde está?

      —No y no sé si quiero saberlo.

      —¿Cómo que no? ¡Tienes que detenerla! —dijo Ferran.

      —¿Por qué? Esto es real, Ferran, no estamos en un cómic, no soy ningún superhéroe.

      —Tienes poderes —dijo Peter con una sonrisa—. Y según lo que has dicho, El la derribó media casa con un puñetazo. A distancia...

      —Sí, es verdad, pero eso fue cuando nos cogimos de la mano. Ya os lo he explicado antes. Cuando tuvimos contacto físico fue como si tuviésemos un poder ilimitado. Como si pudiésemos hacer lo que queramos.

      —¿Y no sabes de dónde ha sacado este poder?

      —No, no me ha dicho nada de nada...

      —¿Y qué pasa con el de Terrassa? ¿Has accedido ya a su móvil? —preguntó Ferran.

      —¡Es verdad! ¡Ya ni me acordaba! Lo configuré todo para que lo pudiese controlar desde mi móvil, voy a ver.

      Agarré el teléfono que había modificado con un arsenal Hacker y comprobé con alegría, que sí que había mordido el anzuelo.

      Lo primero que hice fue descargarme todas sus conversaciones de WhatsApp y los 3 empezamos a leer, enterándonos de todo de lo que ha hablado, sabiendo cómo piensa actualmente, conociéndole de nuevo con el objetivo de saber de quién era esa casa.

      —Parece que esa casa era de sus suegros...

      —Joder. Eso no, ¡¿Por qué?! —dije casi gritando.

      —Pero a ver, ese capullo te jodió durante 2 años, ¿qué importa ahora? —comentó Peter.

      —¡Pues que no han hecho nada! No tienen ninguna culpa... Si no hubiese sido por El la y por mí...

      —Tú no tienes la culpa, fue ella quien golpeó la casa.

      —¡Sí tengo la culpa! ¡No puede ser que otros hayan salido heridos por mi culpa! Tengo que saber si están bien.

      Miré su ubicación y comprobamos que seguía en el hospital.

      —Voy a ver cómo está, espero que no haya más heridos...

      —¡Espera no te vayas!

      —No voy a irme, solo quiero mirar. Cogedme del hombro si queréis verlo.

      Nos sentamos en el suelo, crucé las piernas y Peter y Ferrán me cogieron cada uno de un hombro, alcé la mente al cielo, arrastrando las suyas conmigo y me quedé en el techo de la sala viendo como Ferrán se agarraba con más fuerza a mí.

      Atravesamos las paredes y los techos, volamos hacia el cielo y llegamos hasta Terrassa casi al instante. Dejé que tanto Peter como Ferran se tranquilizaran y vieran dónde estábamos mirando.

      —¿Es el hospital? —pregunto Peter jadeando aún.

      —Sí, la ubicación GPS decía que estaba por esta zona, y este es el único hospital que hay por aquí.

      —¿En qué habitación está?

      —Vamos a averiguarlo —les dije con una sonrisa.

      Y en menos de un segundo, recorrimos todas las salas del edificio, atravesando las puertas y las paredes, hasta encontrarlo, en la planta superior.

      Estaba estirado en la cama, tapado con la sábana, con unos moratones y cortes en la cara. A su lado, había una chica de pelo negro liso y ojos finos la cual ya habíamos conocido gracias a su teléfono. Los dos estaban hablando sobre lo sucedido, intentando entender cómo una habitación había podido caer así.

      —¿Crees que lo ha hecho alguien?

      —No veo cómo alguien podría hacer algo de ese tamaño, y no se escuchó ninguna explosión ni nada así —contesto él.

      —Me parece raro, no vino nadie a robar ni nada por el estilo, es como si fuese una venganza personal...

      —¿Quién querría vengarse de mí? —dijo él riendo.

      —Ya lo sabes, no es ningún secreto que en la ESO la liaste mucho. Alguien habrá que te quiera joder.

      —Eso fue en el pasado, sé que no tendría que haber hecho nada de eso, pero en esos tiempos o jodías o te jodían. Hubo un chico un año más pequeño que yo que vino a mi clase en tercero, se veía que estaba solo y quiso hacerse amigo mío; al principio parecía que todo iba bien, pero empecé a humillarlo. Cada día le decía algo insultante. Cada día éramos más los que le insultábamos y nos reíamos de él. Le acorralábamos en clase y le insultábamos en su cara, él siempre se enfadaba y se cabreaba mucho, nos insultaba, contraatacaba siempre, pero nunca atacó. Cada vez que se enfadaba le pinchábamos más. Yo era un auténtico cabrón en esa época, ya que por muchos insultos que me dijese, por muchas veces que me dejase mal con pocas palabras, yo tenía el apoyo de la clase y fuimos la mayoría a por él. Fui un auténtico gilipollas con él y tendría motivos para joderme así. Pero no creo que tenga la manera ni la valentía para hacerlo. Ni siquiera sabemos si esto ha sido provocado o no. Solo sabemos que la habitación se me cayó encima. Solo espero que lo haya superado todo, y si nos volvemos a ver, poder pedirle perdón en persona.

      Al acabar de hablar, volvimos a la sala, donde ninguno sabía que decir.

      —Solo él está en herido... —dije yo.

      —¿Y entonces qué? ¿Ya esta? ¿Oyes todo eso y solo dices “solo él está herido”? —dijo Ferran.

      —¿Qué quieres que diga? ¡Ese imbécil, como bien ha explicado, me humilló durante 2 años! ¡Dice que ojalá me pueda pedir perdón en persona, pero a saber si lo dice de verdad o para quedar bien con su chica! —grité enfadado.

      —¿Y qué vas a hacer? Ya hemos visto que solo él ha salido herido...

      —Pues no sé, no puedo enviarles dinero para el arreglo, no tengo nada y que yo sepa no puedo curar a la gente —comenté intentando bromear.

      —¿Por qué no lo dejas y te olvidas y ya está? —dijo Peter.

      10/12/2017