La mosca. Luis García. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Luis García
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788412273199
Скачать книгу
ver toda la Bisbal. Empecé a surcar entre las pequeñas nubes, hasta encontrar por fin la casa de Luis, el chico del pelo abombado, veía perfectamente la puerta blanca de dicha casa. Podía ver su interior. Podía ver como dormían sus habitantes mientras su perro rallaba la puerta de la cocina queriendo dormir con alguien.

      Me aparecí dentro de la casa, en la habitación donde Luis dormía plácidamente. Me acerqué a él y le di un regalo que no se podría esperar.

      7/12/2017 7:20 Jueves

      Que sueño tan raro.

      Esto lo tengo que apuntar, no puede quedar solo en mi memoria.

      Hoy he tenido un extraño sueño, había una chica, rubia, creo También me vi a mi mismo con Ferran No suelo tener sueños y para uno que tengo me gustaría poder acordarme.

      Cuando me desperté me fui a desayunar. Mi perro estaba en la cocina esperándome. No le gusta dormir solo, tiene miedo y por ello se pasa la noche llorando y rascando la puerta Ojalá me dejasen dormir con él.

      Cuando acabé subí a lavarme los dientes y noté algo extraño. Mi hombro derecho estaba un poco dolorido y al ver una mancha oscura en él, me quité rápidamente la camiseta. ¡Una mosca, tenía un tatuaje de una mosca de ojos morados en el hombro derecho! ¿Por qué? ¿Cómo había llegado esto aquí? ¡No tenía ningún sentido! Nunca me había hecho ni un solo tatuaje, ni recordaba haberme hecho este.

      Estuve un buen rato mirando ese extraño dibujo. Intenté borrarlo incluso, pero no había manera de que saliese de mi piel.

      Preocupado, me dirigí a mi cuarto a vestirme, abrí el armario, y me puse el mismo pantalón oscuro de ayer, junto con un jersey fino que me tapase el extraño tatuaje.

      Ya vestido salí de casa para pasear al perro.

      Mientras él hacía sus cosas, me toqué el hombro, pensando en que podía significar esto.

      Debería acabar ya de escribir. Ahora tengo que salir hacía el instituto de la Bisbal en el cual estoy haciendo las prácticas de informática del ciclo medio. A pesar de no entender nada, tengo que seguir con mi vida.

      7/12/2017 16:05 Jueves

      Como cada día era el tonto que estaba esperando... Tenía que ir a las clases del ciclo en Palamós y cada día iba con Marc. Él se había sacado el carnet hacía nada y sus padres le compraron un coche nuevo por ello. Aunque él siempre llegaba mínimo 15 minutos tarde sin motivo alguno... Eso sí, si era yo el que tardaba bien que criticaba.

      Si en esos momentos hubiese descubierto lo que podía hacer...

      Cuando por fin llegó, cogí mi mochila con dos libros y una libreta inútiles junto con un portátil y me dirigí hacía el coche blanco que esperaba en mi puerta.

      Y allí estaba, sentado en el asiento de conductor con su cara de aburrido de siempre y su flequillo más que repeinado que seguro que había sido el responsable de la tardanza. Me senté a su lado, intercambiamos saludos, y nos dirigimos hacia la siguiente parada en el pabellón.

      Me puse a pensar de nuevo en el extraño tatto. Incluso se me pasó por la mente enseñárselo, aunque a él era mejor no enseñárselo, sabiendo cómo es seguro que montaba un escándalo...

      Al llegar al pabellón, el restante se une a nosotros, con sus gafas azules y su típica chaqueta roja que no se quita nunca. Se sube al coche, y al cerrar las puertas nos dirigimos hacía Palamós.

      Yo le seguía dando vueltas ¿de dónde ha salido este tatto? ¿Por qué una mosca de ojos morados? ¿Por qué no un tigre o un águila? Había algo que se me escapaba de la memoria, algo que cada vez era más oscuro y borroso...

      Me pasé todo el trayecto callado, pensando en ello y cuando me di cuenta, ya estábamos en Palamós. A primera hora nos tocaba una aburrida clase de inglés.

      Entramos en el instituto, subimos por las escaleras hacia nuestra aula, unos con más prisas que otros, y vimos que la gran mayoría ya estaban allí esperando a nuestra profesora:

      —Eh, Luis, ¿aún no ha llegado la Arpía?

      —No, ya sabes como es.

      —Mírala, si aún está en el parking —comenta él con desprecio.

      Miré por la ventana, y allí estaba la “Arpía”, como la conocemos nosotros, caminando con prisas por la arena del parking de profesores.

      —¿Ha puesto alguna faena? —me preguntan.

      —¿Es que no la conoces? Claro que sí.

      La Arpía, con su nariz aguileña que le sirve de pico, juntando —lo que, con su carácter agresivo, enfadado y algunas veces incluso furioso, hace honor a su nombre.

      Se puso a explicar el presente continuo y yo directamente pasé de escucharla. No podía sacarme de la cabeza la extraña mosca de mi hombro. Pensé en ella, me la imaginaba en mi hombro, incluso llegué a pensar que estaba flotando a mi lado, como un fantasma.

      Era una sensación increíble, subí hasta el techo para ver a la gente de mi clase. Uno estaba mirando su móvil con una sonrisa divertida en la cara. A su lado otro que parece que estaba escribiendo la teoría, aunque en realidad estaba haciendo un dibujo de la Arpía.

      “¿Cómo es que todo lo que imagino lo veo tan nítido?”, pensé en aquel momento. No me creía que fuese real, era solo una imaginación pensé...

      —¡Daryl! ¡¿Que haces con el teléfono?!—chilló de repente la Arpía—. ¡Sal de la clase, ya!

      Yo me giro sin pensarlo, y así es, al que veía distraído con su teléfono, se levanta ahora expulsado...

      ¿Como podía ser esto? ¿Había sido una coincidencia? Sí, tenía que ser eso, pensaba en aquel momento.

      Paré un momento y noté como volvía a mi cuerpo. No entendía qué pasaba, aunque no pensé que llegaría a ser esto...

      —Eh Luis, mira esto —me dicen en un susurro divertido al pasar un rato.

      Era un trozo de papel, uno que esperaba que no fuese el que pensaba. No me creía lo que estaba pasando, tenía que probar más y verificarlo.

      Volví a concentrarme en mí mismo, flotando cerca del techo, esta vez más en serio. Me dirigí hacia el fondo del aula, donde Marc, con su pelo repeinado, se había tenido que sentar por falta de sitio. Él estaba con el portátil, con la pantalla medio baja, lo justo para poder jugar, y hacer creer que está bajada.

      Al sonar el timbre, la mitad de la clase recogió sus cosas para ir a la otra aula.

      —¡Marc! ¿Qué tal las partidas? ¿Ganaste alguna? —le pregunto yo.

      u—He hecho 3 partidas, y solo he ganado la última, ¡cómo se nota quién se vicia a estos juegos en clase! —comentó él con un tono celoso.

      Él se marchó, mientras yo me quedé más que sorprendido aún por su respuesta. Primero el tatuaje de la mosca en mi hombro, y ahora este extraño poder... Tenía que haber alguna relación, pero ¿cuál? Aún no lo sabía, y tenía deseos de averiguarlo ya.

      Al rato de estar pensando en ello, aparece otro profesor:

      —Vale chicos, preparaos para el examen, ¡guardad todos los portátiles y sacad un bolígrafo!

      Siempre me he preguntado para qué hacen exámenes a papel en un ciclo de informática...

      Los días anteriores me miré un poco el temario, pero no estaba muy seguro de en qué podría ayudar, pero en aquel momento tenía un nuevo poder que me ayudaría mucho en esta vida.

      El profesor repartió los exámenes, y yo me concentré en una persona, el empollón de la clase, que no había suspendido ninguna, aún no había escrito nada, ya que estaba leyendo todas las preguntas. Para no ir perdido me puse a leer también y ver por dónde iban los tiros.

      Cuando