27. Echeverría, Vuelta de siglo, 190.
28. Zea, La filosofía americana, 270.
29. Adorno y Horkheimer, Dialéctica de la Ilustración.
30. Ernst Bloch, El principio esperanza, trad. F. González Vicén (Madrid: Editorial Trotta, 2007).
31. Echeverría, La modernidad de lo barroco, 36.
32. Frantz Fanon, Los condenados de la tierra, trad. J. Campos (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007).
33. Fanon, Los condenados, 39.
34. Zea, La filosofía americana, 69.
35. Zea, La filosofía americana, 70.
36. Serge Gruzinski, La guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a “Blade Runner” (1492-2019), trad. J. J. Utrilla (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1994), 109.
37. Benjamin, Tesis sobre la historia, 23.
38. Ver especialmente los trabajos de Stefan Gandler, Isaac García Venegas y Carlos Oliva Mendoza. En su estudio titulado Marxismo crítico en México: Adolfo Sánchez Vázquez y Bolívar Echeverría, Gandler establece de manera rigurosa, y a partir de entrevistas con Echeverría, un seguimiento a sus influencias marxistas y una comparación fecunda con el trabajo de Adolfo Sánchez Vásquez, ocupándose de sus conceptos centrales y su cercanía a la obra de Marx y la Escuela de Frankfurt. García Venegas, en Pensar la libertad: Bolívar Echeverría y el ethos barroco, hará a su vez un ejercicio de síntesis que organiza los argumentos echeverrianos y confluye en el análisis del ethos barroco. Oliva Mendoza, por su parte, en Semiótica y capitalismo. Ensayos sobre la obra de Bolívar Echeverría, amplía y enriquece el registro de Gandler sobre las influencias del marxismo en el filósofo ecuatoriano, y enfatiza en el sentido semiótico de su teoría como elemento original en que se apoya. También resultan importantes los trabajos colectivos sobre su obra, de los que resalto la compilación realizada por Diana Fuentes, Isaac García y Carlos Oliva, titulado Bolívar Echeverría: crítica e interpretación, y el compilado por Raquel Serur Smeke, titulado Bolívar Echeverría. Modernidad y resistencias. En estas obras colectivas se proponen aproximaciones sumamente diversas a sus conceptos y momentos teóricos, cubriendo un amplio espectro de su trabajo y aportando múltiples luces para seguir trabajando su obra.
Primera parte. El movimiento del concepto y su concreción latinoamericana
Lo que propongo como ruta filosófica en los tres capítulos que componen la primera parte de este trabajo es un ejercicio de organización, sistematización y caracterización del pensamiento crítico latinoamericano y su incidencia en el concepto de modernidad para la región. Argumentar sobre la relevancia y actualidad de la teoría de la modernidad de lo barroco de Bolívar Echeverría implica dar cuenta de la teoría social a la que da continuidad, como parte constitutiva de su propio proyecto. Es imprescindible establecer la ruta filosófica que lleva a su pensamiento, aquella del movimiento del concepto de Europa a América Latina como impulso por la autonomía intelectual y preocupación por la particularidad de la experiencia americana. Encuentro que su decisión de mirar hacia el pasado colonial americano para el desarrollo de su proyecto filosófico adquiere sentido y su potencialidad se comprende si se ancla a este proceso de constitución como tal, con precedentes e interlocutores tan importantes y distintos como Martí, Reyes, Mariátegui, Zea y Dussel.
Los capítulos siguen una lógica histórica y progresiva en el desarrollo del pensamiento filosófico que voy determinando, comenzando en el siglo xix y cerrando en la actualidad. Un pensamiento crítico latinoamericano se caracterizará por insistir en la particularidad americana desde el proceso histórico regional, recordando la incidencia del hecho colonial en la constitución misma del contexto y produciendo estrategias para su liberación intelectual y social-material. Argumento que el punto de partida se encuentra en el movimiento del modernismo hispanoamericano, que comienza hacia la mitad del siglo xix bajo las figuras de Rubén Darío y José Martí, y se desarrolla con protagonismo en la ciudad letrada1 hasta finalizada la década de 1940, con las obras de Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes. Los modernistas asumieron como tarea de un colectivo amplio dentro de la intelectualidad regional la toma de conciencia histórica y la búsqueda de la expresión americana, un proyecto que atravesaría las producciones literaria y filosófica, particularmente en la forma del ensayo. El primer capítulo trata de esta gesta por la autonomía intelectual.
El segundo capítulo articula los motivos modernistas al pensamiento crítico que ya José Carlos Mariátegui representa de manera totalmente lograda. Al centrar su trabajo conceptual en el problema del indio, el peruano da un giro materialista determinante para todo el despliegue del marxismo heterodoxo latinoamericano del siglo xx, tendencia en que ubico la filosofía de Echeverría. La autonomía intelectual adquirida deviene en una crítica a la modernidad capitalista en sus concreciones regionales, imbricada con la lógica colonial que pervivió tras las independencias, y productora de sujetos sociales que padecen la violencia estructural que produce. Mariátegui va a empalmar entre el ensayismo modernista y el marxismo heterodoxo, pero él no es una figura aislada, monádica, sino que hace parte de un contexto intelectual epocal. La influencia de Mariátegui se puede rastrear en la labor temprana del también peruano Manuel González Prada, quien, en su ensayo titulado Nuestros indios, sienta la posición política de esta filosofía americana que acá interesa. González Prada y Mariátegui posarán sus miradas sobre el otro que ha sido radicalmente subsumido en su diferencia, el indio, integrado a la vida social republicana para ser explotado y alienado. Las aproximaciones de este enfoque son críticas, de denuncia y problematización de un contexto social que en sus contradicciones se revela como deficitario.
La influencia de Mariátegui en el pensamiento crítico latinoamericano del siglo xx es indudable. El tercer capítulo es la presentación y desarrollo de las apropiaciones conceptuales que encuentro más relevantes, tanto en las ciencias sociales regionales como en las filosofías decoloniales y de la liberación que se establecerán como sus formas manifiestas. Se trata de propuestas que dan continuidad al proyecto ensayista y su giro materialista, y lo enriquecen con diversas mediaciones históricas, antropológicas, sociológicas y filosóficas, a partir de las cuales se ha logrado acceder a procesos conceptuales de gran solidez y capacidad interpretativa. Me refiero, entre otras, a la sociología de Pablo González Casanova y su concepto de colonialismo interno, a la antropología de Guillermo Bonfil Batalla y su concepto de indio, la filosofía de Leopoldo Zea y su dialéctica de la conciencia americana, la de Enrique Dussel y su filosofía de la liberación, y la correspondiente de Echeverría y su concepto de lo barroco, que acá todavía no desarrollo, pero ya anuncio a través de sus interlocutores. En su diversidad, e incluso contraposición, estas propuestas nutren la actualidad de la filosofía en América Latina. Una vez establecido el movimiento del concepto, desde la autonomía intelectual hasta el marxismo heterodoxo, cobra sentido el proyecto echeverriano de la modernidad de lo barroco, sus estrategias argumentativas y su revalorización de la época barroca americana para enfrentar la difícil tarea de interpretación de la modernidad tardía que nos corresponde vivir e intervenir.
1. Ángel Rama, La ciudad letrada (Santiago