El bautismo fue anunciado por Juan para la penitencia; mas la redención fue realizada por Cristo para la perfección. Es a esto a lo que él hacía alusión cuando decía: “Hay otro bautismo con que debo ser bautizado, y me dirijo rápidamente hacia él” (Lc. 12:50). De igual modo, a los hijos del Zebedeo, cuando su madre pedía que les hiciera sentarse al uno a su derecha y al otro a su izquierda con él en el reino, el Señor les ofreció esta redención, cuando les dijo: “¿Podéis ser bautizados con el bautismo con que voy a ser bautizado” (Mt. 20:22). Así también Pablo, según ellos, ha indicado expresamente y muchísimas veces esta redención que está en el Cristo Jesús (Ro. 3:24; Ef. 1:7; Col. 1:14), es la misma que es transmitida por ellos bajo formas variadas y discordantes.
3. Porque algunos de ellos disponen de una cámara nupcial y realizan en ella toda una serie de invocaciones de iniciación en los misterios; pretendiendo efectuar así un matrimonio espiritual a semejanza de las syzygias (parejas) de arriba.44
Otros, en cambio, los conducen al agua y, sumergiéndolos allí, pronuncian sobre ellos estas palabras: “En nombre del Padre, desconocido de todas las cosas, en la Verdad, Madre de todas las cosas, en aquel que descendió sobre Jesús, para la unión, redención y comunión de las Virtudes”.
Otros profieren sobre ellos estas palabras hebreas para llenarles de estupor e impedir que sean iniciados. Así: “ Basyma cacabasa eanaa irranmista diabada carota bafobar camelanthi”. Lo que traducido dice así: “Yo invoco al que está por encima de todo el poder del Padre y se llama Luz, Espíritu, y Vida; porque tú has reinado en un cuerpo”.
Otros proclaman también la redención de la manera siguiente: “El Nombre que está escondido de toda Divinidad, Señorío o Verdad, que Jesús de Nazaret ha revestido en las zonas de la luz de Cristo, que vive por el Espíritu Santo, para la redención de los ángeles es el Nombre de la restauración: Messia ufar magno in seenchaldia mosomeda eaacha feronepseha Jesu Nazarene”. Cuya interpretación es la siguiente: “¡Yo no divido el Espíritu, el corazón y el supraceleste poder misericordioso de Cristo. Disfrutaré de tu nombre, Salvador de la Verdad!” Así hablan los que realizan la iniciación en los misterios.
El iniciado responde entonces: “Estoy confirmado y redimido, y rescato mi alma de este siglo y de todo lo que deriva de él en nombre de Iao, que ha redimido su alma para la redención en el Cristo que vive”.
Los presentes dicen a continuación: “¡Paz a todos aquellos sobre los que reposa este nombre!” Después ungen al iniciado con el bálsamo. Este ungüento, según ellos, es figura del buen olor derramado sobre los eones.
4. Algunos de ellos juzgan como cosa inútil el conducir a alguien al agua, mezclando por eso el aceite con el agua y, pronunciando unas fórmulas del género de las que hemos dicho anteriormente, vierten la mezcla sobre la cabeza de los iniciados y sostienen que ésta es la redención. Los ungen también con el bálsamo.
Otros en cambio, rechazando todas estas prácticas, dicen que no se debe realizar el misterio del Poder indecible e invisible por medio de criaturas visibles y corruptibles, ni el misterio de las realidades inconcebibles, incorpóreas e insensibles por medio de cosas sensibles y corporales. La redención perfecta, según ellos, consiste en el conocimiento (gnosis) mismo de la Grandeza indecible, puesto que la deficiencia y la pasión han salido de la ignorancia, es preciso que sea deshecha toda ignorancia por medio de la gnosis, a fin de que sea ésta la redención del hombre interior.
Esta redención no es corporal, puesto que el cuerpo es corruptible, ni psíquica, puesto que también el alma proviene de la deficiencia y no es más que la morada del espíritu. Por tanto, la redención es necesariamente espiritual. De hecho, el hombre interior o espiritual es redimido por la gnosis, y les es suficiente a estas personas tener el conocimiento de todo; tal es la verdadera redención.
5. Otros practican el rito de la redención sobre los moribundos en su último momento. Derraman sobre sus cabezas aceite y agua o el mencionado ungüento mezclado con agua, con las invocaciones dichas, a fin de que se hagan inasibles e invisibles a los Principados y Potestades y su hombre interior suba sobre los espacios invisibles, abandonando el cuerpo donde el mundo creado y dejando el alma cerca del Demiurgo. Al llegar donde las Potestades, después de su muerte, el iniciado estará obligado a decir estas palabras: “Soy un hijo salido del Padre, del Padre preexistente, y un hijo en el Preexistente. He venido para ver todo lo que me es propio y lo que me es extraño –mas no enteramente extraño, pues pertenece a Acamoth, que es Mujer y lo ha hecho todo para sí, y su linaje desciende del Preexistente– y vuelvo a mi propio lugar de donde he salido”. Diciendo estas palabras escapará de las potestades. Llegará a continuación donde los ángeles que rodean al Demiurgo, y les dirá: “Soy un vaso precioso,45 más precioso que la Mujer que os ha hecho. Si vuestra Madre ignora su origen, yo en cambio me conozco y sé de dónde soy. E invoco a la incorruptible Sophia (Sabiduría) que está en el Padre, y es la Madre de vuestra Madre, que no tiene ni Padre, ni marido, es una Mujer nacida de Mujer la que os ha hecho a vosotros ignorando quién era su Madre e imaginándose que estaba sola; en cambio yo invoco a su Madre”.
Al oír estas palabras, los ángeles que rodean al Demiurgo quedarán turbados sobremanera y se asirán a su raíz y al linaje de su Madre; en cuanto al iniciado, se irá a su propiedad, rechazando su vínculo de unión, es decir a su alma.
Tales son los datos que han llegado a nosotros sobre su redención. Mas como se diferencian unos de otros en sus enseñanzas y en sus tradiciones, y los últimos tratan de hallar cada día algo nuevo y producir unos frutos que nadie ha imaginado jamás, es dificultoso describir de manera exhaustiva sus doctrinas.
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El canon de la verdad
1. En cambio nosotros guardamos la regla de la verdad, según la cual “hay un solo Dios todopoderoso, quien por su Palabra creó todas las cosas, y las dispuso, haciéndolas de la nada, para que existieran”.46 Así lo dice la Escritura: “Por la Palabra del Señor fueron establecidos los cielos, y por el aliento de su boca todas las potestades que hay en ellos” (Sal. 33:6). Y en otra parte: “Todas las cosas fueron hechas por su Palabra; sin ella nada se hizo” (Jn. 1:3). Al decir “todas las cosas”, nada queda excluido. Todo lo hizo el Padre por sí mismo, lo visible y lo invisible, lo sensible y lo inteligible, lo temporal a causa de su economía y lo duradero. No las ha hecho por medio de ángeles o de ciertos poderes independientemente de su voluntad, pues Dios no tiene necesidad de nada de eso, sino que hizo todas las cosas por su Verbo y por su Espíritu, disponiéndolas y gobernándolas y dándoles la existencia. Éste es el Dios que hizo el mundo, que se compone de todas las cosas; el Dios que modeló al primer hombre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, sobre el cual no hay otro Dios, ni otro principio, ni otro poder, ni otra totalidad (Pleroma). Él es el Padre de nuestro Señor Jesucristo, como mostraremos.
Mientras nos atengamos a esta regla o canon de la verdad, aunque otros digan otras cosas muy distintas, fácilmente les podremos probar que se apartan de la verdad. Porque casi todas las herejías que existen afirman ciertamente que hay un solo Dios, pero no saben ser agradecidos para con aquel que los creó, y desvirtúan su naturaleza con sus erróneas opiniones, de manera semejante a como los paganos lo hacen con su idolatría. Porque desprecian lo que es creación material de Dios, y así se oponen a su propia salvación, haciéndose acusadores amargados contra sí mismos y falsos testigos de lo que dicen.
Éstos, aunque no quieran, resucitarán con su carne, para que tengan que reconocer el poder del que es capaz de resucitarlos de los muertos (como fue capaz de crearlos en la carne). Pero no serán contados entre los justos, por su incredulidad.
2. Por tanto, como la detección y refutación de todos los herejes es forzosamente variada y multiforme y nuestro propósito