He aquí lo que asegura el Silencio de Marcos, que cuenta una serie de tonterías, sin decir ninguna verdad. Todas estas Virtudes según él, conjuntamente resuenan y glorifican al que las ha emitido, y la fama de este concierto llega hasta el Pre-Padre. El sonido de esta glorificación, dice él, llevado a la tierra, convierte a ésta en autora y engendradora de lo que hay sobre ella.
8. Marcos lo prueba por medio de los niños recién nacidos, cuya alma, tan pronto como sale del seno materno, hace oír el sonido de cada uno de esos elementos. Así como, dice él, las siete Virtudes glorifican al Logos, así el alma de estos niños llorando y gimiendo glorifican a Marcos mismo. Por eso dijo David: “De la boca de los niños y de los que maman has preparado tú una alabanza” (Sal. 8:2). Y también: “Los cielos narran la gloria de Dios” (Sal. 19:1). Por este motivo cuando el alma se halla en los sufrimientos y trabajos, apropiados para su purificación, hace oír el sonido de omega, como señal de alabanza, a fin de que el alma que se encuentra arriba, conociendo a su pariente le envíe socorro abajo.
9. Tales son las divagaciones de Marcos a propósito del Nombre entero, que se compone de treinta letras; del Abismo (Bytho), que se acrecienta con las letras de ese nombre; del cuerpo de la Verdad, que comprende doce miembros, cada uno de los cuales está compuesto de dos letras; de la Voz que ella ha proferido sin proferir; de la explicación del Nombre no proferido; del alma del mundo y del hombre, según la economía de la imagen que ellos tienen.
Vamos a referir ahora cómo su Tétrada ha revelado, a partir de los nombres, una virtud de igual número, de manera que tú, querido amigo, no ignores nada de lo que ha llegado a nuestro conocimiento de sus pareceres, tal como a menudo nos lo has pedido.
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Cifras y numerología del nombre de Jesús
1. He aquí cómo su más sabio Silencio refiere el origen de los veinticuatro elementos.
Con la Soledad coexiste la Unidad, de las que proceden dos emisiones, tal como lo hemos indicado, a saber, la Mónada y el Uno; las cuales dobladas son cuatro, porque dos y dos son cuatro. Después el dos y el cuatro unidos hacen aparecer el número seis. Finalmente estos seis multiplicados por cuatro dieron a luz las veinticuatro formas. Los nombres de la primera Tétrada, que son inefables, y no pueden expresarse con palabras: son conocidos únicamente por el Hijo; y el Padre sabe cuáles son. En cambio otros que son pronunciados por Marcos con gravedad (autoridad) y fe son los siguientes: Arretos (Indecible) y Seigé (Silencio); Pater (Padre) y Alezeia (Verdad). Esta Tétrada se compone de veinticuatro elementos.
En efecto, la palabra Arretos tiene siete letras; Seigé, cinco; Pater, otras cinco; y Alezeia, siete: estas letras unidas entre sí, o sea dos veces siete y dos veces cinco, dan un total de veinticuatro. De la misma manera la segunda Tétrada, es decir, Logos y Dsoe (Vida), Anzropos (Hombre) y Ecclesía (Iglesia) presenta el mismo número de elementos. El nombre narrable del Salvador, es decir Iesous (Jesús), tiene seis letras, en cambio su nombre inenarrable veinticuatro. Las palabras Uios-Jreistos (Hijo Cristo) contienen doce letras, mientras que lo que hay de inenarrable en Cristo se compone de treinta letras. Por eso dice Marcos que él es el alfa y omega, igual a 801, para designar la peristerá (la paloma), ya que esta ave posee precisamente ese número.
2. Según él, Jesús tiene el siguiente origen inenarrable. De la Madre de todos los seres, es decir de la primera Tétrada, salió, a manera de una hija, la segunda Tétrada, con lo que se formó la Ogdóada, de la que surgió una Década. Hubo así una Década y una Ogdóada. La Década uniéndose a la Ogdóada, o sea multiplicada ésta por diez engendra el número 80; después multiplicado 80 por diez resulta el número 800, de manera que el número total de letras desarrolladas de la Ogdóada a la Década sea de 888, es decir, Iesous: porque esta palabra de Iesous, según el cómputo de las letras griegas, hace el número 888. ¡Tienes así, según ellos, de manera manifiesta el origen supraceleste de Jesús! Por eso el alfabeto de los griegos tiene ocho unidades, ocho decenas y ocho centenas, mostrando así al número 888, es decir a Jesús, que se compone de todos los números.
Por eso se le llama alfa y omega, que significan su origen a partir de todo. Marcos razona también de la manera siguiente: Estando la primera Tétrada formada según la progresión de los números, ha aparecido el número diez: porque 1+2+3+4 = 10, y este número se expresa con la letra iota, y lo quieren identificar ellos con Jesús (Iesous).
De la misma manera la palabra Jreistos (Cristo), teniendo ocho letras, significa la primera Ogdóada, que, unida al número 10, a la iota, ha originado a Iesous (888).
Se dice también, recalca él, Uios-Jreistos (Hijo Cristo), es la Dodécada, porque la palabra Uios tiene cuatro letras, y la palabra Jreistos (Cristo) ocho, de manera que unidas hacen aparecer la grandeza de la Dodécada.
En cambio, según él, antes de que el distintivo de ese nombre Jesús (Iesous) apareciera a sus hijos, se hallaban los hombres en una ignorancia y un errar profundos; y cuando se manifestó el Nombre de seis letras revestido de carne, para descender a la sensibilidad del hombre, teniendo en sí el número 6 mismo, como también el número 24, entonces los que le conocieron vieron que desaparecía su ignorancia, se elevaron de la muerte a la vida, hecho su nombre el camino para conducirles al Padre de la Verdada. Porque el Padre de todas las cosas quiso suprimir la ignorancia y destruir la muerte. Ahora bien, la supresión de la ignorancia era la gnosis del Padre. Y por eso fue elegido, según su voluntad, aquel hombre que fue preparado según la economía a imagen del Poder de Arriba.
3. De una Tétrada surgieron los eones. Ahora bien en esta Tétrada estaban el Hombre y la Iglesia, el Logos y la Vida. Por tanto de estos cuatro eones, según Marcos, brotaron las Virtudes que engendraron a Jesús aparecido sobre la tierra. El ángel Gabriel ocupó el lugar del Logos, el Espíritu Santo el de la Vida, la Virtud del altísimo el del Hombre, y, en fin, la Virgen el de la Iglesia. Así, según él, fue engendrado por medio de María el hombre de la economía al que, al pasar por el seno materno, lo eligió el Padre de todas las cosas por medio del Logos para su propio conocimiento. Cuando este hombre de la economía vino a las aguas del Jordán, se vio descender sobre él, en forma de paloma a aquel que se elevó a las alturas y completó el número doce, y en quien se hallaba la simiente de los que fueron sembrados con él, y descendieron y ascendieron con él.
Esta Virtud que descendió así era, según Marcos, la simiente del Padre, simiente que contenía en sí tanto al Padre como al Hijo, como a la Virtud conocida entre ellos como el Silencio innominable y a todos los eones.
Es éste, según el mismo Marcos el Espíritu que habló por boca de Jesús, declarándose Hijo del Hombre y manifestando al Padre, después de descender sobre Jesús y quedar unido a Él. El Salvador salido de la economía ha destruido la muerte, dice Marcos, y ha hecho conocer a su Padre, el Cristo. Jesús es, por tanto, el nombre del hombre salido de la economía, y constituido a imagen y semejanza del Hombre que debía descender a él.
Cuando le recibió, tuvo en ese momento en él al Hombre mismo, y al Logos mismo y al Padre y al Indecible, así como al Silencio, a la Verdad, a la Iglesia y a la Vida.
Contradicciones de Marcos
4. Esto excede a los ¡ah!, a los ¡ayes! y a todas las exclamaciones e interjecciones trágicas posibles. En efecto ¿quién no odiará a aquel mal poeta, que es productor de tan grandes mentiras, cuando vea la verdad convertida por Marcos en ídolo y en un ídolo marcado al fuego con las letras del alfabeto? Hace poco, mirando desde el principio o, como se dice, desde ayer o antes de ayer los griegos, por propia confesión suya, han recibido en primer lugar de Cadmos dieciséis de esa letras; después, con el transcurso del tiempo, ellos mismos han encontrado tanto las aspiradas como las dobles; y finalmente dicen que Palamedes ha agregado a ellas las largas.
Así, antes de que sucediera