3. Algunos de estos herejes cuentan esta fábula como si se tratara de una verdad esta clase de pasión y conversión de la Sabiduría. Por haber emprendido una tarea imposible e irrealizable, ella dio a luz, según ellos, una sustancia informe, semejante al parto de una mujer. Después de reflexionar, ella se entristeció primero a causa del carácter inacabado de su alumbramiento, temió a continuación por la desaparición del fruto mismo; y en ese momento quedó como fuera de sí y llena de angustia, buscando el motivo de lo ocurrido y la manera de ocultar lo que había nacido de ella.
Después de haberse quedado anegada en esas pasiones se convirtió e intentó volver a su Padre; pero, después de realizar un breve esfuerzo, desfalleció y dirigió una oración de súplica tanto a su Padre como al resto de los eones, en especial al Entendimiento. De aquí, es decir, de la ignorancia, de la tristeza, del temor y del estupor, dicen que tuvo su origen la sustancia de la materia.
4. El Padre entonces, por mediación del Unigénito, emitió como abortivo al Límite, del que hemos hablado ya; lo emitió a su imagen, es decir, sin pareja, sin compañera.
Porque ellos no sólo quieren que el Padre tenga al Silencio por compañera, sino que esté por encima de la distinción entre lo masculino-femenino. A este Límite dan también los nombres de Cruz, de Redentor, de Emancipador, de Delimitador y de Guía. Dicen que por medio de este Límite la Sabiduría ha sido purificada, consolidada y reintegrada a su pareja. Porque cuando se separó de ella su Enthimesis con la pasión que le sobrevino a ésta, ella se quedó en el interior del Pleroma; en tanto que su Enthimesis con la Pasión aneja a ella, fue separada, crucificada y expulsada del Pleroma por el Límite. Esta Enthimesis era una sustancia espiritual, como el impulso natural de un eón; pero una sustancia sin forma ni figura, porque la Sabiduría no se había apoderado de ella, por eso dicen que esa sustancia era un fruto débil y femenino.
Emisiones de Cristo y del Espíritu Santo
5. Después que esta Enthimesis fue expulsada del Pleroma de eones y su Madre reintegrada a su cónyuge, el Unigénito emitió otra pareja de eones, según la providencia del Padre (a fin de que ningún eón sufriese en adelante una pasión semejante); son éstos “Cristo” y el “Espíritu Santo”, que completan los eones del Pleroma (dicen que fueron ellos los que pusieron en orden los eones). Cristo en efecto les enseñó la naturaleza de la syzygia (quienes conocían la ocupación del ingénito eran capaces de ello) y proclamó en medio de ellos el conocimiento del Padre, revelándoles que es incomprensible e inasible, y que nadie puede ni verle ni oírle, si no es por medio de su Unigénito; y la causa de la duración eterna de los eones es debida a la incomprensibilidad del Padre, y la causa de su nacimiento y formación es debida a su comprensibilidad, es decir, a su Hijo. He aquí lo que el Cristo emitido en último lugar ha realizado en ellos.
6. En cuanto al Espíritu Santo, después de haber igualado a todos los eones, les enseñó a dar gracias e introdujo el verdadero reposo. Y así dicen que los eones fueron hechos en igualdad de forma y de sentir, hechos todos Entendimientos, todos Verbos, todos Hombres, todos Cristos; y de la misma manera los eones femeninos, todos Verdades, todos Vidas, todos Espíritus, todos Iglesias.
Además, consolidados y en reposo total, los eones, según ellos, cantan con una gran alegría un himno al Pre-Padre, quien participa de un regocijo inmenso. Y por este beneficio, con una voluntad única y un único sentir de todo el Pleroma de eones, con el asentimiento de Cristo y del Espíritu y la ratificación del Padre, cada uno de los eones aportó y puso conjuntamente lo que había en él de más exquisito y más floreciente de su sustancia; tejiéndolo todo armoniosamente en una perfecta unidad, realizó en honor y gloria del Abismo una emisión que es la perfecta hermosura y como la estrella del Pleroma: es el Fruto perfecto, o sea, Jesús, llamado también Salvador y también Cristo y Logos, del nombre de sus padres, y también el Todo, porque proviene de todos. Al mismo tiempo, en honor de los eones fueron emitidos por él los guardianes del cuerpo, que son los ángeles de la misma raza que él.
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Argumentos bíblicos de los gnósticos
1. Son los siguientes: la producción que dicen haber sido efectuada en el interior del Pleroma; el contratiempo de ese Eón que cayó en la pasión y estuvo a punto de perecer, como en una vasta materia, a causa de su búsqueda del Padre; la reunión séxtuple de lo que es a la vez el Límite, la Cruz, el Redentor, el Emancipador, el Delimitador y Guía; la última generación de eones: del primer Cristo y del Espíritu Santo emitidos por el Padre después de su arrepentimiento; en fin la realización hecha en común del segundo Cristo, a quien llaman también el Salvador.
Todo ello sin duda no ha sido dicho claramente en las Escrituras, porque “no todos comprenden” (Mt. 19:11) su significado, sino que ha sido indicado misteriosamente por el Salvador, por medio de parábolas, a los que son capaces de comprenderlas: así los treinta eones han sido indicados, como lo hemos dicho ya, por los treinta años durante los cuales el Salvador no hizo nada públicamente (Lc. 3:23), así como por la parábola de los obreros de la viña (Mt. 20:1-7). Dicen que Pablo nombra también con mucha frecuencia y muy claramente a los eones, y guarda incluso su orden, cuando dice: “Durante todas las generaciones por los siglos de los siglos” (Ef. 3:21).
Nosotros mismos, en fin, cuando decimos durante la acción de gracias (Eucaristía): “en los siglos de los siglos”, hacemos alusión a esos eones. Y dondequiera que se encuentran las palabras “siglo” o “siglos”, creen ellos que se trata de eones.
2. La emisión de la Dodécada de eones está indicada: por el hecho de que el Señor a los doce años estuvo discutiendo con los doctores de la Ley (Lc. 2:42-46), como también por la elección de los Apóstoles, que fueron doce (Mt. 10:2; Lc. 6:13).
En cuanto a los dieciocho eones restantes, hay que decir que se manifiestan por el hecho de que el Señor, después de su resurrección de entre los muertos, estuvo conviviendo, según ellos, durante dieciocho meses con sus discípulos. Las dos primeras letras del nombre de Jesús (Iesous) a saber, la iota tiene el valor numérico de 10) y eta, de 8, indicando claramente los dieciocho eones. De la misma manera los diez eones, según ellos, están designados por la letra iota (= 10), que es la primera de su nombre. Y por eso ha dicho el Salvador: “Ni una iota, ni una tilde (de la ley) pasará hasta que todo se cumpla” (Mt. 5:18).
3. La pasión que sobrevino al duodécimo Eón está indicada, según ellos, en la apostasía de Judas, que fue el duodécimo apóstol, y también por el hecho de que el Señor sufrió su Pasión el duodécimo mes, porque ellos creen que el Señor estuvo predicando solamente durante un año después de su bautismo (Lc. 4:19; Is. 61:2). Este misterio se manifiesta también ostensiblemente en el episodio de la mujer que sufría hemorragias, fue curada después de doce años de sufrimientos, con la venida del Salvador, después de haber tocado la orla de su vestido (Mt. 9:20; Mr. 5:25; Lc. 8:44), y por eso dijo el Salvador: “¿Quién me ha tocado?” (Lc. 8:45), enseñando con ello a sus discípulos el misterio realizado entre los eones y la curación del Eón caído en la pasión; porque por medio de la mujer que estuvo sufriendo