2 Recién en Julio de 2005 quedó aclarado qué pasos padeció Azucena Villaflor desde su secuestro, detalles breves que damos al final de este trabajo. Intuíamos esa brevedad.
3 En el presente se abrió un proceso de discusión y revisión de las leyes que protegieron a los dictadores y asesinos. En este momento hay algunas sentencias firmes y numerosos juicios abiertos.
Capítulo 1
Desde los conventillos
Cuando el otoño de 1924 avanzaba con su secuela de árboles desnudos y de echarpes envolviendo los cuellos de las muchachas cálidas, nacía en una casa muy humilde de la barriada de Valentín Alsina, Partido de Avellaneda, República Argentina, una nena que salía del cuerpo fresco de una chica quinceañera. Las dos de cutis blanco y cabellos rubios. La madre se llamaba Emma. A la niña la llamaron Azucena, como la flor. Seguramente no supieron jamás que ese nombre era de origen árabe y que hundía sus raíces específicamente en su vocablo “al-susana”.
Sin embargo, a pesar del parimiento, a pesar del sudor, de los dolores, de los pujos y de la desesperación protagonizada exclusivamente por Emma, el que reconoció legalmente a la criatura fue sólo el padre, Florentino Villaflor, quien el 24 de abril se llegó hasta la oficina del Registro Civil de la localidad para informar del alumbramiento.
Esta declaración, transformada en la formal partida de nacimiento de Azucena —asentada bajo el número 532 del tomo II de 1924—, está tal cual como en aquella época, en unos libracos que ahora reposan en los estantes polvorientos de la sede central del Registro Civil del partido de Avellaneda, y especialmente, en el rincón denominado Sección Piñeiro, oficinas que funcionan en la localidad de Sarandí, dentro del mismo Partido.
Allí quedó asentado su nacimiento, como ocurrido a las ocho de la mañana del lunes 7 de abril de 1924, y en calidad de “hija natural” porque no se cita el nombre de la madre. El acta indica también que el parto fue en una casa particular, ubicada en la calle Uruguayana número 2630, domicilio personal que declara Florentino, dato del que se desprende que además era el domicilio de la pareja. Aunque en ese documento escrito no se habla de ninguna pareja.
Esa partida de nacimiento contiene una pequeña mentira de Florentino, o un error de cálculo del empleado, ya que él aparece declarando 22 años cuando en realidad le faltaban ciento cincuenta y cuatro días para cumplirlos. Pero parece que hubo otro error en la partida, justamente en la fecha de nacimiento, ya que todos los familiares siempre le festejaron el cumpleaños a Azucena el día 4 de abril y ella misma decía que había nacido ese día. Es imposible a esta altura poder determinar la exactitud de una u otra afirmación, la emergente de la documentación escrita o la que proviene de la documentación oral.
Por suerte no es un dato esencial y, sea una u otra la verdad, no altera en nada el aporte que Azucena hiciera contra la dictadura más atroz y sangrienta que conoció la Argentina y a favor de la dignidad humana.
Firmaron como testigos de esta declaración los señores Ángel Mariscotti, argentino, y Mariano Maidana, brasileño. Ambos ilustres desconocidos para los familiares contemporáneos y descendientes de Azucena.
La calle Uruguayana, citada en la partida de nacimiento de Azucena, se llamó legalmente así hasta el 26 de diciembre de 1916, fecha en la que por Ordenanza Municipal nº 28, emanada del gobierno del Partido de Avellaneda, pasó a llamarse Gobernador Oliden. Pero como es habitual, la población —y como vemos, hasta los funcionarios oficiales— siguió llamándola con su nombre anterior. Antes de llamarse Uruguayana había tenido otros dos nombres que la historia enterró: el de Coronel Pringles y el de Neuquén.
Hasta 1944 el Municipio de Avellaneda estaba conformado por muchas localidades, entre ellas la de Lanús y la de Valentín Alsina. Desde aquel año, Lanús pasó a ser la cabecera de un nuevo Municipio que, con ese nombre, incluyó a la barriada de Valentín Alsina, por lo tanto las calles de la zona recorrieron con un mismo nombre dos Municipios. Es el caso de la actual calle Oliden. En Avellaneda tiene veinte cuadras y por lo tanto está numerada hasta el dos mil, cuando ésta llega a su intersección con la calle Chile cambia de Municipio y entra en Lanús, mantiene el mismo nombre, pero empieza numerándose otra vez desde el inicio. De todos modos, por suerte, quedan amuradas aún algunas viejas chapas con la numeración antigua que dejan pistas claras y definitivas acerca de la zona en donde estaba ubicada la casa natal de Azucena.
El primer domicilio de Azucena estaba ubicado entonces en el corazón de la barriada de Valentín Alsina, sobre la actual calle Oliden, en una cuadrita de no más de treinta metros de extensión, entre la calle principal de esa localidad, Presidente Perón —hasta hace pocos años denominada igual que la localidad, Valentín Alsina— y otra llamada Jean Jaures.
Esa pequeña cuadra contiene cinco frentes. El de la casa nativa de Azucena ahora no es más que una pared lisa con un portón muy descuidado. A su lado un cartel que ofrece reparación de automóviles que desde hace mucho tiempo está cerrado, sin trabajar. A sólo quince metros hay una plaza que, según los vecinos, existe “desde siempre”. Es la llamada Plaza 1º de Mayo, que está formada por dos lonjas de tierra divididas una de otra por la calle Presidente Perón. Con sólo verlas se puede apreciar que ese espacio fue diagramado desde hace muchísimos años como lugar público. Esto se comprueba no sólo con el comentario de vecinos viejos o con el resultado de investigaciones específicas sobre la división territorial del sector, sino simplemente viendo, con ojos de neófito pero con un mínimo de agudeza, las ancianas palmeras, enormes, altas, rectas hacia el cielo, que están ubicadas —armoniosa y programadamente— sobre el terreno de ambas parcelas.
Pero digamos además —y ahora sí como consecuencia de investigaciones muy específicas— que cuando Azucena nació menos de la mitad de los terrenos tenían construcciones, lo que predominaba era el barro y los potreros, por más que viviera a unos pasos de la avenida principal.
Este pueblo fue dibujado en la década del ´70 del siglo XIX, a pedido de Daniel Solier, el gran propietario de todas esas extensiones, cuando se le antojó lotear y vender. El eje de las 101 manzanas que comprendía el proyecto era una arteria de mayor anchura que llamaron inicialmente Boulevard Alsina (luego llamada Valentín Alsina y actualmente Presidente Perón), que unía la avenida Rivadavia con el Puente Uriburu (más conocido por todos —hasta en la letra de los tangos— como Puente Alsina) y a lo largo de este boulevard se dibujaron dos plazas: Plaza Progreso y Plaza Constitución, ambas de una hectárea aproximadamente. Media hectárea quedaba de un lado del boulevard y la otra mitad del otro. Por lo tanto, cada media hectárea de plaza estaba rodeada de cuatro pequeñas manzanas casi triangulares (geométricamente hablando son trapezoides rectángulos porque cada figura o manzana tiene dos ángulos rectos, otro agudo y el último obtuso y la longitud de los cuatro lados es desigual), incluyéndose dos diagonales de cada lado. De modo que si uno se para en medio del boulevard a la altura del centro teórico de ese espacio verde, puede apreciar cómo desembocan sobre las plazas ocho calles, cuatro en línea recta y otras cuatro en diagonal. Un dibujo raro —por lo menos en Buenos Aires— de un arquitecto que fue respetado en su proyecto original.
Por el Boulevard Alsina ya circulaba cuando nació Azucena, el Tranvía Eléctrico del Puerto, además de carretas, tílburis, galeras, caballos y algunos automóviles.
La Plaza Progreso cambió de nombre al otro año del nacimiento de Azucena por el de 1º de Mayo, como se llama en la actualidad.
Desde el aburrido punto de vista catastral, Azucena nació en la manzana número 46 de ese barrio, limitada por las calles Primero de Mayo, Boulevard Alsina, Oliden y Jean Jaures.
Para mensurar la importancia que tenía Valentín Alsina cuando nació Azucena, digamos