La gran estima que las iglesias continentales tenían por la teología práctica de los puritanos se puede deducir a partir del número de traducciones que se realizaron. El libro The Practice of Piety [La práctica de la piedad] se llevó a un gran número de idiomas europeos. Las obras en inglés de Perkins fueron traducidas en latín, holandés, español, irlandés (gaélico) y galés.91 Por su parte, Baxter fue leído en lugares tan lejanos como Polonia y Hungría,92 y con respecto a las traducciones de sus obras, él escribió en 1691:
Alrededor de doce de mis obras están traducidas en la lengua alemana; y los luteranos dicen que han sido beneficiados por ellas. Algunas están traducidas al francés; una de ellas fue traducida por el Sr. John Eliot al idioma de los nativos de la Nueva Inglaterra. Multitudes de personas testifican que esas obras han sido los medios para su conversión, y que la mayoría de la información contenida en ellas ha servido para su confirmación y consolación. Y mi esperanza es que estas obras produzcan un mayor beneficio para el mundo aun cuando yo esté muerto.93
El libro que se tradujo al idioma de los nativos americanos fue Call to the Unconverted[Un llamado a los inconversos]» que contiene ese tipo de «discurso persuasivo que los despierte» y del cual Baxter escribió en otro lugar:
En poco más de un año, había unos veinte mil ejemplares que fueron impresos bajo mi consentimiento, y después de eso se imprimieron unos diez mil, sin contar muchos millares de impresiones que fueron robadas (…) Por la misericordia de Dios, he sido informado de hogares en los que casi todos los miembros de la familia han sido convertidos a través de este pequeño libro, el cual yo había publicado sin darle mucha importancia: Y por si todo eso (en Inglaterra, Escocia, e Irlanda) no fuera una misericordia suficiente para mí, Dios (a partir de que fui silenciado) ha enviado el mensaje de este libro mucho más allá de los mares; porque después de que el Sr. Eliot imprimió la Biblia en el idioma de los indios americanos, tradujo este libro (…) Pero, además, Dios lo usaría aún más; porque el Sr. Stoop, el pastor de la iglesia francesa se complació en traducirlo al elegante idioma francés e imprimirlo (…) y espero que no sea infructífero allí; ni en Alemania, donde fue impreso en holandés.94
Si nos damos cuenta de que, en su época, los escritos prácticos puritanos fueron valorados en toda Europa (¡sin mencionar Escocia y Nueva Inglaterra!) eso nos puede servir como preparación para valorar estos escritos también.
En segundo lugar, deberíamos apreciar que esta literatura devocional, aunque es «popular» en el sentido de que fue expresada de manera simple y sin presuponer ningún conocimiento técnico, eso no significa que es «popular» en un sentido que reflejara algo trivial, crudo, teológicamente inapropiado, ignorante, inmaduro, o incompetente. El esnobismo moderno del aprendizaje, a través del cual los académicos profesionales se niegan a popularizarse, produce que los que están popularizados se vean obligados a pedir disculpas por no ser académicos profesionales; pero ese no era el síndrome de los escritores del siglo XVII. Los autores puritanos eran hombres eruditos, de mente firme, bien instruidos y académicos, conforme a la tradición de Perkins, a quien Thomas Fuller declaró acertadamente como el pionero que «humilló por primera vez las altísimas especulaciones de los filósofos en lo que respecta a la práctica y a la moral»,95 pero quién en su día también era conocido en toda Europa occidental como un destacado teólogo reformado de la talla de Teodoro de Beza. Para el clero puritano era un privilegio supremo y un deber principal el poder transmitir lo que sabían acerca de Dios, y hacerlo al nivel de la gente común, tanto en sus sermones como en sus escritos, y ellos consideraban que sus escritos prácticos, principalmente el material de sermones, eran tan importantes como cualquier otra cosa que hubieran escrito.
Como todo el mundo sabe, ellos fueron grandes controversistas en cuestiones de doctrina y también en materia del orden eclesiástico, pues ellos lo consideraban esencial para sus ministerios. Ellos afirmaban que los pastores son responsables de reprender la herejía y defender la verdad, para que sus miembros no se confundan, ni se debiliten ni sufran algo peor. La verdad bíblica es algo que alimenta al alma, pero el error humano es algo que mata, por esa razón, los pastores espirituales deben proteger la sana doctrina a toda costa. Como dijo John Owen:
A ellos [los pastores] les corresponde preservar la verdad o doctrina del evangelio, la cual ha sido recibida y profesada en la Iglesia, y su obligación es defenderla de todas las oposiciones en su contra. Existe un fin principal del ministerio (…) Pero el descuido pecaminoso de esa obligación es lo que ha causado que la mayoría de las herejías destructivas y los errores infesten y arruinen la iglesia. Muchos de los que tenían la obligación de preservar íntegramente la doctrina del evangelio, en su profesión pública de la misma, han hablado «cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos». De manera que hay obispos, presbíteros, y maestros públicos, que han sido los principales promotores de herejías. Por lo tanto, esta obligación, especialmente en este momento, en el que las verdades fundamentales del evangelio están siendo impugnadas por todos lados y por todo tipo de adversarios, tiene que ser atendida de una manera muy especial.96
Pero la controversia, aunque era una necesidad dolorosa cuando surgía algún error peligroso, no tenía ningún valor en sí misma, a menos que fuera vista y utilizada como un profiláctico en contra del mal. La única forma de edificar de manera positiva era a través de la exposición directa y la aplicación práctica de la verdad. Por lo tanto, no debería considerarse extraño que los intelectuales y académicos puritanos dedicaran sus mejores esfuerzos a la escritura práctica, viendo los resultados como la corona de sus esfuerzos, y esperando que estos escritos resultaran ser más útiles que cualquier otra cosa que ellos pudieran hacer.
Al darnos cuenta de que, detrás de la elaborada simplicidad de los libros prácticos puritanos se encuentra el cuidado y la competencia de los teólogos brillantes y profundamente instruidos, deberíamos estar dispuestos a estimar en alto el verdadero valor de esta literatura.
Los libros son medios de comunicación de los autores hacia sus lectores, y lo que los autores tienen que comunicar depende directamente de quién es el autor y cuál es su esencia como persona. Existen cinco cualidades positivas que hicieron que constituyeron a los autores puritanos y que les proporcionaron los elementos para plasmar el mensaje que aún es relevante para las personas que los leen hoy en día.
En primer lugar, ellos eran, como ya lo hemos visto, médicos del alma. Ellos valoraban la verdad revelada de Dios por su poder curativo en la vida de los pecadores, y para ellos, las discusiones meramente teológicas parecían ser ajenas a la verdadera naturaleza de la teología. Perkins habló en nombre de todos ellos cuando definió a la teología como «la ciencia de vivir adecuada y felizmente por siempre».97 Y añadió, diciendo: «existe una gran bendición que surge del conocimiento de Dios (Juan 17:3)». Por lo tanto, la teología es esencialmente una cuestión práctica, y se estudia mejor cuando se le da un enfoque que tiene una finalidad práctica directa (o existencial, como diríamos nosotros). Los comentarios de Baxter con respecto a su mala salud en su adultez temprana son significativos aquí:
¡Así me mantuve durante mucho tiempo, con un oído escuchaba los pasos de la muerte acercándose, y con el otro escuchaba los cuestionamientos de una conciencia llena de dudas! y desde entonces descubrí que este método de Dios era muy sabio, y que ningún otro método era mejor para mi bien (…) Eso me llevó a escoger ese método en mis estudios, y desde ese momento comencé a descubrir sus beneficios, aunque en ese momento no me sintiera satisfecho conmigo mismo. También me llevó a buscar primero el reino de Dios y Su justicia, a darle la mayor importancia a la única cosa necesaria; y a determinar primero cuál era mi fin último; por medio de eso terminé eligiendo o rechazando otros estudios, en conformidad a ese fin: Por lo tanto, la divinidad [teología] no sólo fue parte del resto de mis estudios, como si fuera igual que todos los estudios, sino que siempre tuvo el primer lugar y el más importante. Además, eso me llevó a estudiar primero la divinidad práctica, a través de los libros más prácticos, siguiendo un orden práctico; con el propósito de instruir y reformar mi propia