•Nuevo ascenso claro de la capacidad de carga de todo el organismo, aplicando sobre todo formas de entrenamiento generales y semiespecíficas orientadas hacia la modalidad.
•Utilización de la periodización múltiple con macrociclos; éstos repiten una sucesión fija de los puntos básicos del entrenamiento en los momentos anuales de exigencias elevadas e incluyen una pretemporada inmediatamente antes de la competición decisiva.
•Aumento de las cargas específicas de la competición y ampliación del espectro de competiciones.
•Fijación consciente de una dinámica de cargas y recuperaciones pronunciadas.
•Adquisición de primeras experiencias con métodos de entrenamiento específicos, no utilizados hasta el momento (como, p. ej., el trabajo en altura en las modalidades de resistencia o los métodos de entrenamiento especiales en el ámbito de la fuerza y de la velocidad) (v. págs. 240 y 386).
•Aprovechamiento periódico de las posibilidades de evaluación del rendimiento, análisis de la competición y herramientas auxiliares para revisar y analizar la preparación física, técnica y táctica, y para controlar la eficacia del entrenamiento.
Entrenamiento de alto rendimiento
El entrenamiento de alto rendimiento tiene los objetivos siguientes:
•Aproximación al rendimiento máximo individual.
•Aumento máximo posible, óptimo, del volumen y la intensidad del entrenamiento.
•Mayor especificación de métodos y contenidos de entrenamiento.
•Perfeccionamiento, estabilización y disponibilidad variable de la técnica deportiva.
•Mejora o mantenimiento de la capacidad individual de rendimiento máximo durante un período de tiempo lo más largo posible.
7 Entrenamiento y periodización
Clasificación de los ciclos anuales
La división del proceso de entrenamiento a largo plazo, en las etapas de formación básica general, entrenamiento infanto-juvenil y entrenamiento de alto rendimiento, se puede detallar más aún estableciendo ciclos anuales.
Como el deportista no puede estar “en forma” de manera ininterrumpida durante los años que dura su proceso de entrenamiento, el desarrollo, el mantenimiento y la pérdida de la forma deportiva están sometidos a una periodización de ciclos repetidos.
Un ciclo de entrenamiento –que se puede repetir, dependiendo de la modalidad y de la cualificación del deportista, una vez, dos y en casos extremos tres veces al año– se divide en tres períodos:
•El período preparatorio
Objetivos: desarrollo de la forma deportiva.
•El período de competiciones
Objetivos: nuevo desarrollo de la forma deportiva participando en la competición.
•El período de transición
Objetivos: recuperación activa y regeneración del deportista, pérdida de la forma deportiva.
Estas fases del desarrollo de la forma deportiva alcanzan un nivel creciente en el transcurso de los años de entrenamiento y llevan en último término al rendimiento máximo individual deseado.
La distribución en el período preparatorio, período de competiciones y período de transición, con sus corrsepondientes objetivos, se considera válida, en forma más o menos detallada, para todos los ámbitos: es independiente de la “edad de entrenamiento” o de la cualificación del deportista. No obstante, se observan diferencias claras entre los ámbitos del deporte de elite, el entrenamiento infanto-juvenil y el trabajo a nivel medio en cuanto a la relación volumen-intensidad y en cuanto a la práctica de contenidos de entrenamiento generales y específicos en los distintos períodos.
Período preparatorio
El período preparatorio del entrenamiento de principiantes o del ámbito de rendimiento medio se puede dividir en dos fases. En la primera interesa una preparación física general amplia, y en la segunda predominan las herramientas específicas, restringiendo el volumen y aumentando la intensidad. Por el contrario, en el deporte de elite predomina la intensidad de la carga, la carga específica de la competición durante toda el período preparatorio (cf. Tschiene, 1976, 12 s.). La diferencia se explica por el hecho de que el deportista de elite aporta un nivel inicial muy elevado en cuanto a su capacidad de rendimiento psicofísica y técnico-táctica, y una configuración del entrenamiento general o centrada en el volumen no puede desencadenar ya los procesos de adaptación necesarios para mantener el incremento del rendimiento (cf. Vorobiev, cit. en Tschiene, 1976, 16).
En el deporte de elite se prefiere una subdivisión más detallada, en diferentes macrociclos (v. pág. 58) de entre 3 y 6 semanas de duración, pues de esta manera se interiorizan con mayor precisión las regularidades del desarrollo del rendimiento deportivo (cf. Harre, 1979, 104; Starischka, 1988, 33).
Período de competiciones
El período de competiciones permite el desarrollo y la estabilización de la forma máxima individual a través de las cargas elevadas que plantean las diferentes competiciones. La cantidad y calidad de las competiciones dependen de la capacidad individual de asumir carga.
Período de transición
El período de transición, como fase de pérdida de la forma deportiva, supone un descenso de la intensidad y del volumen del entrenamiento. La “recuperación activa” se consigue con la práctica de modalidades compensatorias, que impiden una caída muy acentuada de los parámetros de rendimiento. Por ejemplo, la práctica de juegos (fútbol, etc.) mantendrá la condición física de los deportistas de resistencia en un nivel compatible con la necesaria recuperación.
Figura 21. Representación esquemática de la periodización doble.
El problema de la periodización sencilla y doble
En el deporte de rendimiento actual se distingue entre periodización sencilla y periodización doble. Con la primera se trabaja en la dirección de un único punto álgido en la secuencia global, sobre la base de un solo período de competición. Por su parte, la periodización doble –tal como se plantea, por ejemplo, en las temporadas de pista cubierta y de aire libre en natación y atletismo– trabaja sobre dos puntos culminantes al año y presenta por tanto dos períodos de competición. Sin embargo la periodización doble no contiene seis períodos de entrenamiento, sino únicamente cinco, pues el período de transición 1 se solapa con el período preparatorio, tal como se puede ver en la figura 21 (Matveiev, 1972, 71).
Hemos de indicar que la periodización doble, debido al incremento de carga que plantea, sólo resulta factible en atletas de elite: los principiantes y jóvenes efectúan un trabajo de desarrollo, y no deben asumir pérdidas de volumen ni una especialización demasiado precoz de las herramientas de entrenamiento a costa del desarrollo global.
Ventajas de la periodización doble
•En las modalidades de fuerza y velocidad de fuerza rápida, el aumento del rendimiento es más pronunciado (Matveiev, cit. en Harre, 1976, 92).
•Después de un tiempo prolongado sin competir (como ocurre con la periodización sencilla) se pierden los rasgos distintivos típicos de la competición, como la dureza de la competición, del ritmo, etc.; esto es, los descansos muy largos exigen al atleta mucho tiempo de preparación para recuperar la necesaria capacidad competitiva (Hirsch, 1975, 668).
•Los períodos demasiado largos sin competir