[10] TAYLOR, Renè. “La sacristía de la Cartuja de Granada y sus autores. Fundamentos y razones para una atribución”. Archivo Español de Arte, nº 138, 1962, pp.135-172.
[11] Sirvan de ejemplo las consolas de la iglesia de San Telmo de Chiclana (Cádiz), atribuidas a Cayetano de Acosta.
[12] Para el estudio del mueble español es imprescindible la amplia obra de Mª Paz Aguiló. Entre ellas destacar AGUILÓ, Mª Paz. El mueble en España. Siglos XVI-XVII. Madrid: Anticuaria, 1993.
[13] JUNQUERA MATO, Juan José. “La marquetería española”. Curso sobre mobiliario antiguo. Madrid, 2004.
[14] HERRERA GARCÍA, Francisco J. “En los márgenes del cuadro: El marco en la Sevilla barroca”. En Domingo Martínez en la estela de Murillo. Sevilla, 2004, pp. 109-127.
10 Escultura en entornos arquitectónicos y espacios abiertos
José Miguel Morales Folguera
1.LA ESCULTURA RELIGIOSA EN EL ESPACIO URBANO
Desde la Edad Media, la Iglesia ha utilizado el arte religioso como medio de evangelización y de transmisión de mensajes religiosos, especialmente entre las poblaciones que no sabían leer o no disponían de los medios necesarios para adquirir libros, que estaban reservados a una minoría culta y adinerada. Se trataba de un arte que cumplía unas funciones litúrgicas y didácticas y que se ubicaba tanto en el interior de los templos como en los exteriores, en las fachadas y portadas, pero también en espacios públicos urbanos, como plazas, calles, puertas de ciudades, caminos, puentes, etc. Con ello, la Iglesia buscaba la santificación de todos los espacios públicos urbanos.
En las ciudades conquistadas a las poblaciones musulmanas andalusíes se buscó la intensificación de esta presencia, que se convirtió en abrumadora tras el Concilio de Trento, hasta el punto de que las ciudades llegaron a tener un aspecto conventual.
1.1.El triunfo de la Inmaculada
Uno de los elementos utilizados en esta santificación de los espacios urbanos fue el de la construcción de monumentos triunfales a santos, mártires y a distintas imágenes marianas.
Los orígenes del monumento triunfal se remontan a la Antigüedad Clásica, cuando los romanos erigían monumentos conmemorativos a sus generales y emperadores victoriosos, arcos y columnas, que solían acompañar las entradas triunfales en las ciudades. Fue Sixto V, el gran papa del Renacimiento, el que buscó a finales del siglo XV la incorporación de los monumentos romanos a su transformación de la ciudad de Roma, para lo cualcolocó en lo más alto de las dos grandes columnas conmemorativas de Marco Aurelio y de Trajano las estatuas de san Pablo y de san Pedro. Estas heredan la clásica estructura tripartita de los triunfos romanos: basamento, columna y estatua.
A partir de este momento empezó a generalizarse este modelo y por todo el orbe católico comenzaron a surgir columnas triunfales consagradas a distintas devociones religiosas. En la España católica y contrarreformista destacaron especialmente las columnas o triunfos dedicados a la Inmaculada.
La Virginidad de María define una tradición de la Iglesia, según la cual María fue virgen antes del parto, en el parto y después del parto. Las universidades europeas, y entre ellas las españolas, defendieron la Concepción Inmaculada desde finales de la Edad Media, cristalizando este movimiento con la defensa realizada por los reyes Felipe II, Felipe III y Felipe IV, que hicieron una cuestión de estado esta defensa ante la Santa Sede. No obstante, hasta el año 1854 el papa Pío IX no proclamaría el dogma de la Inmaculada Concepción[1].
El modelo iconográfico cristaliza a finales del siglo XV con la Virgen Tota Pulchra (Fig.1), que representa a la Virgen de pie con las manos unidas ante el pecho y rodeada de las imágenes de las letanías[2].
Fig. 1. Tota Pulchra en la fachada principal de la catedral de Palma de Mallorca.
En España la defensa de la Inmaculada Concepción de María propició la creación de un gran número de obras en los interiores y fachadas de los templos, así como en el espacio urbano, cumpliendo un importante papel en la sacralización de las ciudades hispanas, destacando los triunfos marianos.
Uno de los primeros triunfos fue construido en Granada en el año 1631 en un lugar estratégico junto a la Puerta de Elvira, en la explanada ubicada entre el Hospital Real y el convento de la Merced, dominando un amplio territorio (Fig.2). Se realiza en el ambiente de fervor surgido a raíz de la aparición en 1595 de los libros plúmbeos en el Sacromonte, en los que aparecen referencias a la vida de los santos Cecilio, Tesifón, Santiago y a la Virgen concebida sin pecado original[3]. En 1617, la Universidad de Granada firma un documento en el que proclama su defensa de la Inmaculada, y en 1618 la ciudad de Granada le rinde homenaje con diversas fiestas. Varios artistas granadinos, entre ellos Alonso Cano, realizan obras de la Inmaculada[4].
Fig. 2. Triunfo de la Inmaculada, Granada.
El triunfo de la Inmaculada de Granada fue promovido por los dos cabildos, diseñado por el arquitecto Francisco Potes y construido por el escultor Alonso de Mena. Consta de un alto basamento, la columna adornada con símbolos marianos y relieves geométricos, y la imagen de la Inmaculada. Su estética barroca está definida por la acumulación de adornos y añadidos de esculturas de cabezas de leones, inscripciones, ángeles músicos, el escudo de Granada y las imágenes de Santiago, san Cecilio, primer obispo de Granada, y san Tesifón, su hermano.
A fines del siglo XVII se erigen otros dos triunfos a la Inmaculada en Cádiz y Antequera, promovidos por los capuchinos. El triunfo gaditano fue ubicado originalmente en el año 1695 frente al convento de los Capuchinos, pero en la actualidad se halla en la plaza de Filipinas. Tiene la clásica estructura tripartita, y está coronada por la escultura de la Inmaculada realizada en mármol genovés y cubierta por una corona (Fig.3).
Fig. 3. Triunfo de la Inmaculada, Cádiz.
El triunfo antequerano fue promovido por la Orden de Capuchinos, que encargó en 1697 su realización al escultor Antonio del Castillo, para servir de base a una escultura de la Inmaculada existente desde 1681 en la portada del convento. En este caso, el basamento está estructurado en tres cuerpos, lo que reduce las dimensiones de la columna, contrastando el blanco marmóreo de la Inmaculada con los colores más oscuros de los cuerpos inferiores.
En la plaza de San Francisco de Córdoba hay otro monumento a la Inmaculada, realizado en el siglo XVIII, que presenta como novedad el uso de cuatro columnas. Otro triunfo se construyó en la población cordobesa de Aguilar de la Frontera con motivo de la proclamación del dogma.
En Málaga se construyó un triunfo de la Inmaculada en 1839 en la calle principal del nuevo cementerio de San Miguel, para el que se utilizó una escultura de la Inmaculada, atribuida al escultor Fernando Ortiz, que había estado ubicada desde el siglo XVIII en el compás del convento de San Pedro de Alcántara.
Tras la declaración del dogma de la Inmaculada por Pío IX en 1854 se desató una nueva oleada de construcciones de triunfos de la Inmaculada,