63. La libertad de conciencia no debería limitarse a los judíos de origen portugués: “Pero, dándose permiso a los judíos no bautizados, y por lo tanto a los extranjeros, a establecerse en Lisboa con la libertad de tener una sinagoga”. Excepción hecha a los judíos alemanes, “porque suponen que descienden de la sangre vil del pueblo que salió de Jerusalén después de que Tito Vespasiano destruyó aquella ciudad santa, y vinieron a establecerse en Alemania, además de ser grandes usureros, y acostumbrados a comprar todo lo robado y, por lo tanto, perjudiciales para la República” (Cunha, 2001, p.262).
64. En los últimos años, el historiador portugués Nuno Gonçalo Monteiro ha publicado diversos artículos sobre el origen social de los candidatos a los principales cargos del gobierno ejecutivo en ultramar. Con una sólida investigación prosopográfica, Monteiro argumenta que el establecimiento de una política de gobierno imperial por parte de la Corona armonizó la jerarquía política de los espacios ultramarinos con la calidad social de los nominados para sus diversos gobiernos. La calidad de nacimiento de los nominados reflejaba las fluctuaciones en el valor y la importancia que la corona y la nobleza titulada atribuían a cada capitanía. Además, el nombramiento de gobernadores y tantos nobles como fuese posible tenía por objetivo dar el mando a individuos de mérito incuestionable que se cernían sobre las disputas políticas locales (cfr. Monteiro y Soares da Cunha, 2005, pp.191-252; Monteiro, 2001b, pp.249-283; 2005, pp.93-115; 2009, pp.507-517).
65 Sobre las órdenes militares portuguesas y el sistema de remuneración de misericordia que daba lógica a las solicitudes y a la atribución de sus hábitos, cfr. Oliva (2001).
66. Como bien señaló Silva (2001), la crítica al consumo del lujo ya estaba presente en el pensamiento económico portugués en la obra de Duarte Ribeiro de Macedo (1618-1680). Macedo no consideraba el lujo un mal en sí mismo si sus bienes de consumo se producían en el Reino. “Si todas las manufacturas y haciendas que consumen el uso no regulado de los vestidos y adornos de las casas están hechos en el Reino, el costo de ellos recae en tantas manos como haciendas corren a la tienda del comerciante; pero si son obras extranjeras, el dinero se detendrá allí, y allí sostendrá a ese número de personas, con la riqueza que podría permanecer en el Reino. En un reino rico y artístico, no solo es útil aquel apetito, aunque sea excesivo, de vestirse costosamente y adornar casas ricamente, sino es necesario y conveniente” (Macedo, 1974, pp.203-204). Para las polémicas en torno de la economía del lujo en Portugal, cfr. Cardoso (1997, pp.81-99).
67. “El segundo es el de la Santa Casa de la Misericordia, de la cual soy hermano, por los grandes beneficios que toda la población recibe de ella, y por el gran celo con el que sus hermanos protegen sus institutos y gobiernan sus ingresos, respirando toda devoción y caridad. Pero quisiera que se evitara el abuso de hombres que imaginaban que estaban pagando lo que les robaron a Pedro y a Pablo tan pronto como dejan sus propiedades a la Misericordia, o a cualquier otra corporación religiosa o devota. Pero puesto que de esta manera la llamada hermandad ha hecho un gran fondo [de dinero], sería útil que sobre él se estableciera, como en Roma, un Monte de Piedad, o Lombardo, como se hace en las ciudades de Holanda, y que sería de gran ayuda para los que tienen algunos efectos de los cuales pueden servirse pronta y secretamente, sin tener que avergonzarse ante ningún usurero; de suerte que la misma hermandad se beneficiaría mucho, para ayudar a los pobres que no tuvieran qué empeñar” (Cunha, 2001, pp.286-287). Sobre la importancia de la asistencia y de la fundación institucional de las Santas Casas de Misericordia en el Imperio Portugués, cfr. Boxer (2002, pp.286-308).
68. “Y esta es otra ventaja que los países protestantes tienen sobre los católicos romanos, porque en ellos solo se guardan los domingos y las cuatro pascuas. Pero como V. S. lo sabe, y lo diré, yendo mañana y tarde a la iglesia, para escuchar la palabra de Dios de la boca de sus predicadores, quienes les explican pura y simplemente el texto que toman del Evangelio, y los oyentes de ambos sexos los leen con gran atención, sin que los predicadores incluyan conceptos o hipérboles; tampoco intercambian las Escrituras para probar sus pensamientos, lo cual es una gran ofensa a la palabra divina; y estamos contentos de escuchar devotamente una misa, que nos parece larga después de media hora. ¿Y cómo celebras las cuatro Pascuas? También lo diré. Guardándose en sus casas, para examinar sus conciencias y su convivencia, de acuerdo con su creencia herética, mientras nosotros lo hacemos en la Pascua de Resurrección, para satisfacer en el exterior el precepto de la Iglesia, con miedo de la excomunión, que ellos no temen. Dios santificó solamente los sábados, que son hoy nuestros domingos, como los días de descanso después de haber trabajado los demás, incluso que, con un solo Fiat en la admirable composición del universo, y no para que abusemos de esta ociosidad, mientras practicamos; pero alabémoslo por su trabajo incomprensible, y mereceremos, si es que podemos merecer, su infinita misericordia” (Cunha, 2001, p.289).
69. La manufactura es una forma de organización definida por la concentración, bajo el mismo techo y bajo la dirección de un mismo capital, de los trabajadores y de las diferentes operaciones o fases del trabajo. Esta nueva forma de producción posee innumerables ventajas, entre ellas la aplicación de procesos y herramientas más sofisticados, justificando la solicitud de técnicos extranjeros.
70. Pedreira hace dos observaciones importantes: “El desarrollo industrial —atribuido al conde de Ericeira y, a veces, también al marqués de Fronteira, pero en parte anterior a ellos— eligió los sectores que o fueron de importancia central para el fortalecimiento del Estado, o fabricaban artículos de lujo, de los cuales la aristocracia y otros grupos poderosos no podían ser privados por completo. En este conjunto, los productos de lana adquieren un lugar excepcional. Constituyen la única rama sujeta a la reorganización que producía para un consumo amplio. Las importaciones de paños de lana fueron una carga pesada que contribuía a desequilibrar la balanza comercial portuguesa y la proporción de telas extranjeras en el consumo, especialmente en las grandes ciudades, ciertamente no fue insignificante” (Pedreira, 1994, pp.28-29).
Además, no es correcto afirmar que fue solo el resurgir manufacturero lo que hizo que Portugal volviera al camino de la prosperidad económica. Según Pedreira, “los signos de recuperación comienzan a registrarse desde finales de la década de 1680. La política aplicada en las esferas comercial y monetaria no dejó de favorecer esta recomposición. Sin embargo, para restablecer la situación comercial lo más rápido posible, era particularmente importante explorar nuevas áreas geográficas y nuevos productos comercializables, fortalecer el control estatal —asegurando la efectividad de los monopolios—, los incentivos que concedió al crecimiento de las transacciones e incluso las dificultades de otras potencias europeas, que lucharon en guerras de las cuales Portugal logró mantenerse distanciado” (Pedreira, 1994, pp.32). La coyuntura portuguesa sería aun más favorable en la década de 1690, con el descubrimiento de minas de oro americanas (cfr. Pedreira, 1994, pp.21-63).
71. Evaldo Cabral de Mello recuerda que el oro y la plata de México y de Perú fueron los patrocinadores de la “preponderancia española”. Sin embargo, en palabras del historiador pernambucano “pero incluso en la dependencia de los metales americanos en los que se encontraba Madrid por sus aventuras imperiales en Europa, o ultramar, aunque vitales, esos continuaban siendo valorados como un medio, no como un fin” (Mello, 2002,