44. Para la visión crítica del crecimiento comercial inglés por los contemporáneos franceses, cfr. Cheney (2010, pp. 21-51).
45. La idea de Casa está co-relacionada con el carácter patrimonial del Estado, en el que el soberano organiza su poder político por los mismos principios del ejercicio de su mando doméstico. Ese acercamiento, inspirado en la obra de Max Weber (1864-1920), es desarrollado en Elias (2001, pp.66-84). El caso portugués es abordado por Monteiro (1998; 2007, pp.83-103).
46. Sin embargo, debemos hacer algunas advertencias a esa interpretación. De acuerdo con Magnusson, el mercantilismo debe ser abordado de la forma en que surgió históricamente: como una literatura, un discurso acerca del comercio y de la economía que apareció en el contexto nacional inglés, siendo adaptado posteriormente para otros contextos nacionales e intelectuales y para la política y la economía del mundo real (Magnusson, 1994).
47. Hont e Ignatieff entienden la idea de secularización, fundamentalmente, como la reducción de la influencia de las autoridades eclesiásticas y de las creencias tradicionales de la Iglesia en el pensamiento ético, político y económico, además del cambio de énfasis de los valores religiosos para los valores temporales. Para una discusión de la influencia de la secularización en el surgimiento de las reflexiones económicas, véase Hont e Ignatieff (1983, pp. 1-45). Para el surgimiento de la idea de campo científico, véase Bourdieu (1989).
48. Al abordar el tema de la autonomía del discurso económico, Schabas hace una advertencia: hasta mediados del siglo XIX los teóricos de la economía política no consideraban que su objeto de estudio estuviera apartado de las “ciencias naturales”. Creían que no solo los fenómenos económicos deberían ser comprendidos por analogías a los fenómenos naturales, sino que eran vistos también como una extensión de la naturaleza. Así, el discurso económico era considerado parte de la filosofía natural y no una ciencia humana (Schabas, 2005)
49. El proceso de transición entre el ideario de la honra y de la gloria para el de la conquista de beneficios materiales estrictamente económicos es analizado por Hirschman (2002).
50. Para las relaciones gubernamentales entre Lisboa y Madrid y sus distinciones, cfr. Schaub (2001) y Valladares (2006).
51. Aquí existe una polémica entre los eruditos del período: por más que los Secretarios de Estado fuesen cada vez más demandados y estuvieran más presentes en los despachos regios, la normativización y el establecimiento de sus prerrogativas formales se llevaron a cabo mediante la licencia del 28 de junio de 1736, con la creación de las secretarías de Estado de Asuntos Interiores del Reino, de Asuntos de la Marina y de los Dominios Ultramarinos, de Asuntos Exteriores y de Guerra. Sin embargo, la adopción de la designación de Ministros y Secretarios de Estado solo se adoptó, al parecer, en 1760 durante el pombalismo (Monteiro, 2001a, pp. 961-987).
52. Para los datos biográficos de don Luís da Cunha y su carrera, cfr. Cluny (1999); Cunha (2001); Furtado (2010, pp.373-400).
53. Acerca de los dilemas de la inserción portuguesa en las cuestiones diplomáticas del siglo XVIII, véase Novais (1979, pp.17-56).
54. Para el debate historiográfico acerca de los extrangeirados y su papel en la difusión de la cultura ilustrada en Portugal, véase Miranda (1990/1991, pp. 35-70); Carnerio et al. (2000, pp.591-619). Para una distinción puntual entre el pensamiento de Luís António Verney y el de don Luís da Cunha, véase Ferreira (2009, pp.100-105).
55. El diplomático defiende la razão de Estado con advertencias, como podemos saber por el 16º Consejo personal a Marco Antonio de Azevedo Coutinho: “No se deje V. S. seducir por lo que comúnmente se llama razón de Estado, lo entiendo en su verdadero sentido, y no en lo que se practica, que en esencia no es la razón de Estado, sino la sinrazón del príncipe, quien, con el pretexto de tener lo que tiene, busca usurpar lo que no le pertenece” (Cunha, 2001, p.201).
56. De acuerdo con Silva, las Instrucciones Políticas fueron dirigidas en su forma final en el año de 1736. Sin embargo, varias de las ideas ahí presentadas ya habían aparecido en la correspondencia de don Luís en las décadas anteriores (Silva, 2001).
57. Objetivo perseguido por el Tratado de Madrid, celebrado en 1750 y por los acuerdos de frontera ajustados posteriormente por las coronas ibéricas (cfr. Cortesão, 2006, tomos I y II).
58. La preocupación de don Luís con la cuestión de la despoblación del reino es típicamente mercantilista. Una gran población productiva fue fundamental para mantener bajos los salarios, desarrollar la agricultura de suministro y capacitar a los cuadros mercantes y de guerra. La producción agrícola nacional alentó contra la reducción de la balanza comercial al diversificar los productos de exportación y reducir las importaciones de alimentos. “Lo primero que se me representa es evitar que el cuerpo del Estado tenga tantas venas y de muchas maneras se desangre; debido a que su sangre es un pueblo, se deduce que se debilita cada vez que este disminuye; y tan buena razón debe persuadirnos de que los muchos hombres son las verdaderas minas de un estado, porque siempre producen y nunca se agotan. ¿Pero qué hombres, hijo mío? Hombres que trabajen en las tierras que por falta de ellos no están cultivadas; hombres que, debido a que son muchos, se apliquen a todo lo que les pueda dar de comer, porque no hay ninguno que quiera morir de hambre y, en fin, hombres que sirvan al príncipe y a la república por tierra y por mar, con la utilidad del comercio” (Cunha, 2001, p.218).
59. En este extracto específico de la instrucción, don Luís aborda dos temas retomados en el gobierno del futuro Marquês de Pombal: la necesidad de reforma de las Ordenes Regulares y la gran influencia de los jesuitas, los “anfibios de la religión”, en la vida cultural portuguesa (Cunha, 2001, pp.218-223).
60. En este pasaje de su instrucción, don Luís da varios ejemplos irónicos para resaltar los abusos de la vida en los recogimientos: “Pero qué importa que en Brasil no se multipliquen los conventos, si de allá se mandan los hijos e hijas a hacerse padres y monjas a Lisboa. Recuerdo a cierto brasileño natural de Bahía, muy rico, que metió al Convento de la Esperanza a seis hijas que tenía, dando por cada una seis mil cruzados de dote, porque escuchó que en dicho convento no entraban personas si no eran de primera condición. Tal es la vanidad de aquella gente, y tal el prejuicio que hace a la República” (Cunha, 2001, p.224).
61. “La tercera sangría es más peligrosa que las anteriores para el cuerpo del Estado; ya que el Santo Oficio es el sangrador, no había nadie que se atreviera a ponerle las ataduras: y, por lo tanto, es necesario dejar que la sangre drene y pierda toda sustancia que, como digo, los hombres que, por temor a la Inquisición, están todos los días saliendo de Portugal con sus recursos,