Permítanme compartir algunos ejemplos de ello. La comunidad internacional de desarrollo, un terreno generalmente seglar y moderno con suspicacias sobre la religión, ha comenzado a acercarse para hablar con quienes representan a las instituciones basadas en la fe. El primer paso ocurrió cuando World Development, la revista de la Sociedad de Desarrollo Internacional, dedicó una edición especial a la relación entre religión y desarrollo en 1980 y luego propuso una nueva agenda de búsqueda (Clarke, 2006). Casi veinte años después, en 1998, inspirado por James Wolfensohn, entonces presidente del Banco Mundial y por George Carey, el arzobispo de Canterbury, se lanzó el Diálogo de Desarrollo Mundial. Esto llevó a un proceso multianual de diálogo y exploración continua (Marshall, 2001; Marshall y Van Saanen, 2007). Una investigación posterior llamó la atención al hecho de que las organizaciones de la sociedad civil basadas en la fe fueran el principal—si no el mayor— contribuyente del bienestar social en buena parte del sur (Clarke,2006:837-841).
En 2005, un Programa de Investigación de Desarrollo y Religiones de cinco años fue lanzado por un consorcio que incluye las Universidades de Birmingham y Bath en el Reino Unido junto con otros socios e instituciones británicos en el sur. Financiado por el Departamento de Gobierno del Reino Unido para Desarrollo Internacional, el programa ya había completado una serie de documentos de trabajo interesantes sobre religión y desarrollo desde la perspectiva de la sociología, antropología y y economía.2
Más recientemente, se estructuró un serio reto desde dentro de la misma comunidad de estudios de desarrollo seglares. Séverine Deneulin y Bano señalan que existe un importante “traslape entre las tradiciones religiosas y seglares en temas de desarrollo”en las áreas de dignidad humana, justicia social, pobreza, ayuda, preocupación por la tierra, igualdad y libertad (2009;10-11). Aunque también existen áreas de importantes y posiblemente irreconciliables diferencias, Deneuline y Bano se preguntan si existe potencial para un diálogo entre estas dos perspectivas del desarrollo e incluso propósito usando el diálogo interreligioso como un modelo para realizar dicho diálogo.
Como reflexión final, es importante señalar que el tema de desarrollo o bienestar humano es el centro de conversaciones en una variedad de ámbitos hasta aquí desconectados. Dentro del área de la psicología, la investigación sobre florecimiento humano, la psicología positiva y la psicología comunitaria ahora están explicando el rol de las instituciones sociales y de la comunidad como un todo en términos de la salud mental de los seres humanos. Felicidad—en el sentido de tener una visión positiva de la vida de uno— es ahora un tema de creciente interés en Ciencias Económicas (Kenny y Kenny, 2006), Filosofía (S.Bok, 2010), y Política (D.Bok, 2010). La extensión continua del trabajo de Amartya Sen con Martha Nussbaum se enfoca en una visión holística o exhaustiva del bienestar humano (Nussbaum y Sen, 1993). Finalmente, los investigadores de desarrollo están creando herramientas para medir el bienestar en la práctica de desarrollo (White, 2009).
Incluso los teólogos están entrando en el acto. Inter Vartisy realizó una conferencia sobre florecimiento humano en el 2008. Miraslav Volf, David Kelsey y John Hare están supervisando un proyecto de investigación en Yale sobre Dios y florecimiento humano. El reciente libro de Nicholas Wolterstorff God, Justice and Love (Dios, Justicia y Amor) hace distinciones útiles entre la idea utilitaria contemporánea de una satisfactoria vida “experimental”, la “vida bien vivida”de Aristóteles y otros de la antigua Grecia, y lo que Wolterstorff llama “la vida que es tanto bien vivida como que va bien”(Wolterstorff, 2008). Esta formulación de bienestar humano une las capacidades humanas y la dimensión de la acción —los seres humanos deben poder disfrutar de una vida que valga la pena vivir y perseguir los fines de esa vida que desean— y ser los destinatarios de las condiciones que permiten ese tipo de vida —tipo de relaciones correctas y justas—. Ampliaremosesto más adelante. Existe una urgente necesidad de conversaciones multidisciplinarias entre estos silos académicos tradicionales. Los pobres lo requieren de nosotros.
Pensamiento contemporáneo sobre desarrollo
Desde la discusión anterior de la evolución del pensamiento de desarrollo, algo significativo ha cambiado —una modificación desde las teorías globales sobre economía basada en investigación empírica—. A lo largo de los últimos quince años, una cantidad importante de investigación en desarrollo se ha realizado por parte del Banco Mundial, agencias gubernamentales de desarrollo y académicos. Aunque estamos lejos de un estado de conocimiento comprensivo, la agenda de investigación está dirigiéndose hacia el pensamiento de desarrollo de una manera que no hace mucho tiempo era diferente.
Además, existe muchamás coordinación y cooperación entre agencias. Los profesionales de desarrollo cristianos están más propensos a encontrarse a sí mismos en la mesa con otros profesionales de desarrollo de agencias seglares y gubernamentales. Un entendimiento básico de trabajo del pensamiento de desarrollo contemporáneo y la investigación que recae detrás puede hacer esas conversaciones más simples. Además, yo creo que nosotros los cristianos necesitamos esperar que Dios pueda estar trabajando en nuestros amigos seglares y su compromiso a ayudar a los pobres y, de esa manera, asumir que Dios pueda tener regalos para nosotros en su trabajo. Debemos de salir de nuestro gueto cristiano y ver lo que Dios tiene para nosotros.
Hablando sobre el desarrollo desde una perspectiva global, y como un problema global, hay tres grandes voces: Jeffrey Sachs, William Easterly y Paul Collie. Nosotros también tenemos que tomar nota de la reencarnación de un aspecto de la teoría de modernización: el enlace entre cultura y desarrollo. Finalmente, hay dos voces importantes que están agregando a la conversación perspectivas provenientes del sur: Hernando de Soto y Mohammad Yunus.
Jeffrey Sachs -El gran empujón
Sachs es el director del Instituto Earth y profesor de Desarrollo Sostenible en la Universidad de Columbia. Desde el 2000 hasta el 2006 fue asesor especial de las Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que eran los objetivos acordados internacionalmente para reducir la pobreza extrema, las enfermedades y el hambre para el año 2015.
En The End of Poverty (El Fin de la Pobreza), Sachs argumentó que hay naciones —que representan una sexta parte de la humanidad— que están encerradas en una trampa de pobreza creada por la enfermedad, el aislamiento geográfico y un ambiente limitante. Estos países no pueden escapar de esta trampa sin ayuda externa, ellos simplemente no tienen los recursos ni la capacidad. Todos los otros factores que exacerban el impacto de esta trampa de pobreza —demografía, gobernanza, cultura, innovación, temas fiscales, geopolítica—se pueden manejar con el tiempo, pero solo si se rompe la trampa de pobreza. (Sachs, 2005:56ff.). Por ello, estos países pueden necesitar ayuda externa significativa: un gran empujón (ibid., 19, 208).
Sachs clama por un “compacto global para acabar la pobreza”que establezca una meta a los países ricos para que inviertan 0,7% de su PIB en los ODM. Esto proveería hasta US$175 mil millones anuales en asistencia para el desarrollo (2005: 218). La ayuda sería coordinada a través de un sistema de asistencia relanzado que incluye al Banco Mundial, al FMI ya las agencias de las Naciones Unidas que apoyan el desarrollo y agencias gubernamentales para el desarrollo (2005:255ff.).
Usando medicina clínica como una metáfora, Sachs crea lo que él llama “economía clínica”para diagnosticar y, posteriormente, proponer soluciones para situaciones de pobreza local distintas (2005:74ff.). A través del Instituto Earth de la Universidad de Columbia, estableció un grupo de programas de Aldeas del Milenio en África, que combina salud, educación, agricultura y desarrollo de infraestructura para ilustrar su enfoque (2005:238-241). La evaluación