¿Por qué siempre faltan dólares?. Группа авторов. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Группа авторов
Издательство: Bookwire
Серия: Economía Política Argentina
Жанр произведения: Зарубежная деловая литература
Год издания: 0
isbn: 9789878010649
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del balance de pagos se destaca la remisión de utilidades y dividendos, en tanto el pago de intereses de la deuda externa, si bien siguió siendo significativo, se vio reducido por efecto de las distintas reestructuraciones (tanto del sector privado como sobre todo del sector público). En cambio, las elevadas ganancias que registraron las firmas extranjeras –que mantuvieron su predominio en los núcleos centrales de la actividad económica (Azpiazu, Schorr, y Manzanelli, 2012; Gaggero y Schorr, 2017; Gaggero, Schorr, y Wainer, 2014)– no fueron en su mayor parte reinvertidas, lo que dio lugar a un significativo drenaje de divisas al exterior, salida que en muchos años ni siquiera fue compensada con el ingreso de nuevas inversiones (cuadro 1.1).

      Cuadro 1.1. IED, utilidades y dividendos e IED “neta”, 2003-2019 (en millones de dólares)

IED(1)Utilidades y dividendos(2)Ingresos “netos” por IED (1 – 2)
2003902-959-57
2004991-92864
20051493-140884
20061391-1564-172
20072388-1883506
20083736-3552184
20092225-3183-958
20102471-4230-1758
20113849-4495-646
20123964-2533711
20132584-13441240
20141746-1316429
20151351-1001250
20162561-2996-435
20172497-2125372
20182570-10851485
20192442-9011540

      Fuente: Elaboración propia sobre la base del BCRA.

      Como se puede observar en el cuadro de referencia, el ingreso neto de divisas a partir de las inversiones extranjeras directas –es decir, descontando la remisión de utilidades– fue un aporte realmente significativo solo entre 2012 y 2015. Sin embargo, ello no se debió a una mayor entrada de capitales bajo esta modalidad (que cayó año a año), sino a una baja pronunciada en la remisión de las utilidades. Este comportamiento “atípico” se debió fundamentalmente a dos factores. Por un lado, a las medidas cambiarias y a las negociaciones encaradas durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, tendientes a frenar de manera transitoria la salida de divisas para evitar un mayor deterioro del patrimonio del Banco Central. Por otra parte, la reestatización parcial de la petrolera YPF en 2012 –la empresa más grande del país– determinó un cambio en el management de la compañía que redujo de forma significativa la distribución de dividendos entre los y las accionistas en favor de una mayor reinversión de las ganancias.

      Todos los elementos hasta aquí analizados que incidieron en la reaparición de la restricción externa a comienzos de la década de 2010 son, con mayor o menor intensidad, comunes a los que operaban durante la etapa sustitutiva (deterioro del saldo comercial, déficit en servicios, remisión de utilidades). Sin embargo, en este período tuvo un peso fundamental un elemento prácticamente inexistente durante la ISI: la fuga de capitales. Se trata de un fenómeno que irrumpió con fuerza tras las reformas encaradas por la última dictadura cívico-militar y cuyos protagonistas centrales han sido los grandes grupos económicos locales y extranjeros (Bona, 2018).

      Sin embargo, a diferencia de lo ocurrió durante el período dictatorial y en los años noventa, en este caso la fuga no formó parte de un mecanismo de “valorización financiera” a partir del endeudamiento externo, sino que predominó en ella la dolarización de las ganancias corrientes obtenidas en la “economía real” (véase el capítulo 2). Cabe señalar que, si bien en el país la fuga de capitales es una práctica extendida, dado que la moneda local no opera como reserva de valor, no se trata de un fenómeno singular de la economía argentina, sino que es un elemento común a otros países periféricos cuyas monedas no son validadas para las transacciones internacionales. En un escenario de creciente internacionalización comercial, financiera y productiva, el grado de valorización del circuito de acumulación del capital en su conjunto ha quedado establecido en términos del dinero-divisa (Astarita, 2010).

      Sin embargo, la persistencia del fenómeno no debe soslayar las diferencias que registró en las distintas etapas que aquí analizamos: mientras que durante la “valorización financiera” la fuga fue financiada sobre todo con endeudamiento externo, durante los ciclos kirchneristas se sustentó con las divisas obtenidas del superávit comercial hasta que este se volvió insuficiente. De allí el intento por frenar la fuga a través de la aplicación de los controles cambiarios a fines de 2011.

      Gráfico 1.7. Evolución de la fuga de capitales locales al exterior*, 2002-2019 (en millones de dólares)

      * La fuga de capitales fue calculada a partir de la formación de activos externos descontada la variación en los saldos de los depósitos en moneda extranjera.

      Fuente: Elaboración propia sobre la base de información del BCRA.

      Sin duda, las mayores regulaciones a la venta de divisas para atesoramiento fueron el factor fundamental que explica el fuerte descenso que registró la fuga de capitales –por los canales legales– durante el último mandato de Cristina Fernández de Kirchner. Tal como se puede observar en el gráfico 1.7, la fuga realizada a través de la adquisición de divisas y billetes en poder del Banco Central descendió de manera abrupta a partir de 2012. La relajación parcial de estos controles explica su leve incremento en 2014 y 2015.

      Sin embargo, el control de cambios se reveló insuficiente para resolver el deterioro en las cuentas externas, como quedó en evidencia con la devaluación de la moneda a comienzos de 2014 (gráfico 1.6). Las restricciones cambiarias, un mayor control al comercio exterior y la utilización de las reservas internacionales acumuladas en el período anterior permitieron sobrellevar la escasez de divisas sin que esta derivase en una crisis económica pronunciada, pero estuvieron lejos de resolver de manera sustentable la restricción externa que aquejaba a la economía argentina.

      El gobierno que asumió a fines de 2015 adjudicó el virtual estancamiento económico en el que se encontraba la economía argentina desde 2012 –alternando años de débil crecimiento con otros de moderadas contracciones (gráfico 1.1)– al excesivo intervencionismo estatal (tanto por el aumento del gasto público como por las mayores regulaciones económicas). Según su perspectiva, los incrementos salariales habían expandido el consumo privado por encima de sus capacidades, lo que había desincentivado la inversión y generado grandes desequilibrios macroeconómicos (déficit fiscal, inflación, distorsión de precios relativos, escasez de divisas).

      En este sentido, los pilares del nuevo modelo dejarían de ser el consumo (en especial el público) y pasarían a apoyarse en la inversión (sobre todo extranjera) y las exportaciones. En el terreno productivo se pretendía sintonizar con otras experiencias neoliberales de la región (Chile y Colombia, principalmente), aunque también se proponía seguir el “modelo australiano”. Al respecto, se consideraba que existían importantes sectores que debían ser reconvertidos, entre los cuales se encontraban aquellos “latentes” (automóviles, maquinaria agrícola,