46 Aunque en la primera publicación del Libro de Actas de Cabildo de la Ciudad se puso “de México”, este sustantivo no aparece en el primer Libro autógrafo, ni aún en el segundo, tercero y cuarto, en donde el que se estableció fue el de Temistitan o Temixtitan, como se puede ver en el apartado correspondiente.
47 La mayoría de los formularios de las distintas escrituras o cartas que se podían hacer estaban reglamentadas por lo menos desde las Siete Partidas del Rey Alfonso el Sabio, por ejemplo en la partida III, título XVIII, “De las escrituras por que se prueban los pleitos”, pp. 546-630.
48 Esa “libertad” tomada por archivistas, editores y aún por compiladores quizá nunca se cuestionó o discutió, pues se entendía que esa tarea era parte de su trabajo, o porque no siéndolo se veía como un servicio adicional a su propio trabajo. La actualización de nombres de individuos puede observase con mucha claridad en la misma documentación cortesiana, ya que los documentos firmados por Cortés, las más de las veces llevan el nombre de Fernando, pero los editores en los títulos que presentan los documentos, le ponen el nombre de Hernando, que dentro del documento nunca aparece, o también ocurre, que a Cortés lo designan marqués del Valle, cuando todavía no se le había otorgado dicho título, como veremos con más detalle más adelante.
49 La acentuación como veremos data de la segunda mitad del siglo XVIII, igual que el comenzar a grafiarlo con “J”.
50 José Luis Martínez, Documentos cortesianos, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Fondo de Cultura Económica, 1990, 4 vols., Vol. I, p. 164, doc. 16. Debo insistir que ello no es privativo de José Luis Martínez, sino que es heredero de los más connotados editores de documentos de los siglos XIX y XX, comenzando con Andrés González Barcia, pasando por Francisco Antonio de Lorenzana, que al frente de sus ediciones nombró a Hernán Cortés, aunque al interior dejó el nombre de Fernando Cortés que es tal cual se consignó en las Cartas que estaba reeditando. Otro tanto se puede notar en el Epistolario de la Nueva España, donde quizás por primera vez se dio ese título al documento que reeditó Martínez. En el Epistolario hay más documentos con similar proceder. Esto se puede ver con toda claridad en los encabezados del documento 55: “Testimonio hecho en México, a 9 de agosto de una Cédula de S. M. hecha en Pamplona: sobre que el Reino de Nueva España no será enajenado de la Corona, a 22 de octubre de 1523” (en dicha edición no se incluyó el documento, pero el mismo se puede ver en otras ediciones como veremos más adelante y en el mismo no se consigna el nombre de México); o en el documento 64, “Carta al rey de Juan Tirado, uno de los conquistadores de Nueva España, haciendo mención de sus servicios y pidiendo varias mercedes”, sin fecha ni firma. Está unida a la información de méritos y servicios del mismo Tirado hecha en México, a 3 de noviembre de 1525 (en el documento no hay fecha y la referencia a la ciudad es “cibdad de Tenustitan”); en el documento 65 el encabezado señala “Junta celebrada en México (?) por Gonzalo de Salazar, Pedro Almidez Cherino, Leonel de Cervantes y otros, como representantes del Gobierno, así de México como de otros pueblos de Nueva España, sobre pedir al rey les concediere ciertos puntos de gobierno para tranquilizar aquellas provincias”. En el texto las expresiones que se usan son las siguientes: “En la cibdad de Tenostitan México”; “E luego porque los dichos procuradores contendían cuál de ellos debía hablar primero, los dichos señores tenientes de gobernador mandaron que hable primero la cibdad de Tenostitan así por ser cibdad como por ser cabeza desta Nueva España y la principal cosa destas partes y que luego hablen los procuradores de las dichas villas así como fueron poblándose de españoles”. “Esta ciudad de Tenostitan que está en el agua y salen della por sus calzadas una y dos y tres leguas por el agua”. “Piden título noble para Temistan”. “Asimismo porque esta cibdad de Tenostitan fué y es la mayor y más populosa que se ha visto en munchas partes suplican a su majestad que le manden dar algún título noble con que la honren y se honren los que en ella poblaren”. “Pedro Sánchez Farfán procurador desta cibdad de Tenostitan en nombre della dijo”. “Era el mismo que había dado el procurador de Tenostitan”. “E yo Diego de Ocaña escribano público desta cibdad de Tenostitan México”. En el capítulo correspondiente desarrollaré estos puntos que he dejado aquí señalados y que se pueden ver con toda precisión en los documentos que insertamos en el Soporte documental del trabajo. Entrada 115.
51 Debe quedar claro que esa forma de dar seña de identidad a este como a otros muchos documentos no corresponde a José Luis Martínez, sino que él sigue una tradición que muy posiblemente se inició con la edición de Colección de documentos para la historia de México, publicada por Joaquín García Icazbalceta (1858), segunda edición facsimilar, México, editorial Porrúa, 1980, p. 445, (Biblioteca Porrúa, 47).
52 Este tipo de narrativa historiográfica no es nueva, podría decir que de una u otra manera se inició desde los primeros intentos de dar cuenta de la conquista por parte de los franciscanos, dominicos y aun civiles. Véase por ejemplo, fray Toribio de Benavente o Motolinía, Historia de los indios de la Nueva España, relación de los ritos antiguos, idolatrías, sacrificios de los indios de la Nueva España, y de la maravillosa conversión que Dios en ellos ha obrado, estudio crítico, apéndice, notas e índice de Edmundo O´Gorman, México, Porrúa, 1969, (Sepan cuantos…, 129). Para más referencias véase Felipe I. Echenique March, op. cit., apartado 7. Crónica religiosa; 9. Crónica criolla, 10. Crónica oficial.
Capítulo I
Primer soporte documental
Es incuestionable que la Segunda, Tercera y Cuarta de las Cartas de Relación de Fernando Cortés, enviadas a sus reyes y señores don Carlos y su madre doña Juana, fueron los primeros documentos manuscritos, y luego impresos, que de manera clara y pormenorizada dieron cuenta de las sociedades que comenzaron a conquistar los españoles en lo que Cortés llamó La Nueva España.1
En tales Cartas de Relación se narra, según el entendimiento de Cortés y su hueste, entre otros muchos hechos y circunstancias, la existencia de grupos humanos que vivían y se organizaban en pueblos, ciudades, villas y provincias, que llevaban los nombres de Culua, Aculuacan, Yztacmastitan, Tascalteca, Churultecal, Gnasincango, Temixtitan, Cempoal, Nautecal, Sienchimalen, Teyrnacan, Caltanmi, etc.,2 y que estaban gobernados por los que suponía como señores de aquellas ciudades o provincias, y dentro de ellas se podían apreciar relaciones de poder, subordinación o exentos del orden que infirió o supuso como preponderante.3
Por lo anterior es indispensable historiar brevemente lo referente a estas Cartas y otros materiales impresos de aquellos primeros años, pues ellas fueron los que pusieron a circular entre otras “realidades” autóctonas, los sustantivos en uso para designar ciudades, pueblos y provincias y que necesariamente son los que se deben confrontar con los usados en la correspondencia oficial de todos los niveles o inclusive la particular.
La titulada Carta de Relación enviada a su majestad…,4 que corresponde a la que nosotros conocemos como Segunda Carta de Relación,5 fechada en Segura de la Frontera, el 30 de octubre de 1520, llegó a la corte a finales de 1521 y a partir del 8 de noviembre de 1522 sus contenidos eran del dominio público gracias a los folios impresos en caracteres góticos con los que los estampó el alemán Jacobo Cromberger, residente de la ciudad de Sevilla, y luego en posteriores impresiones como la del también alemán, George Coci, en Zaragoza, con fecha 5 de enero de 1523; la carta también se tradujo al latín e imprimió en 1524 y hubo otras ediciones en francés, flamenco e italiano.6