La profesión de los “consejos evangélicos” ha dado lugar, en la Iglesia, a un estado de vida en el que se da una singular profundización de la consagración bautismal: surge así la llamada “vida consagrada”. Los consejos evangélicos son un don de la Trinidad santísima y la vida consagrada es una de las huellas de la Trinidad santificante en la historia humana. Los consejos evangélicos son expresión del amor del Hijo al Padre en la comunión del Espíritu Santo, su práctica permite una peculiar vivencia del carácter trinitario de la vida cristiana.
~ La castidad de los célibes y vírgenes en cuanto total donación a Dios refleja y participa del amor infinito que une a las Personas divinas en la unidad trinitaria, amor manifestado por el Hijo hecho hombre hasta entregar su vida por nuestra salvación.
~ La pobreza evangélica manifiesta el vaciamiento y la entrega total de sí que las Personas divinas se hacen recíprocamente, vaciamiento y don que se hace patético en la muerte redentora del Hijo de Dios.
~ La obediencia pone de manifiesto y se alimenta de la dependencia filial, liberadora y responsable de Jesucristo al Padre, la cual, a su vez, remite a la correspondencia en el amor propia de las tres Personas divinas en el seno de la Trinidad.
~ La vida fraterna –vida compartida en comunión de amor–, tiene como modelo al Padre, que quiere hacer de todos los seres humanos una sola familia; remite al Hijo encarnado, que reúne a los dispersos en la unidad y reconcilia entre sí; y manifiesta al Espíritu Santo como principio de unidad en la diversidad en la única Iglesia de Dios. Esta fraternidad es ciertamente una confesión de la Trinidad.
La identidad amorosa y relacional de Dios resplandece en toda la creación, todo lo que existe ha sido hecho en referencia a una Vida eterna que se entrega donándose, en referencia al Amor. En Él vivimos, nos movemos y existimos, especialmente nosotros, los seres humanos. La Trinidad se refleja en nosotros, creados según su imagen, como amor intrapersonal e interpersonal, comunitario y social. Esta Trinidad increada y divina se refleja y hace presente, en forma totalmente original, en la trinidad creada y humana que es la sagrada familia de Nazaret: Jesús, María y José.
Imagen
La dignidad del ser humano proviene del hecho de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios Tri-Unidad. Por eso es capaz de conocerse, poseerse y donarse libremente, relacionarse con otros y otras creando comunión; en una palabra, capaz de: amar.
La concepción bíblica del ser humano creado como imagen de Dios implica dos realidades complementarias entre sí:
~ En primer lugar, el ser humano es en su totalidad el que ha sido creado como imagen de Dios. Es decir: la dimensión espiritual está íntimamente asociada a la dimensión física, social, cultural e histórica del ser humano. Queda, pues, excluida cualquier interpretación que haga residir la imagen en uno u otro aspecto de la naturaleza humana o en alguna de sus cualidades o funciones.
~ En segundo lugar, el ser humano no ha sido creado como un individuo aislado, sino que ha sido creado como varón y mujer en relación recíproca. El varón y la mujer existen sobre todo en relación con Dios, y luego entre ellos y con los otros seres humanos y con la creación entera. Es decir, el hombre y la mujer son personas o seres relacionales. El carácter básicamente relacional de la imagen de Dios es una estructura ontológica o del orden del ser y es, asimismo, fundamento del ejercicio de la libertad y de la responsabilidad.
La imagen de Dios presentada en el Primer Testamento es completada en el Nuevo con la realidad y concepto de Jesucristo como Imagen de Dios. Aparecen también aquí dos notas distintivas:
~ El ser humano debe ser conformado con Cristo, por medio de la potencia del Espíritu Santo, a fin de llegar a ser hijo del Padre. Esta conformación reconoce en su modelo, Jesucristo, un proceso histórico que va desde la encarnación redentora hasta la pasión y resurrección que hace de Cristo el soberano sobre el pecado y la muerte. Proceso que se ha de reproducir, de alguna forma, en los cristianos.
~ La conformación transformadora en la imagen de Cristo se actúa por medio de los sacramentos, sobre todo, el sacramento del bautismo, coronado con el sacramento de la Eucaristía.
Nuestra configuración según la imagen de Cristo implica cuatro relaciones básicas e interrelacionadas unas con otras: relación filial con Dios, relación fraterna con los otros seres humanos, relación soberana con la creación y relación servicial en el Reino de Dios.
La tradición cristiana se ha caracterizado por estas notas clave en su doctrina de la imagen de Dios en el ser humano:
~ Ante todo, al profundizar el tema, hubo que dejar de lado aspectos de este. Un enfoque tradicional en occidente fue el de la estructura tripartita del alma, espíritu-razón-voluntad, como imagen de Dios-Trinidad en el ser humano.
~ Además, ha introducido una distinción entre imagen y semejanza, la primera es de orden ontológico o del ser, y la segunda de orden moral o ético. La imagen no puede jamás desaparecer, mientras que la semejanza se opaca o pierde por el pecado.
~ Asimismo, introdujo la dimensión histórica en la doctrina de la imagen, esta pasa por tres fases sucesivas: imagen de creación (= naturaleza), imagen de recreación (= gracia) e imagen de similitud (= gloria).
~ Por último, la imagen de Dios es fundamento de nuestra participación en la naturaleza divina, la cual se actúa, ya sea por el acto de contemplación intelectiva o por el acto de amor volitivo.
~ Los cistercienses no son ajenos a este desarrollo recién esbozado. El más representativo de ellos pone el acento en el consentimiento o acto libre de amor, que reforma y conforma, mediante un mismo querer y no querer, según la imagen de Cristo el Hijo de Dios.
La teología y el Magisterio, a lo largo de los siglos, han puesto diferentes acentos al hablar del ser humano como imagen de Dios. Más recientemente, se ha concebido la imagen de Dios en el hombre en la medida en que este es: ser espiritual y señor de la creación, ser social o en comunión, ser dotado de libertad, ser capaz de transformar, ser personal...
Considero que el misterio de la Trinidad Santísima es puerta de acceso a una mejor comprensión de la creatura humana creada como persona a imagen de Dios. La persona humana, en cuanto imagen de Dios Tri-Unidad, es tal por su relacionalidad; y esta relacionalidad, a su vez, remite al Dios revelado y comunicado como Comunión de Personas en el Amor. La prueba más convincente de que los seres humanos hemos sido creados a imagen de la Trinidad es esta: solo la relación de amor nos hace felices, vivimos para amar y ser amados.
Cuando Dios creó al ser humano lo creó a imagen y semejanza Suya, estableciendo así una relación única entre Él y su creatura humana. El Creador y su creatura son dialogales, el ser humano es capax Dei, capaz de relación y comunión con Dios. Esta relación con Dios es fundamento de la relación igualitaria entre el varón y la mujer. En la relación varón-mujer encontramos la imagen