Shakey. Jimmy McDonough. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jimmy McDonough
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Изобразительное искусство, фотография
Год издания: 0
isbn: 9788418282195
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—¿Qué fue lo que más te costó aceptar de Rassy?

       —Bueno, creo que lo que más me costó aceptar de ella fue —y sigue siendo— que es muy posible que durante toda la época en que me estaba criando fuera una alcohólica como la copa de un pino. A ver, sigo sin saber si es cierto, pero ahora pienso que es posible, mientras que entonces fui incapaz de darme cuenta.

      Pese a las objeciones iniciales de su madre, Young siguió tocando en bandas. En el otoño de 1961, Young empezó a ir al Instituto Kelvin, mientras que Koblun fue al Churchill, pero siguieron tocando juntos. Los Stardusters, (tal vez) también conocidos como los Twilighters, llegaron a actuar una vez en febrero de 1962 en uno de los bailes del Kelvin. Los Classics duraron lo justo como para dar un puñado de conciertos a finales de aquel año, pero fue en las vacaciones navideñas de 1962 cuando Young formó su primer grupo de verdad, con sus uniformes, su equipo mierdoso hecho en casa y hasta su propio club de fans. Los Squires (¿les molestó a los Esquires la elección del nombre? «Ya lo creo», reconocía Ken Johnson) tocaban en todas partes, ya fuera en la parte trasera de camiones plataforma a temperaturas bajo cero o en los entreactos de los combates de lucha. Según comentaba orgulloso Ken Koblun: «En un momento dado llegamos a ser la tercera mejor banda de la ciudad».

      El Instituto Kelvin tenía fama de ser donde estudiaba la élite de Winnipeg; el hecho de que Neil acabara allí, y su mudanza al distrito de River Heights, es lo que empuja a Randy Bachman a afirmar: «Yo venía del lado chungo del río y Neil, del lado guay». Al inicio del curso en el Kelvin, él y Rassy se mudaron al 1123 de Grosvenor Avenue, donde ocupaban el segundo piso de una casa antigua preciosa de piedra y ladrillo. Puede que los Young tuvieran una casa de ensueño, pero lo que no tenían era dinero.

      «Neil destacaba», comentaba Mike Katchmar, el profesor de educación física del Kelvin. «Era un personaje alto y desgarbado; siempre me preocupaba pensar que, si un día soplaba un vendaval, tendríamos que ponerle plomo en las zapatillas de deporte para evitar que saliera volando. ¿Y qué pasaba si le lanzabas un balón a Neil? Pues que confiabas en que no le diera en toda la cabeza. Era un tipo más bien rarito.» Aun así, Neil conseguía sacar a Mike Katchmar de sus casillas; Jack Harper recuerda que se presentaba en clase de gimnasia con bermudas y zapatos. «En los dos años y medio que Neil pasó en el Kelvin no hubo ni una vez que viniera con el chándal», afirmaba Harper. (Cuando Young actuó en Winnipeg décadas después, durante su gira canadiense de 1996, le dedicó a Katchmar una canción, «Fuckin’ Up», cuyo estribillo repite ad infinitum la frase «Why do I keep fuckin’ up?25»).

      «Neil era un inconformista», dijo Katchmar, frunciendo el ceño al recordarlo. «No se relacionaba con mucha gente; un tipo solitario sería una buena manera de definirlo.» Pero se hizo colega de Harper, el loco del gimnasio que tocaba la batería —aunque solo fuera el bombo—, y también entabló amistad con Allen Bates. Delegado de clase y jugador del primer equipo de básquet en el Instituto Grant Park, Bates había estudiado guitarra clásica y era capaz de hacer virguerías de jazz que nunca verían la luz en la banda patatera de Young.

      Young, Koblun, Harper y Bates empezaron a tocar en el sótano del batería. Young bautizó a la banda los Squires, se encargó de elegir el repertorio y, según Rassy, «si alguien se saltaba los ensayos, se iba a la calle tan rápido que no le daba tiempo ni de reaccionar». Tras un mes de ensayos y unos cuantos bolos, Harper se quedó fuera del grupo. «Recuerdo decirle: “Ostras, no creo que pueda ir a ensayar; tengo hockey”. Y Neil me contestó: “Bueno, no te preocupes; intentaremos reclutar a otro batería”.» No había duda de quién era el líder. «Siempre fue Neil», dijo Koblun.

      «Neil se lo tomaba todo muy en serio, siempre tan centrado y decidido», comentaba Allen Bates. «Con dieciocho años aparentaba veinticinco; tenía controlada la situación y sabía perfectamente a dónde leches quería llegar. Neil nunca mostró ningún atisbo de flaqueza en todo el tiempo que pasé con él… Era duro de roer; es lo que tienen los chavales que se quedan sin la figura paterna. En cierto modo, se sienten abandonados a su suerte, así que toman las riendas y tienen que hacerse con el control absoluto. Era el caso de Neil.»

      Ken Smythe, otro estudiante del Grant Park, asumió las labores de batería. El repertorio de instrumentales de los Squires abarcaba una amplia gama que incluía desde viejos temas pop y valses hasta las inevitables versiones de los Shadows, además de las canciones de Neil, que era tan prolífico componiendo que dejó anonadado al batería. «Ya desde el principio, Neil tenía sus propios temas. La mitad de nuestro repertorio, por lo menos, era de su cosecha; le salían como churros, uno tras otro… Parecía no tener fin: “Venid a ensayar, tengo una canción nueva”. Y siempre parecían muy pegadizas.» Según Bates: «Neil componía unas melodías preciosas, con unos cambios de acordes muy currados; no era algo que pudiera hacer un guitarrista del montón».

      Esta sería la formación más sólida de los Squires, que duraría poco más de dos años. La banda ofreció su primera actuación oficial el 1 de febrero de 1963, por la friolera suma de cinco pavos. Pronto se hicieron con su propio grupito de seguidores, empezaron a tocar en el circuito de centros cívicos y organizaciones católicas juveniles de Winnipeg, y a juntarse con el disc-jockey de la CKRC Bob Bradburn. Cinco meses después de su primer bolo, consiguieron una fecha para grabar en un estudio, así que el 23 de julio, Neil y los muchachos entrarían en el diminuto estudio de la CKRC para grabar dos temas instrumentales, con el ingeniero Harry Taylor al mando de la primitiva mesa de dos pistas. Ocho semanas después, V Records, un sello local especializado en bandas de polka, publicaría el single doble con «The Sultan» y «Aurora».

      «Yo pensaba que ibas allí, grababas tres tomas y escogías la mejor», comentaba Smythe. «No es que llegáramos allí y nos pusiéramos a tocar las canciones todos a la vez sin más; se grabó a base de overdubs.» El single fruto de aquella sesión tenía algunos toques graciosos, como Smythe dándole a un gong de manera intermitente o Bradburn susurrando «Aurora», pero en lo que respecta al sonido, el disco suena tan apagado y plano que podría haberse grabado por teléfono desde Siberia. Comparado con él, «Shakin’ All Over» suena tan pulido como el Sgt. Pepper. «The Sultan» era un agradable tema de surf y, agudizando el oído, en «Aurora» ya se perciben los burdos bosquejos de la progresión de acordes menores descendentes al estilo de Del Shannon que acabarían llevando a «Like a Hurricane». Por emocionante que resultara tener por fin un disco publicado, lo que más impresionado dejó a Jack Harper fue la frustración continua de Young. «Recuerdo que Neil nunca quedaba satisfecho con el sonido; buscaba el sonido perfecto. Neil tenía clarísimo lo que quería.»

      Young ya había empezado su carrera, y otra de sus aficiones se quedó aparcada por el camino. «Estuve a punto de hacerme golfista profesional», le contó Young al disc-jockey Tony Pig. «Llevaba suéteres de alpaca, estaba en una onda completamente distinta… Al cumplir los dieciocho, me empecé a dar cuenta de muchas cosas, y vendí los palos de golf y me compré otra guitarra que fuera lo suficientemente buena como para tocar ante más gente.»

      Aquella guitarra era una Gretsch naranja parecida a la de Randy Bachman. Tras recibir no pocos calambrazos, Young acabó haciendo añicos su Les Paul Jr. y comprándole la Gretsch a Johnny Glowa, no sin antes regatear. Ahora tenía un grupo, canciones y un hacha digna.

      Eran tiempos inocentes. Koblun recuerda con ternura los paseos que daban por la ciudad en el Standard Ensign azul de Rassy. «Neil iba al volante y yo, de copiloto, sacando el pie por la ventanilla. Era un día de primavera precioso, y estábamos haciendo novillos. En la radio sonaba “Duke of Earl”.» Los Squires ya eran una realidad.

       Harper. Bates. Todo un personaje. Lo pasábamos bien. Tiene sentido del humor, Bates. Cuando paso por Canadá, me encanta ir a tomarme una birra con Jack y Bates.

       Recuerdo los uniformes que llevábamos en los Squires: camisas de un amarillo desvaído, chalecos con corbatas ascot. Éramos unos tíos muy molones.

       Bluegrass Bob and the Bobcats era el nombre de una de las bandas que tocaba en Paterson’s Ranch House, donde tocábamos los sábados y los domingos por la tarde en un baile que organizaban. Una vez se juntaron allí cien personas,