5 Perdón por la autocita: «El baby boom no fue un mero rebote, pues de hecho empezó —¡oh, sorpresa!— en plena guerra. En Francia la natalidad tocó fondo en 1941 y repuntó vigorosamente a partir de 1942, pasando de 1.8 hijos/mujer a 3.1 en solo nueve años (después se quedaría rondando los 2.8 hasta mediados de los 60). En Gran Bretaña, tras tocar fondo en 1943 (1.75 hijos/mujer), también se eleva abruptamente en plena guerra, manteniéndose muy próximo a los tres hijos/mujer hasta finales de los 60. En EE.UU., la fecundidad se elevaría desde los 2.2 hijos/mujer de 1937 a unos increíbles 3.7 hijos/mujer en 1957 (una tasa hoy solo alcanzada por algunos países de Africa central). Sí, en el país más rico del mundo las familias tenían casi cuatro hijos en promedio hace no tanto tiempo. Una revolución muy seria tuvo lugar en los valores de Occidente en la segunda mitad de los años 60: se abrió entonces un ciclo en el que seguimos inmersos. Por cierto, dentro de unos meses celebraremos el cincuentenario de Mayo del 68. De allí venimos». (FRANCISCO J. CONTRERAS. «Se busca milagro demográfico», Actuall.com).
6 CHARLES MURRAY. (2012). Coming Apart: The State of White America, 1960-2010. Random House, Nueva York, p. 154.
7 JEAN PIERRE le GOFF (1998). Mai 68, l´héritage impossible. Éditions La Découverte, París, p. 43.
8 Buchanan apunta una pista interesante: precisamente porque habían conocido tiempos tan duros, tendían a ser indulgentes y sobreprotectores con sus hijos (o sea, los boomers que protagonizarán el 68): «Los padres que habían atravesado la Depresión y la guerra estaban decididos a que “mi hijo no lo tenga tan difícil como yo”. Por tanto, los baby boomers fueron educados de otra forma, pasando casi tantas horas frente a la TV como en la escuela. […] Y el mensaje que llegaba de la TV, especialmente en los anuncios, era la gratificación instantánea». (PATRICK J. BUCHANAN. (2002). The Death of the West. St. Martin’s Press, Nueva York, p. 29).
9 «[E]l hombre vulgar, al encontrarse con ese mundo técnica y socialmente tan perfecto, cree que lo ha producido la naturaleza, y no piensa nunca en los esfuerzos geniales de individuos excelentes que supone su creación. Menos todavía admitirá la idea de que todas estas facilidades siguen apoyándose en ciertas difíciles virtudes de los hombres, el menor fallo de los cuales volatilizaría rápidamente la magnífica construcción». (JOSÉ ORTEGA Y GASSET. (1986). La rebelión de las masas [1930]. Espasa Calpe, Madrid, p. 101).
10 «Hubo una “cultura juvenil” que acompañó a [la revolución] de 1968. Resultaba en parte del simple [gran] número de jóvenes, pero también del hecho de que la prosperidad y los nuevos medios de comunicación habían creado un nuevo sentido de lo que significaba “ser joven”. [...] Muchos asociaron juventud con rebelión y vinieron a definir a “los jóvenes” como si fueran una nueva entidad política, una que pudiera ser una alternativa a la [aburguesada] clase trabajadora». (RICHARD VINEN. (2018). Op. cit., p. 325).
11 R. VINEN. Op. cit., p. 31.
12 «[En los sesenta] se produce un retraso de la entrada en la vida profesional, y un alargamiento del periodo de ensayo y experimentación [vitales]. El estatuto de adolescente se extiende de unas decenas de millares de individuos a varios millones, y tendencialmente a toda una cohorte de edad» (JACQUES BAYNAC et al., op. cit., p. 114).
13 R. VINEN. Op. cit., p. 33. «A la edad a la que Alejandro Magno conquistaba el mundo, Napoleón ganaba sus batallas y Einstein y Planck hacían sus primeros descubrimientos, la mayoría de los estudiantes alemanes siguen sentados en sus aulas, escribió un periodista alemán crítico con el movimiento juvenil». (Op. cit., p. 171).
14 J. P. le GOFF. Op. cit., p. 37.
15 «[Los situacionistas] prepararon Mayo del 68 patrocinando un discurso público de raíces románticas y ácratas que encumbraba la autonomía del yo, pronosticando un futuro social utópico en el que el deseo individual fuera la norma». (JOSEMARÍA CARABANTE (2018). Mayo del 68: Claves filosóficas de una revuelta posmoderna, Rialp, Madrid, p. 67).
16 J. P. le GOFF. (1998). Op. cit., p. 41.
17 Y una de las obras más leídas de los situacionistas del proto-68 había sido De la miseria en el entorno estudiantil, considerada bajo todos sus aspectos económicos, políticos, psicológicos, sexuales y especialmente intelectuales, de MUSTAPHA KHAYATI (1966).
18 «El polo cultural-libertario interpreta Mayo del 68 ante todo como una revolución cultural que pone radicalmente en cuestión los modos de vida, los valores y las instituciones de las sociedades desarrolladas. Sus militantes conceden un lugar central a la lucha contra el moralismo mediante el humor y la ironía, y consideran la libre expresión de la subjetividad y del deseo como las armas esenciales de la subversión del orden social. La liberación sexual, la denuncia de los métodos educativos tradicionales, la valoración de los comportamientos de desviación y rebelión en todos los ámbitos… constituirán sus temas predilectos. Su perspectiva es la de cambiar ya la vida sin esperar al gran día de la revolución. Se trata de continuar la revolución cultural de mayo experimentando comportamientos y estilos de vida nuevos a partir de los deseos individuales. […] El polo neo-leninista es el de las organizaciones de extrema izquierda (trotskistas y maoístas) para las que Mayo del 68 solo encuentra su sentido a través del esquema de la lucha de clases, el enfrentamiento entre la burguesía y el proletariado. La perspectiva sigue siendo la de una revolución que incluya la toma del poder estatal y la instauración de una sociedad nueva dirigida por la clase obrera y sus aliados». (J. P. le GOFF. (1998). Op. cit., p. 132).
19 Las interrupciones de clases obedecían más o menos a este modelo, según reconstrucción de Le Goff:
— Viejo carcamal, ¿condenas el imperialismo?
— Pero, señores, les prohíbo tutearme; y además, ¿qué relación tiene el imperialismo con la lección de hoy?
— Ninguna, precisamente. Es asqueroso que nos des el coñazo con las lenguas muertas, mientras que el imperialismo…».
20 J. P. le GOFF. (1998). Op. cit., p. 65.