Contingencias del lenguaje. Hernán Ferney Rodríguez García. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Hernán Ferney Rodríguez García
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789585486812
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      El interés recae en la discusión sobre la pregunta: ¿qué condiciones de necesidad y satisfacción deben existir para que el acto ilocutivo del perdón sea satisfactorio? En particular, se busca construir una serie de elementos teóricos y lógicos que garanticen proposiciones mínimas en las que el acto ilocutivo de pedir perdón o perdonar sea llevado a cabo con total satisfacción, a partir de algunos relatos en los que se pide perdón a las víctimas y se perdona a los victimarios.

      Ciertamente, existe un inmenso deseo de que este camino iniciado con respecto a las posibilidades de comprensión que genera el lenguaje tenga su continuación. No cabe duda de que todos y cada uno de los trabajos y estudios realizados sobre este tema profundizan y enriquecen su discusión.

      Luchamos con el lenguaje.

      Estamos en lucha con el lenguaje.

      Wittgenstein, Aforismos. Cultura y valor

      The limits of my language mean the limits of my world.

      Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus

      * Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades y profesor asociado de Filosofía de la Universidad de La Salle (Bogotá, Colombia). Magíster en Estudios Liberales de la Universidad de Indiana y doctor en Filosofía Política y Social Latinoamericana de DePaul University, Chicago. Correo electrónico: [email protected]

      El lenguaje, en sus generalidades comunicativas, puede definirse inicialmente como la combinación de palabras y métodos usados y entendidos por una comunidad. El lenguaje es universal y vital para la comunicación entre individuos y, a su vez, expresa los cambios en la cultura, pues en él se vive y solo a través suyo se logra metafóricamente vivir el significado y sentido de la vida y la existencia.

      Sin embargo, el lenguaje requiere de un acercamiento teórico y práctico para comprender su alcance y significado en los cambios culturales y políticos de la cultura occidental. Tal acercamiento revela que el lenguaje posibilita una descripción y comprensión de los fenómenos de la realidad a través de la pregunta por su significado y sentido. Algunas de las preguntas endémicas al lenguaje mismo remontan ciertamente a preguntas filosóficas y a cuestiones de la filosofía del lenguaje: ¿qué hace que una palabra tenga sentido?, ¿cómo las palabras obtienen el significado que poseen?, ¿cómo entendemos un enunciado?, ¿cómo es posible que las palabras tengan acceso público a su significado?

      Estas preguntas constituyen, sin lugar a dudas, una guía que permite acercarse a las cuestiones esenciales de los planteamientos del lenguaje y a las consecuencias que traen para comprender la realidad. No obstante, al ser preguntas perennes de la filosofía, sus respuestas son más que enunciados que dan acceso a la realidad. Desde luego, las respuestas a estas preguntas son constitutivas de la realidad; es decir, el significado y sentido de las respuestas construyen, elaboran y forman parte de la realidad.

      Preguntarse por el significado y sentido del lenguaje sitúa el análisis en la metafísica y la epistemología, por cuanto aquel describe la esencia de las cosas en sí mismas y concede acceso a su entendimiento. Sin embargo, afirmar que el lenguaje, su sentido y significado son constitutivos de la realidad trae consigo ciertos problemas endémicos a su naturaleza y esencia. El primer problema o dificultad es la conexión entre lenguaje y pensamiento, que a su vez deriva en dificultades de este tipo: ¿qué es un pensamiento? (que, por definición, es privado y no se encuentra en el espacio público), ¿cómo es posible que una frase —un cordel de sonidos/gestos/marcas— pueda expresar un pensamiento?, ¿cómo es posible la comunicación? El segundo problema o dificultad atañe a la relación entre las palabras y las cosas, pues las cosas que están y son de acceso público requieren, para su comprensión, de un significado colectivo.

      Cuestiones preliminares

      Estos alcances teóricos y prácticos de la filosofía del lenguaje se remontan a los primeros estudios realizados por Gottlob Frege (1848-1925) en lógica y matemática, de donde se deriva su preocupación por el lenguaje y por el impacto que este tiene sobre la significancia y comportamiento de aquellas frases que, por un lado, describen y nombran y, por otro, simplemente anuncian un contenido. Esta preocupación llevó a Frege a argumentar que los términos del lenguaje tienen sentido y denotación, es decir, que se requiere un mínimo de relaciones semánticas para explicar su significado o importancia.

      En su texto “Sobre sentido y referencia”, Frege (1973) distingue entre el valor cognoscitivo y el valor veritativo de un enunciado o pensamiento, aun cuando ambos sean esenciales para el entendimiento. Empero, tal afirmación conlleva una incoherencia puesto que el valor cognoscitivo es distinto del sentido del enunciado; o sea, el pensamiento expresado en él no entra menos en consideración que su referencia, es decir, su valor veritativo. Para enfrentar tales dificultades, Frege se enfrentó Mill y a Husserl, pensadores que rechazaban todo conocimiento a priori, incluyendo el concepto de número, pues las leyes de la matemática se derivan deductivamente y las imágenes de los objetos que abstraemos son primeramente subjetivas y luego se objetivan.

      Según Frege, tal abstracción —entendida como una dificultad endémica a la relación entre la trivialidad y la informatividad de un enunciado— es razón suficiente para diferenciar entre la referencia a una expresión y el sentido de esta, y al mismo tiempo para reconocer la diferencia entre dar información acerca del mundo y hacerlo frente al uso del lenguaje en este proceso. El uso del lenguaje es, entonces, la necesidad de reconocer el sentido de una expresión y su relación con el valor cognoscitivo.

      Para suplir tal necesidad, Frege introduce la propiedad semántica de sentido. El sentido de una expresión supone un modo de presentación o un modo de determinación —por lo general intuitivo— de cómo el referente es presentado a quien habla. El sentido de una expresión es entonces el modo de presentación, que está obligatoriamente relacionado con la expresión que el hablante asocia para que pueda llegar a ser comprendido como entendimiento. En otras palabras, entender una expresión es comprender su sentido y, a la vez, reconocer que adquiere sentido porque este, de hecho, se ha establecido previamente. Los términos del lenguaje tienen sentido y lo denotan solo si las relaciones semánticas son requisitos mínimos para explicar su significado. Sin embargo, Frege distingue entre los diferentes sentidos de una expresión y las ideas. Esta distinción supera las diferencias lingüísticas desde el valor cognoscitivo y el valor veritativo, para situar el sentido en los espacios públicos y privados de la comunicación.

      Ahora bien, surge el siguiente problema: uno de los avances simbólicos más importantes de Frege consiste en haber eliminado del lenguaje lógico de las matemáticas las nociones de sujeto y predicado propias del lenguaje natural. Frege reemplaza el par sujeto-predicado por el par argumento-función. Esta sustitución permite una explicación más precisa y amplía la cuantificación en el lenguaje, esto es, la formalización y, por tanto, la posibilidad de representar las relaciones lógicas entre frases a través de varios cuantificadores.

      Dicho