¡Sana tu intestino!. Hilary Boynton. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Hilary Boynton
Издательство: Bookwire
Серия: Nutrición
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788494913594
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varios, problemas sensoriales, de sueño, etcétera.

      El síndrome fisio-intestinal, también conocido como GAPS, incluye varios trastornos físicos crónicos que tienen su origen en un intestino poco saludable, como lo son las condiciones autoinmunes (enfermedad celíaca, artritis reumatoide, diabetes tipo 1, esclerosis múltiple, esclerosis amiotrófica lateral, lupus eritematoso sistémico, osteoartritis, la enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, problemas autoinmunes de la piel, cistitis crónica, nefropatía, neuropatía, etcétera), asma, eccema, alergias, síndrome de fatiga crónica, fibromialgia, encefalomielitis miálgica, sensibilidad química múltiple, artritis, síndrome premenstrual y otros problemas menstruales, trastornos endocrinos (tiroides, suprarrenales y otros), y trastornos digestivos (síndrome del intestino irritable, gastritis, colitis, entre otros). Muchas afecciones no encajan en un esquema de diagnóstico y pueden presentarse como una mezcla de síntomas: problemas digestivos, fatiga, debilidad muscular, calambres y tono muscular anormal, dolor y sensación de agotamiento en las articulaciones y músculos, problemas de la piel, anormalidades neurológicas y hormonales.

      En casi todas las personas ambos síndromes GAP coinciden: personas con problemas mentales sufren síntomas físicos (dolor en las articulaciones y músculos, fatiga, problemas de piel, asma, problemas hormonales, autoinmunidad), mientras que las personas con problemas físicos tienen síntomas mentales (como depresión, «niebla cerebral», incapacidad para concentrarse, cambios de humor, alteraciones del sueño, problemas de memoria, ansiedad, temblores, tics, ataques, y más). Cuando el sistema digestivo está indispuesto, en lugar de ser una fuente de nutrición se torna en fuente de toxicidad para el cuerpo; nada en él puede funcionar bien. Cualquier órgano, cualquier sistema, cualquier célula puede mostrar síntomas de mal funcionamiento y además es común que la mayoría de las personas presenten varios síntomas. El resultado es que por lo general los pacientes GAPS son los más difíciles (si no imposibles) de comprender y ayudar para la medicina tradicional. El Protocolo Nutricional GAPS está diseñado para tratar todas estas condiciones desde la raíz.

      Nuestro sistema digestivo es la base de nuestra salud. Si estas raíces no están sanas, entonces el resto del cuerpo no puede estar sano. Por ello el tratamiento de cualquier enfermedad crónica debe empezar por el sistema intestinal. El intestino humano es un tubo largo, según con qué lo llenes tendrá un efecto directo en nuestro bienestar. La alimentación (la dieta diaria de una persona) es la piedra fundamental para tratar cualquier enfermedad crónica y la dieta es la parte más importante del Protocolo Nutricional GAPS. Este libro te ayudará a implementar la Dieta GAPS, al proporcionarte una gran variedad de recetas deliciosas e ideas sobre cómo preparar la comida. Son las recetas lo que hacen de cualquier dieta una experiencia placentera. ¡No dudo de que hasta los más novatos en la cocina se convertirán en cocineros expertos siguiendo los consejos de este libro!

      —Natasha Campbell-McBride, Neuróloga y Nutricionista, autora de GAPS, el síndrome psico-intestinal.

      INTRODUCCIÓN

       La historia de Hilary

      Miro hacia atrás y todo tiene mucho sentido. ¡Caramba! Ojalá hubiera sabido entonces lo que sé ahora. Pero si así fuera, no estaría escribiendo este libro. Creo que las cosas realmente suceden por una razón.

      Desde que empecé el instituto y durante casi una década, viví «sin grasas». En ese tiempo, los años de jugar al fútbol en primera división (y de divertirme demasiado en la universidad) acabaron poniendo a mi cuerpo al límite. El efecto acumulativo de quemar tanta energía para después «reponerla» con bagels, pasta, cereales y Butter Buds (mantequilla deshidratada) de verdad perjudicó mucho a mi salud intestinal. Por no mencionar que había estado tomando pastillas anticonceptivas y Accutane para los problemas cutáneos.

      Yo no tenía idea del daño hecho hasta que de recién casada estuve atormentada por la infertilidad, probablemente lo más doloroso que me haya ocurrido jamás. ¿Por qué a los veintiséis años era incapaz de tener un bebé? Pues bien, creo que ahora tengo la respuesta: estaba desnutrida. Sin embargo, después de intentarlo durante años, al fin fui abundantemente bendecida ¡con trillizos! Dos niños y una niña. Aunque me temo que estos dones del cielo vinieron con la ayuda de la tecnología moderna, no debido a una mejoría de mi salud.

      Seguía con mis pobres hábitos alimenticios, unidos al estrés de la nueva maternidad, cuando –¡boom!– volví a quedarme embarazada. ¿Cómo era posible? Seguramente no cuajaría, en los últimos tres años había estado tomando otra vez píldoras anticonceptivas. Pues bien, la emoción de haber concebido naturalmente debió haber operado algún tipo de magia, porque el bebé había venido para quedarse. Pero poco después de su llegada comenzó a rascarse: era un bebé con eccema. Se rascaba, se quejaba y me rompía el corazón. Meses de insomnio me mantuvieron en la búsqueda de respuestas. ¿Cuál era la causa del eccema? Y, ¿cómo podía tratarlo? Mientras continuaba con mi desesperada búsqueda de respuestas me encontré de nuevo embarazada. ¿Qué…? ¿Cómo pude haber mantenido relaciones en los seis meses anteriores teniendo cuatro bebés menores de tres años? Pues bien, ese pequeño individuo se pegó allí también, y ahora, tenemos cinco bendiciones bajo nuestro techo. Pese a las buenas noticias, el eccema de mi hijo empeoró.

      Un día, un año después, al fin la respuesta llegó. Estaba en el supermercado con mis hijos a cuestas, intentando tomar buenas decisiones para mi familia. Si la etiqueta decía «ecológico», asumía que estaba bien. Yogur, galletas, meriendas de fruta. Cuando me encontré con una vieja amiga, directora de cine y defensora de las granjas locales, Kristin Canty, le conté la historia del continuo sufrimiento de mi hijo, que por entonces no era tan bebé. Me dio una recomendación que cambiaría mi vida para siempre.

      «Deberías intentar darle leche cruda».

      ¿Eh? ¿Qué era la leche cruda? ¿Querría decir… sin pasteurizar? Ciertamente eso no podría ser bueno para nosotros. Pero yo estaba llegando al límite de mi inventiva, así que lo intenté. ¿Y adivina qué? ¡Dio resultado! El eccema disminuyó, ¡simplemente usando comida de verdad! Así que es aquí donde comenzó mi viaje.

      Llena de gratitud y asombro, quise aprender más y compartir la información. Asistí a conferencias: Fundación Weston A. Price, Paleo y Fourfold Path to Healing [Cuatro vías hacia la sanación]. Limpié nuestra despensa y nuestro frigorífico: saqué los cereales y la leche desnatada, e incluí la leche cruda y los huevos ecológicos. La vida estaba cambiando y durante cinco años estuvimos bien. Ni enfermedades graves, ni visitas al médico.

      No obstante, lleva su tiempo deshacer los años de malas decisiones que había tomado en el pasado. Empezaron a florecer varios problemas: mi hija Dossie con epilepsia petit mal (episodios de ausencias), tres niños con retrasos en el habla y, de pronto, el esmalte no se estaba formando correctamente en los dientes de mi bebé con eccema (con siete caries que extraer). Pero por fuera mis hijos parecían sanos, entonces ¿cómo podía estar sucediendo esto? Nunca estaban enfermos y los alimentaba con comida rica en nutrientes. ¿Podía estar relacionado con la salud de su sistema intestinal?

      Cuando escuché hablar a Natasha Campbell-McBride en una conferencia de la Weston A. Price en el verano de 2012, empecé a sentir que era hora de llevar mi dieta rica en nutrientes un paso más allá. Leí todo lo que pude sobre GAPS. Rastreé internet en busca de información, inspiración y confirmación. Pero estaba abrumada y ansiosa. Había «etapas» y restricciones. ¿Qué podíamos comer, exactamente, y cuándo? ¿Qué no podíamos comer, y por qué? ¿Cómo iba a preparar comidas que mis hijos y esposo se quisieran comer? Temía comenzar la Dieta porque sabía que era estricta y que con una familia tan grande sería muy complicado. Me preguntaba si tendría la capacidad mental, no solo para aprender todo lo que había que aprender sobre GAPS, sino también para poner la Dieta en práctica. Y esperaba dudas, por no decir el más completo rechazo, por parte de mi esposo, mis hijos y toda mi familia.