Relatos sociológicos y sociedad. Claudio Ramos Zincke. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Claudio Ramos Zincke
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789563572209
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a “barrenar” la hegemonía de la democracia y de las fuerzas progresistas y “la debilitaron en medio de sus querellas”.

      Brunner es extremadamente duro y su enojo va más allá de lo dicho en el texto de Tironi. Sus palabras son, en cierta forma, un ajuste de cuentas con la irresponsabilidad demostrada en el período de la Unidad Popular por grupos radicalizados, con ese sentido de omnipotencia que no medía consecuencias y que se arrogaban un lugar especial en la historia por supuestos méritos propios. Era la postura adoptada por quienes sostenían la posición de “avanzar sin transar”, en la que había estado el MAPU Garretón, y del cual ahora Tironi era un dirigente destacado y en cuya calidad había sido su estadía de tres años en el extranjero, de la que venía llegando en diciembre de 1978. Brunner habla con la voz de los que sí medían las consecuencias, de los que no estaban seguros de lo que podía lograrse, de los que consideraban que las convicciones debían moderarse con una ética de la responsabilidad. Es una reprimenda a los jóvenes impetuosos que, por lo demás, parecían seguir creyendo en su relevancia, preservando “fantasías sociales de omnipotencia”. “Pequeños dioses” que continúan pensando “en términos de su importancia histórica, de su identidad histórica y su histórica misión”, planteada en términos “grandilocuentemente vagos”: “destruir el nuevo universo”, “contribuir al reencuentro de nuestro pueblo”, “hacer de Chile la obra diaria de su gente”. Brunner no hace ninguna concesión a esas expresiones retóricas de inspirado tono romántico. Concluye, elocuentemente, con una frase que también pone como epígrafe: “al pueblo lo que es del pueblo; a la pequeña burguesía sus ‘pequeños dioses’” (Brunner, 1979b: 12).

      Este es un texto que, junto con mostrar la buena pluma de Brunner y la presteza de su escritura, revela sus sentimientos en asuntos políticos. En su artículo afloran sentimientos todavía intensos, a juzgar por la fuerza retórica, respecto al voluntarismo de ciertos sectores que “se radicalizan y adoptan un estilo definitivamente carismático y mesiánico de hacer política” y, de ahí, a esas “fantasías sociales de omnipotencia”, con una “ideología triunfalista”. Brunner condena esta postura que estima tuvo fatales efectos y advierte contra el riesgo de su persistencia y el retorno de esos pequeños dioses con su atractivo mesiánico.

      El texto de Brunner también es una forma de autopresentación. A través de la asertividad de su crítica y estilo categórico se auto presenta implícitamente como un autor muy seguro de su posición y enjuicia a Tironi con la convicción de quien puede hacerlo y que cuenta con el reconocimiento de un público que lo avala. En palabras del mismo Tironi, en tal época Brunner era “uno de los más reputados intelectuales disidentes” (Tironi, 2013: 72). Escribe como tal. Su discurso es tajante, definitivo. De hecho, Tironi no respondió; con honestidad, reconoce que “no habría sabido cómo hacerlo. Estaba demasiado desmantelado como para reaccionar en el plano que él lo hacía, con alusiones a los ‘factores sociales’, a las ‘fuerzas populares’ y a la ‘pequeña burguesía’” (Tironi, 2013: 71).

      El artículo de Brunner también expresa su compulsión a responder frente a planteamientos públicos en que se siente interpelado, frente a materias que para él son sensibles y relevantes. El sentido de la experiencia colectiva de su generación es una de ellas, y no acepta dejar que sea interpretada de cualquier manera, sobre todo por las consecuencias de las actitudes y posiciones asumidas. Para él es muy relevante ese trabajo de elaboración de sentido. Efectivamente, la respuesta de Brunner va más allá de Tironi. Es a la forma de interpretación que el texto de este manifiesta. Si bien la intención de Tironi pudo haber sido más bien catártica, Brunner se preocupa por su potencialidad orientadora de la interpretación colectiva. Tales interpretaciones no son inocuas. Brunner representa la conciencia reflexiva en la materia. En la misma línea, destinará gran esfuerzo en los años siguientes a revisar y analizar la experiencia colectiva de los jóvenes de su generación durante la reforma universitaria y las experiencias colectivas durante la dictadura. A su juicio, tales narrativas son importantes, son orientadoras, guían la autointerpretación colectiva; tienen efectos. Así, Brunner se siente forzado a intervenir. Para él, callarse no es una opción.

      A principios del mismo año publica otro texto de discusión y articulación teórica –“La organización liberal de la cultura” (1979a, 115 pp.). Señala Brunner que para las ideas que expone aprovechó las discusiones que tuvo en 1978 en Ceneca, centro académico independiente dedicado a los estudios de comunicación, la realización de un seminario con alumnos del Instituto de Sociología de la Universidad Católica y “conversaciones e indicaciones” de Enzo Faletto.

      El texto integra una gran cantidad de temáticas: racionalización, cultura liberal, capitalismo, hegemonía, esfera pública, cultura de masas y mucho más, buscando aumentar las conexiones teóricas que ha estado desarrollando en sus obras previas.

      Así como antes había profundizado en la obra de Foucault, en el presente texto toma lugar una profundización en el trabajo de Gramsci. La obra de Gramsci le provee del principal tejido teórico interconector. El enfoque general es gramsciano. La categoría de la hegemonía cruza todo. Como señala Brunner en un punto, “aquí Foucault se deja orientar por Gramsci” (Brunner, 1979a: 13).

      Como de costumbre, el texto está provisto de abundancia de referencias bibliográficas. Entre los numerosos autores citados y tratados destacan, además de Gramsci y Foucault, Weber, Hegel, Marx, Horkheimer, Adorno, Habermas, Arendt, Althusser y MacPherson.

      Su objeto de estudio en el texto, la organización liberal de la cultura, corresponde, desde la interpretación de Brunner, tanto en su origen como evolución, a la formación y desarrollo de la hegemonía burguesa. La primera parte del trabajo la destina a dar cuenta teóricamente de esta relación entre hegemonía y organización de la cultura. Sigue la noción gramsciana de hegemonía en cuanto “dirección intelectual y moral” de la sociedad, que dispone para ello los medios de producción intelectual necesarios (Brunner, 1979a: 3, 4). Por su parte, “la organización de la cultura es el contenido de orden o consenso de orden de una época. Es la síntesis de un conjunto complejo de relaciones sociales de dirección, dominación, acatamiento, represión, persuasión, subordinación, obediencia y explotación que cotidianamente se manifiesta en el terreno de la producción, los modos de trabajar, de consumir, de saber y en todas las interacciones, aún las más rutinarias y, por eso mismo, densas de materia social” (Brunner, 1979a: 4, 5).

      Destaca Brunner el carácter dinámico y conflictivo de tal organización de la cultura: “toda organización de la cultura […] expresará determinadas relaciones de fuerzas y el carácter específico de la lucha de hegemonías en una sociedad determinada, así como el peso relativo, en esa sociedad particular, de las organizaciones culturales transnacionales”. Por otra parte, “la organización de la cultura […] no se reduce a un complejo formidable de aparatos hegemónicos; los incluye, pero además los desborda”. De cualquier modo, el aspecto central destacado es que “la lucha de clases transcurre al interior de la organización de la cultura” (Brunner, 1979a: 7). En esta perspectiva, la distinción entre infraestructura y superestructura se diluye.

      “Consiguientemente, hay que dejar atrás una visión puramente económica de la lucha de clases, o puramente enfocada desde el punto de vista de la posesión o no de un poder-objeto. La lucha de clases es, en la trayectoria larga, una lucha dentro de […] ‘la fuerza y del consenso, de la autoridad y de la hegemonía, de la violencia y la civilización’ [cita de Gramsci] […]. Hay que entender estos como momentos complejamente entrelazados de la lucha […]. La lucha de hegemonías es lucha de clases por el dominio y la dirección en todas las esferas de la vida social, y esa lucha, esa conflictividad tiene infinitas maneras de expresarse […]” (Brunner, 1979a: 11).

      En la segunda parte del texto, Brunner se dedica a analizar los elementos fundamentales de la organización liberal de la cultura. Describe algunas características del contenido típico de ella: concepción articulada en torno a individuos como decisores racionales, igualdad formal de los individuos, etc., que ocultan las relaciones capitalistas de producción y los procesos y mecanismos a través de los cuales se configura esta organización cultural: racionalización capitalista