El español, la segunda lengua más hablada de los Estados Unidos, presenta incluso mayores dificultades que el inglés a la hora de comunicar sin hacer alusión al género, dado que el género gramatical en lengua española, junto con la mayoría de lenguas indoeuropeas, se refleja en otras partes del discurso además de en los pronombres. Una reciente evolución, que funciona mejor por escrito que en la lengua oral, es la de reemplazar la desinencia de género –o (masculino) o –a (femenino) con la terminación de género neutro–x; por ejemplo, latinx en lugar de latino y latina. Por el contrario, en la tercera lengua más hablada de los Estados Unidos, el chino mandarín, los pronombres de tercera persona no poseen género en la lengua oral, ya que todos se pronuncian del mismo modo: tā. Curiosamente, los caracteres escritos de los pronombres personales se basan en la forma que representa el concepto genérico «humano». Los pronombres de tercera persona sin género específico son de hecho la norma más que la excepción en la mayoría de idiomas no indoeuropeos.
El uso adecuado de pronombres de género neutro puede ser delicado. Por una parte, el lenguaje neutro en cuestión de género puede ser una forma de combatir el sexismo (como lo es evitar el uso de él u hombre para hacer referencia a las personas en general) o de evitar hacer presuposiciones sobre la identidad de género de una determinada persona. Pero por otra, algunas personas transgénero –a menudo aquellas que han luchado duro para lograr un estatus de género distinto al que se les asignó al nacer– pueden sentirse ofendidas cuando se hace alusión a ellas mediante pronombres de género neutro, en lugar de con los pronombres de género adecuado, ya que lo perciben como una falta de reconocimiento del modo en que ellas de forma obvia y deliberada presentan su género. Una buena regla general es destinar los términos neutros a un registro más educado y formal, empleándolos cuando no se conoce bien a la persona de la que se habla, y reservar los términos con género para un uso más familiar y emplearlos en situaciones en las que se conoce a la persona y lo que prefiere.
De género no conforme, género queer y no binario: Todos es-tos términos hacen alusión a personas que no se adaptan a las nociones binarias de alineación de sexo, género, identidad de género, rol de género, expresión o presentación de género. Si caben distinciones sutiles, se podría decir que de género no conforme (o de género variante) resulta más neutro a la hora de describir el comportamiento; género queer se asocia más con formas subculturales concretas de expresión de género originadas en comunidades LGTB o en contraculturas de moda inspiradas en el punk, el gótico o el fetiche que ponen el énfasis en el uso de pendientes, tatuajes y estilos excéntricos de maquillaje y peinado; y no binario es una preferencia terminológica entre las generaciones más jóvenes que consideran que la identidad de género binaria es algo más importante para sus abuelos que para ellos mismos. Al no satisfacer la expectativa social de que a quienes se les asigna el sexo macho se convierten en hombres y a quienes se les asigna el sexo hembra se convierten en mujeres, las personas transexuales y transgénero pueden considerarse no conformes con su género y pueden ser tan género queer o no binarias como cualquier otra persona. En la práctica, sin embargo, estos términos se emplean para hacer referencia a quienes se oponen a ser identificados con los términos transgénero y transexual, por pensar que dichos términos están pasados de moda o demasiado enmarañados a nivel conceptual con el sistema binario de género.
Presentación de género: De un modo muy similar a expresión de género, el término hace referencia al hecho de mostrarse y actuar como la propia cultura espera de un hombre o de una mujer (o, dicho de otro modo, a presentarse de un modo que visibilice la no conformidad de género). Todos presentamos nuestro género ante los demás.
Rol de género: Rol de género hace referencia a las expectativas de comportamiento y actividad adecuadas para un miembro de un género concreto. Es un término cada vez menos relevante en la sociedad laica contemporánea por haber menguado la estereotipación sexual, habiendo aumentado la participación del hombre en el cuidado de los hijos e hijas y las tareas domésticas y las oportunidades de trabajo de las mujeres. Pero en la medida en la que aún posee significado, el término expresa las costumbres culturales, creencias religiosas o presuposiciones enraizadas en las teorías científicosociales. Es el dictado social el que dice que el hombre debe llevar yarmulke o la mujer hijab, así como que los hombres son agresivos y las mujeres pasivas, o que el hombre debería ser médico mientras la mujer debería ser enfermera, o que los padres han de tener un trabajo estable fuera de casa. Aunque sin duda es posible vivir una vida feliz y plena eligiendo caminos que son (o antaño fueron) convencionales socialmente, como el de la madre que se queda en casa, o que expresan el sentido de deber religioso o pertenencia a una etnia, los roles de género nos dicen que de no cumplir las expectativas prescritas fracasaremos en el cometido de ser verdaderas mujeres u hombres. Las personas transgénero a veces experimentan muchas dificultades sociales y psicológicas por no encarnar los roles de género esperados, especialmente cuando tales expectativas se sustentan en creencias tanto científicas, culturales o religiosas sobre lo que es natural, normal o concedido por acción divina.
Habitus: Habitus simplemente hace referencia a nuestra mane-ra habitual o consuetudinaria de comportarse y modular el cuerpo. Muchos de nuestros hábitos implican la manipulación de nuestras características sexuales secundarias para comuni-car a las demás personas la percepción que tenemos de noso-tros y nosotras mismas –ya sea meneando las caderas, hablan-do con las manos, entrenando en el gimnasio, dejándonos crecer el pelo, llevando un escote pronunciado, afeitándonos las axilas, dejándonos una barba de tres días, o hablando con una inflexión ascendente o descendente al final de la frase. Normalmente estas formas de comportamiento y estilo se han interiorizado tanto que las consideramos naturales, pero –dado que todas son cosas aprendidas mediante la observación y la práctica– sería más apropiado entenderlas como una «segunda naturaleza» adquirida culturalmente.
Prestar atención al habitus nos conduce a pensar que, aunque nuestros cuerpos sean sin lugar a dudas distintos entre sí, lo que hacemos con dichos cuerpos, así como el modo en que los usamos y transformamos, cuenta más a la hora de hacernos ser quienes somos que aquello con lo que nacemos. Todos los cuerpos humanos son cuerpos modificados: son cuerpos sometidos a dieta y ejercicio, con pendientes y tatuajes, cuyos pies se amoldan al tipo de zapatos que se usa. Dar forma, estilizar y mover el cuerpo para presentarse ante los demás de un modo particular es una parte fundamental de las culturas humanas –una parte tan importante que es virtualmente imposible practicar ningún tipo de modificación corporal sin que otros miembros de la sociedad tengan una opinión sobre si dicha práctica es buena o mala, acertada o errónea, dependiendo de cómo o por qué uno lo haga. Todo, desde cortarse las uñas a cortarse una pierna, queda en algún punto del espectro moral o del juicio ético. Por tanto, muchos miembros de la sociedad poseen fuertes sentimientos y opiniones sobre las prácticas consideradas como modificaciones corporales transgénero, til-dándolas a menudo de «antinaturales», incluso cuando cultivar un determinado estilo de personificación para expresar nuestra identidad es algo que todas las personas hacemos de un modo u otro.
Identidad: La identidad es quién se es. Es una palabra con una paradoja en su interior. Significa que dos cosas que no son exactamente lo mismo pueden sustituirse la una a la otra como si lo fueran. En matemáticas, decir que (1 + 4) = (2 + 3) es decir que incluso componiéndose de números distintos, dos conjuntos son matemáticamente idénticos porque su suma es exactamente lo mismo. En la sociedad y la cultura, el concepto de identidad funciona de forma similar. Cuando dices, «Yo soy socialista» o «Yo soy hindú» o