—¿Vas a demostrarlo, Renny Ren? —Kyle tenía una sonrisa en la cara como si supiera que la estaba provocando.
—Así es como se hace.
La pequeña «virgen» a las que sus amigas estaban mencionando hace unos minutos desapareció, en lugar de eso estaba Ren Scott llevándose dos dedos a la boca. La vi cómo succionaba sus dedos con muy poca habilidad, pero eso bastó para que mi respiración se parara, admitiendo que no fue lo único que se me paró. Creo que era una pésima idea llevarla a casa.
Me mordí el labio intentando concentrarme en que estaba borracha y no sabía lo que estaba haciendo, pero cuando volvió a meter sus dedos y succionar una vez más, ya estaba perdiendo el control.
La guinda del pastel fue el arete de la lengua. Le tomé la mano para evitar que siguiera con esa tortura, yo estaba caliente y muy seguramente Kyle también lo estaba. Contuve la respiración rogándole a quien sea que tenga el control de mi cuerpo en estos momentos, que mi erección no se notara.
—Es bueno saber que te irás con Race a casa.
—No… —Empezó a removerse en mis brazos intentando escabullirse—, voy a la fraternidad, sé que puedo… ¡Hip…!, mierda, ¿tengo hipo?
—Si no es hipo, estás a punto de vomitarte encima campeona, ahora… Race… —Me tendió las llaves de su carro.
—Eres un pésimo mejor amigo, Kyle. —Renny intentó sacarle el dedo, fallando totalmente.
Me tomó unos segundos darme cuenta de toda la conversación. Tomé a Renny como si fuera costal llevándola al baño, si iba a vomitar que lo hiciera aquí, eso sí era asqueroso y por nada del mundo quería verlo, mi cariño por ella no era para tanto.
—Sal cuando termines de vomitar. —Me di media vuelta viéndola como perdía el equilibrio. La tomé del brazo antes de que aterrizara sobre su culo cerca del lavabo. A este paso se abriría la cabeza.
—No estoy borracha, además no vomito imbé… ciiill. Acaso tengo cara de vomiti… vaaa o algo… ¡Hip! A la mierda este hipo.
La vi agacharse poniendo su pelo de cabeza. Se veía tan extraña. La sostuve al tiempo que la escuchaba suspirar. Un recuerdo remoto me vino de la nada. Renny estaba usando el método de las abuelitas de ponerse de cabeza y aguantar la respiración para quitar el hipo. No pude evitar soltar una carcajada ante ese gesto.
—Cierra la boca, Race, siempre fun… Funciona.
Todo pasó en cámara lenta o, mejor dicho, demasiado rápido para reaccionar. Renny levantó la cabeza golpeándose en el lavabo. Intenté agarrarla al tiempo que esta caía al suelo completamente desmayada, pero su cuerpo flácido y la sorpresa pudieron más que Race Hamilton.
Intenté esquivarla para no caer encima de ella, pero fue imposible, lo único que logré fue darme en la mandíbula con un hierro mal ubicado que estaba en esa miseria de baño.
¡Mierda! Eso sí había dolido, dolido como nunca antes. Me puse de pie sosteniendo mi labio y mandíbula. El sabor metálico me indicó que estaba sangrando. Importándome poco que Renny estuviera inconsciente, examiné mi cara en el espejo. ¡Maldición! Me reventé el labio, nada grave, pero Renny escucharía de mí mañana.
La levanté del suelo, acomodándola en mis brazos como si fuera una princesa. Kyle aguardaba afuera, un tanto nervioso, pero no estaba para preguntas estúpidas en estos momentos.
—Revísale la cabeza. ¿Tiene sangre? —dijo con ansiedad.
Kyle, en silencio, revisaba a Renny con paciencia.
—No veo nada.
—Llévame a tu carro. —Empecé a caminar para la entrada. La mirada de todos estaba en nosotros, de seguro se preguntaban qué había pasado con mi maldito labio. Joder con Renny… ¿Cómo llegaría mañana a mi fiesta con el labio de este modo?
—Te hablo mañana para darte el auto y me devuelvas mi moto. Por favor, Kyle, cuídala como tu vida.
—¿A Renny o la Honda?
—La Honda, idiota. Yo me llevaré a Renny por lo que no me voy a preocupar por eso ahora.
Metiendo a la señorita borracha en la parte trasera, la llevé una vez más a mi apartamento, solo que esta vez, inconsciente.
Despierta, campeón
Desperté ante el constante movimiento de la cosa que tenía en los brazos, en un principio me asusté porque hasta dónde sé no tengo perros. Pero no era un perro, era ella, Renny. Intentando liberarse, el cual estoy seguro era bastante fuerte.
Anoche, entre su locura de perder el conocimiento, cuando estábamos en la seguridad de mi apartamento, Renny comenzó a llorar silenciosamente. Un llanto que si no hubiera estado tan cerca de ella quizá no lo hubiera escuchado. En ese momento algo se quebró en mí, verla tan vulnerable y herida.
No aguanté más, me metí en la cama de visitas, la abracé con tantas fuerzas que el llanto se volvió un grito de lamento sin palabras. Permanecimos en esa posición hasta que finalmente los dos, entre lágrimas y palabras de calma, nos quedamos dormidos.
—Vamos, Renny —me quejé, apretándola más a mi pecho. Quería sentirla y jamás dejarla ir, quería cuidarla—. Quiero dormir.
—Entonces, sigue durmiendo, pero suéltame, Hamilton, necesito ir al baño —la sentí moverse una vez más con desesperación, sabía que si la dejaba ir no regresaría a mis brazos.
—Solo si prometes regresar a la cama conmigo. —La sostuve con más fuerza al tiempo que Renny Ren soltaba un grito desesperado.
—¡Dios, no! Pero déjame ir, juro que no aguanto.
—Promételo. —No iba a ceder.
—¡Mierda, Race! Está bien, déjame ir, por favor.
Liberando mis manos, mi princesa del baño salió corriendo como si de verdad le fuera a explotar algo allí abajo. Me puse de pie sabiendo que incluso yo tenía que usar el baño, regresando a mi habitación, me quité la camisa que apestaba a cigarro, me cepillé los dientes, tomé un cepillo nuevo y regresé al cuarto de visitas para encontrar a Renny hecha una bolita en la cama.
Le tiré el cepillo nuevo, esta lo vio, se removió un poco antes de tomarlo con un quejido y regresar al baño. Esa mujer era imposible, me quité la camisa para dejarla sin respiración y da la tremenda sorpresa que no se tomó el tiempo de levantar la mirada.
Coloqué dos botellas de agua fría en la mesita de noche, seguramente tendría mucha sed por todo lo que tomó ayer. A ciencia cierta lo sabía, la resaca de hoy sería extremadamente absurda. Cuando Renny salió, la vi algo incómoda. Para ser sincero, me importaba poco lo que dijera. Le tiré una camisa que estaba seguro cubriría todo lo necesario.
Renny hizo gestos de enojo, como si le fastidiara que no le diera toda la ropa de una buena vez. Regresó con la playera blanca, que tapaba casi todo, si levantaba los brazos, seguramente le vería todo el culo.
—¿Resaca? —pregunté con una sonrisa en la cara, no podía evitarlo, cuando supiera todo lo que hizo ayer le daría un ataque del corazón.
—Me duele la cabeza. —Se llevó las manos a la parte trasera de su cabeza, donde sabía que ayer se lastimó con el lavabo.
—Créeme, te dolerá durante todo el día. ¿Tienes algún otro golpe?
Esta soltó una carcajada sentándose frente a mí, esas piernas definitivamente eran una distracción, más ese tatuaje en el tobillo de una mariposa azul. A pesar de los tatuajes que manchaban el cuerpo de Renny, era preciosa. Quería besar cada uno de los tatuajes, quitarle mi camisa y